miércoles, febrero 25, 2009

Destellos dulces

Hola, peques: ¿os gustan los bombones? A mí me chiflan, aunque ya he pasado la edad, pero pocas veces me los han regalado, y menos en el colegio. Ya sé que a vosotros tampoco, todo lo más un caramelo de fresa. El bombón, pieza pequeña de chocolate que en su interior suele contener licor, crema u otro relleno dulce, es un capricho tan exquisito que sólo se os debería obsequiar cuando sacais un merecido sobresaliente o bien, obedezcais a mamá yendo a la frutería a por una bolsa de naranjas, -un suponer-. Pero, "chincha rabiña, tengo una piña, lleno de piñones, y tu no los comes..." A mí me han regalado el otro día un bombonazo vestido de conejito por hacer bastante bien un ejercicio en clase. Y otros cuatro corazones negros y blancos, juntitos, para que veaís que ahí en nuestro taller no queremos saber nada de racismo. ¡Qué exquisitez! En el diccionario también ponía que bombón, igualmente podía ser en sentido figurado, "mujer joven y atractiva", pero eso, los muchachos , ya lo aprendereis en la clase de los mayores, y estará muy rechulo el piropo si lo decís siempre con BUENAS MANERAS. Tornasol.

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lunes, febrero 23, 2009

FORD MADOX FORD

Nació el 17 de diciembre de 1873 en Merton (Devon) Reino Unido.
Novelista, poeta, crítico literario y editor. Durante su vida publicó más de 80 obras entre novela, ensayo, poesía, memorias y crítica literaria.
Su verdadero nombre era Ford Hermann Hueffer, que cambió primero a Ford Madox Hueffer y luego a Ford Madox Ford en homenaje a su abuelo, el pintor prerrafaelista Ford Madox Brown, del cual también escribió una biografía.
El medio artístico-literario con el que se relaciona incluye nombres como Dante Gabriel y Christina Rossetti, Algernon Swinburne, Edward Burne-Jones o William Morris. Se educó en la Escuela Praetorius de Folkstone, aunque cuando su padre muere la familia se muda a Londres. Allí, Ford continuó con su educación en la University College School pero nunca fue a la universidad.
Es una figura a caballo entre dos tiempos, entre dos épocas estéticas en las que participó sin terminar de entenderlas. Perplejidad que le confiere a su obra la angustiosa atmósfera de tránsito y experimentación un tanto azarosa.
Fue un personaje, además, desconcertantemente ubicuo. En los inicios de su carrera escribe novelas a cuatro manos con Joseph Conrad, y al final colabora con Robert Lowell en Nueva York.
Su primera obra fue The Brown Owl (1891), un cuento de hadas que ilustró su abuelo y que se publicó cuando el autor tan sólo tenía dieciocho años. En 1894 se casa con Elsie Martindale, y aunque el matrimonio fue infeliz y terminó en 1908, Ford nunca se divorció de ella.
De carácter problemático, los escándalos alrededor de su figura (tuvo una aventura con la hermana de su esposa), el ostracismo social, su naturaleza enfermiza y los problemas financieros llevarían al autor a una crisis nerviosa en 1904.
A finales de 1890 conoce a Joseph Conrad, con el que colaboró en las novelas Los herederos (1901) y Romance (1903). La utilización por parte de Conrad de la técnica del personaje narrador-mediador impresionó profundamente a Ford, que la utilizaría más tarde en El buen soldado. En 1905, publicó The soul of London, una obra experimental en la que trató de capturar el espíritu de la gran ciudad a través de percepciones impresionistas. Sin embargo, el primer gran trabajo de Ford fue la trilogía La quinta reina, basada en la vida de Catherine Howard, quinta esposa de Enrique VIII, publicada entre 1906 y 1908.
En 1908 fundó The English Review, donde publicó la obra crepuscular de victorianos tardíos como Thomas Hardy, H.G. Wells, Henry James o John Galsworthy y donde al mismo tiempo descubrió a autores como D.H. Lawrence, Norman Douglas o Wyndham Lewis.
Su papel como editor fue crucial para consolidar nuevos movimientos literarios como el modernismo anglosajón. En 1920 contribuyó a editar una nueva revista, The Transatlantic Review, y en aquella misma época vive una temporada en el barrio de Montparnasse, alternando con Joyce, Hemingway, Gertrude Stein, Ezra Pound o Jean Rhys, y a todos los cuales publicaría. Quizá esa labor editorial y ese espíritu de patrocinio hayan contribuido a ensombrecer su propia, genuina y asombrosa contribución a la narrativa de su tiempo. Su obra es el trasunto perfecto de su propia condición de victoriano gratamente trastornado por la emergencia de las vanguardias.
A los cuarenta y dos años, publicó una de sus obras más conocidas, El buen soldado (1915), novela corta ambientada en los años previos a la Primera Guerra Mundial en la que narra las tragedias en las vidas de dos parejas aparentemente idílicas mediante el uso de complicados saltos temporales y cambios de punto de vista, técnica literaria de la que fue pionero y que ha servido de influencia a obras como Molloy (1951), de Samuel Beckett, o En el corazón del país (1977), de J.M. Coetzee.
Entre 1924 y 1928 apareció su trabajo más ambicioso, la novela de cuatro volúmenes El final del desfile, donde utilizó la misma técnica narrativa que ya había explorado en El buen soldado. Tanto en esta tetralogía como en El buen soldado, refleja la confusión y desesperación de la aristocracia inglesa ante los profundos cambios que para ella supuso la llegada del siglo XX.
La última década de su vida estuvo dividida entre los Estados Unidos y el sur de Francia. Al final de su vida vivió con una artista estadounidense mucho más joven que él, Janice Biala. En 1937 pasa a ser profesor visitante de la Universidad Olivet en Michigan, donde empezó a planear su última obra, The March of Literature (1939). Escrita para el público lector en general, la obra exploraba la historia de la literatura, empezando por el antiguo Egipto y China, hasta llegar a los tiempos modernos. La primera mitad del libro fue escrita durante el verano de 1937 en Michigan, donde permaneció con sus amigos Allen y Caroline Tate. Después se marcharía con Janice Biala, su última pareja, a París y después de su regreso a Michigan, en abril de 1938, terminó su obra.
Murió en Deauville, en el norte de Francia, el 26 de junio de 1939.

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domingo, febrero 22, 2009

BIOGRAFIA

JACK KEROUAC
Jean-Louis Lebris de Kérouac, conocido por Jack Kerouac nació en Lowell, Massachussetts, nacido el 12 de marzo de 1922.
Hijo de emigrantes franco-canadienses, no aprendió a hablar inglés hasta que empezó a ir al colegio católico de su ciudad, a los seis años.
En la escuela secundaria destacó en el fútbol americano lo que le proporcionó una beca para la Universidad de Columbia en 1940. La rotura de una pierna le mantuvo alejado del fútbol una temporada y, a la vuelta, desavenencias con el entrenador Lou Little le hicieron dejar definitivamente el deporte. Poco después Jack abandonaría la universidad y se echaría a la carretera. Recorrió los Estados Unidos trabajando en múltiples empleos y se enroló en la marina mercante, viajando por el Atlántico Norte e Inglaterra. Los viajes continuaron por tierra cruzando Méjico, el Norte de Africa, Europa y Los Estados Unidos acompañado en ocasiones por sus amigos Allen Ginsberg, Neal Cassady y William Burroughs, a los que había conocido en NY.
En 1957 consiguió publicar "En el camino", escrita seis años antes, y en la que desarrollaba su teoría de escribir que bautizó como "prosa espontánea". Inmediatamente obtuvo el reconocimiento del público convirtiendose en portavoz de la Generación Beat. Más tarde publicaría "Visiones de Gerard", "Angeles de Desolación", "Visiones de Cody", "Satori en París", "La Vanidad de los Duluoz", "Los Subterráneos" y "Doctor Sax" entre otras..

Durante el tiempo que pasaba en tierra, también se ganó la vida atendiendo garajes, como periodista deportivo y como guardafrenos en el Southern Pacific Railroad de San Francisco- Se casó tres veces y tuvo una hija

La fama acabó con el tímido alocado de Kerouac, que tenía la costumbre de presentarse borracho a las entrevistas para intentar superar el difícil trance de explicar la mística de las novelas que había escrito muchos años atrás y nadie se había atrevido a publicar.
Murió el año 1969 en Florida, ya retirado de la actividad pública, donde vivía junto a su madre y su mujer, a la edad de 47 años y debido a un derrame interno, producto de una cirrosis.
En su tumba se puede leer el siguiente epitafio "Ti-Jean, ha honrado la vida".
Le fue otorgado un doctorado póstumo por parte de la universidad de Masachusets.

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sábado, febrero 21, 2009

Inexplicable.

Queridos compis del Mono. Yo no he cogido ninguna "mona", a pesar de la otra noche en una cena con mi hijo, haber bebido una copita de tinto del bueno. En mi ordenador figura entre BRAVO, SIGNORE ENGLARO y EL FRIO DEL 25 DE DICIEMBRE, figura, como digo, La fórmula preferida del profesor, cuyas lineas las escribí yo el día 10 de febrero presente. Al lado, en comentarios, pone 3comentarios. Pulso ahí y salen tres comentarios: el 1º de D. Javier Cercas Puerta, haciendo su crítica sobre el libro. También sale su foto -por cierto con una cara de buena gente que no se pué aguantar-, y después contesté a mi manera al mencionado escritor -2 comentarios, por si no salía el primero-. Al cabo de varias horas miré y no sé dónde daría yo, el caso es que todo eso había desaparecido, incluido el blog de La fórmula preferida del profesor. Ayer, yo, enredando, lo ví de nuevo y me encantó. Ahora, me decís que no está. El lunes, aunque me oigais hablar en El Tranvía, no os fieis, que no estoy.
Bueno, Aurora, confío que tú lo encuentres. Si nó, me doy por vencida. Besitos.

jueves, febrero 19, 2009

Quizás por mi despiste.

Soy uno de los alumnos de El Mono Rojo: "Atelier de Creación Literaria y Lectura Crítica". Hace muy poco apareció, como una chispa, el comentario y crítica sobre un libro, del que habíamos hecho mención, que es "La fórmula preferida del profesor" de Yoko Ogawa. La crítica era de D. Javier Cercas Rueda, que agradecí mucho y nos encantó. Yo escribí aludiendo a la citada crítica, pero cuál no sería mi sorpresa -en este caso desagradable- que se borró todo. Me encantaría si ésto lo lee este apreciado escritor, nos la hiciera llegar de nuevo. Nos ilusionaría recuperarla para nuestro blog. Muchas gracias. Tornasol.

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martes, febrero 17, 2009

lunes, febrero 16, 2009

Cuando guste


Están colocados en fila. Equidistantes los unos de los otros y además no se mueven. Alguien los ha colocado de manera ordenada y entre ellos varias personas pasean provistos de prendas de abrigo y zapatos de suela gorda. Miran hacia lo que está en el suelo como queriendo encontrar algún rasgo que les permita reconocer y reclamar, de entre todo lo que ven, lo que ellos entienden es suyo.

El tiempo es bueno y un sol un tanto blanquecino intenta dar calor a la mañana de invierno en el campo. Sin embargo las personas que miran hacia el suelo están todas a la sombra. Aunque ha llovido no hace mucho esta mañana el mal tiempo se ha tomado un respiro que ha dejado el suelo verde y húmedo pero duro, con lo cual caminar sobre él no resulta trabajoso.

Hay un grupo reunido hacia un lado. Están todos juntos y parecen estar entorno a algo que también está sobre el suelo. Estos parecen que hablan entre ellos. Algunos fuman. Otros tienen las manos en los bolsillos de sus pantalones de pana o de sus chaquetas guateadas y verdes, verdes como el campo.

En la zona de umbria destaca la figura de un hombre corpulento. Está de perfil. Vestido y calzado para la ocasión, está parado entre dos de los cuerpos inertes que colocados en fila muy ordenada, equidistantes los unos de los otros no se mueven. No se mueven porque han sido abatidos a tiros en la práctica moderna de una de las actividades más ancestrales del hombre: la caza.

Señoría, cuando guste. El hombre corpulento de la foto dejó el periódico que estaba leyendo encima de la mesa que tenía frente a él y tomando dos grandes carpetas negras rebosantes de papeles se dirigió hacia la puerta. De camino a la Sala se echó la mano al bolsillo de la toga. Tenga un momento las carpetas que me he dejado el móvil en mi despacho.

Esa mañana lo explicó varias veces: ¡¡Caray que me gusta la caza!!

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domingo, febrero 15, 2009

BRAVO, SIGNORE ENGLARO


Por fin ha terminado el lamentable episodio que ha tenido por protagonista pasiva a Eluana Englaro y lo ha hecho, en mi opinión, de la mejor manera posible. Resulta paradójico que pueda calificarse de “mejor” a algo que ha terminado con la muerte de una persona, en este caso una mujer de 38 años de edad, de los que los 21 últimos habían transcurrido en estado vegetativo. Si utilizo ese término es porque considero que la forma en que ha concluido el asunto es la más compasiva para los afectados, esto es, para Eluana y su familia, y pienso que la compasión es, en su sentido de compartir el dolor con quién lo sufre, el único sentimiento a nuestro alcance en un caso como éste.

Ríos de tinta han corrido en las últimas semanas sobre el particular; muy diversos han sido los puntos de vista desde los que se ha tratado como también lo han sido las opiniones y argumentos utilizados en los medios de comunicación. No es mi intención volver sobre ellos. Pero sí hay un aspecto que quiero destacar y que no he visto ni oído que haya sido objeto de comentario en las encendidas polémicas que se han suscitado.

Nos hemos acostumbrado a lo largo de estas semanas a ver en prensa y televisión la sonrisa radiante y luminosa de ese estudiante de 21 años que era Eluana poco antes de quedar reducida al estado de coma en que ha permanecido tanto tiempo. Las denominadas asociaciones “pro vida” - ¿qué tendrá que ver la vida con el estado de Eluana?, me pregunto yo – han hecho un uso machacón de esas imágenes, sabedoras del partido que para su posición podían sacar de ellas, de esa representación de vida y energía que irradiaban, como diciendo: “esto es lo que quieren matar”.

Obviamente no conozco a los padres de Eluana, tan sólo he leído una entrevista hecha recientemente al padre, de la que he sacado la conclusión de que es un hombre de un temple y una coherencia fuera de lo común. Y ciertamente hay que ser de una pieza para no haber cedido a la tentación de utilizar en la agotadora lucha que ha mantenido un recurso fácilmente a su alcance y que hubiera resultado demoledor para las campañas desatadas en su contra. Me refiero a hacer pública una foto de su hija que reflejara su estado real: una mujer de casi 40 años, inconsciente, alimentada e hidratada artificialmente desde hace 17 años y conectada por un sinfín de tubos a una máquina. Es más que probable que si esa imagen hubiera sido del público conocimiento, “il cavaliere” hubiera perdido parte del súbito y postrero interés que mostró en el asunto. ¿No creéis?

Pues pese a ello y pese al mal cariz que el asunto llegó a tomar, el Sr. Englaro no cayó en la tentación, sin duda por el deseo de no ver violada aún más la intimidad de Eluana, y prefirió seguir luchando con las demás armas a su alcance que no le violentaban ni a él ni a su hija.

Bravo, signore Englaro.

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martes, febrero 10, 2009

La fórmula preferida del Profesor.

Otra semana menos. Ya soy muy viejo, por eso me he identificado tanto con el inigualable Profesor de Yoko Ogawa, y además también me gustan las matemáticas, no tanto como a él, por supuesto. Me dice mucha gente: Tornasol, ¿por qué no cambias ya de abrigo, hombre de Dios? ¿Cambiaríais vosotros de chaqueta? no, ¿verdad? El Profesor aunque parece despistado -él no tiene la culpa-, no posee un pelo de tonto.
Su abrigo es parecidísimo al mío. No nos lo quitamos ni para dormir. A parte de estar muy calentitos, -ya no tenemos las calorías de la gente joven-, es nuestro caparazón impenetrable. Nos escondemos, cuello encogido, bajo su forro y los periodistas no nos persiguen. Aunque no lo sospecheis, tanto el Profesor de la asombrosa fórmula, como un servidor, somos famosos y odiamos la Prensa Rosa. Yo soy feliz sólo con mis amigos Tintín, capitán Haddock, Hernández y Fernández y la Castaffiore y el otro, ó sea El Entrañable Profesor, sí el de "La Fórmula preferida del Profesor" está agustísimo con la asistenta y su hijo Root, bautizado por el sabio, como "Raiz Cuadrada" TORNASOL.

domingo, febrero 08, 2009

EL FRIO DEL 25 DE DICIEMBRE

QueridoS Tornasol y Efímera, Peter, Hispaniola: mis monos rojos, dice el viejo profesor que me echa de menos.
No estoy.
Esa Palimp ya no existe.
Una parte ya no está y la otra hace esfuerzos. La cuesta es a veces empinada. El frío que todo lo invadió el 25 de diciembre se ha hecho fuerte y no parece querer irse.
Otras, sin embargo, engaña y, las pestañas pintadas y el morro reluciente, sale a la calle disfrazada de valiente: fingiendo.
Pasa el día y llega la noche y Palimp se encuentra sola, y solo Palimp ya no es bastante para Palimp.
Escribe, me dicen.
Y a quien le interesa.
¿Acaso soy la primera que pierde lo que yo he perdido? ¿O acaso contaría algo que no hubierais ya oído? ¿o crees que sería capaz de contarlo mejor?
“No estéis tristes si me amáis” me lo repito una y otra vez.
Resuenan frases ya escritas por otra Palimp, lágrimas secas, alma mía te esperé, pena honda. Entonces Palimp no sabía, ahora ya sí.
Las voces me llegan de lejos, de muy lejos, y yo “estoy bien, gracias”.
Olvidé cómo escribir, ya es vano lo que un día quise contar. Una palabra detrás de otra, te acuerdas Peter?
Pero acucian los papeles que rellenar, las fotocopias que adjuntar.
Fechas para cumplir.
Y el frío que sigue, sigue dentro y fuera.

A veces la burocracia, sí, la burocracia, actúa como bálsamo.
Que no nos oiga Larra.

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sábado, febrero 07, 2009

La 116 y River Side Drive

Jack Kerouac, En el camino (fragmento):

" Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida, mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas. "

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martes, febrero 03, 2009

PAN CON PAN...

Buenas tardes, hermosos, queridos niños: Me encantaría conseguir que mis buenas maneras, aquéllas que me inculcaron mis padres cuando era como vosotros, y también la paciencia perduraran, y transmitíroslas cada día. Por desgracia, ahora eso de preservar cosas importantes, ideas y valores extraordinarios, es cada vez más difícil. Vivimos y transitamos por el mundo, al revés. Sí, casi, casi, eso que estais pensando. Se camina con la cabeza en el suelo y se piensa con los piés. Acabo de leer una noticia en la prensa que me ha extrañado un montón. En Badalona, un pobre mendigo, (esto no lo pongais nunca en una redacción, si es mendigo a la fuerza tiene que se pobre, qué tonta) Pues el pobre entró en una panadería, supongo que para prepararse un bocata, -porque ya habría comprado previamente la mortadela-, y robó media baguette. Se llama François, es francés, por eso no quiso una chapata. La otra media barra, al disputársela, quedó en manos de la panadera. ¿Sabeis la pena que el fiscal le ha impuesto por eso? Año y medio de cárcel. A mí me parece excesivo, porque si el pobre tenía hambre, que para eso era pobre, (según rezan las obras de misericordia si se es católico, y si no se es, también) es justo y humano "dar de comer al hambriento" y, según decía mi abuela "comer sin pan es de tontos". Pero es que, fijaos las connotaciones y diálogos de besugos que ésto puede ocasionar.
Al robar el pan, otro transeunte que entró al establecimiento, dijo: no le apreseis, el hombre PARECE MÁS BUENO QUE EL PAN, y además cogerá sólo un corrusco porque A BUEN HAMBRE NO HAY PAN DURO. La panadera entonces advirtió al mendigo: GANARÁS EL PAN CON EL SUDOR DE TU FRENTE. El mendigo la agarró de la solapa de la blusa (ahí se perdió) y la imploró POR FAVOR, DAME PAN Y DIME TONTO. S'il vous plaît
A FALTA DE PAN BUENAS SON TORTAS, y como el pobre vió que la muy rácana no se compadecía, la recordó con muy buenas maneras el Padrenuestro: DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA, pero ni por esas. Sólo se pudo llevar la mitad de la baguette. Menos mal que son largas y cunden mucho. A mí no es que me guste quebrantar el 7º Mandamiento de la Ley de Dios, pero...¡media barra!... Estoy decidida a pagar la fianza. Creo que un abogado conocido de por aquí estará de acuerdo y me podrá asesorar, sea lo que Dios quiera. De todas formas, queridos, vosotros a estudiar y no os preocupeis de estas simplezas. Sabed que los niños habeis venido a este perro mundo CON UN PAN BAJO EL BRAZO. Tornasol.

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lunes, febrero 02, 2009

iluminados

por Eduardo Galeano: (publicado en facebook)

-¿Qué vas a ser cuando seas grande? -me preguntaban los grandes, y yo mentía que no sabía.Pero sabía. Yo iba a ser jugador de futbol, santo o pintor. Por patadura y por pecador tuve que renunciar, desde temprano, a la pelota en los pies y al halo en la cabeza. Algún tiempito más me duraron las ilusiones del pincel en la mano: un vecino de casa, Giscardo Améndola, artista profesional, era tan bondadoso que me estimulaba a seguir cometiendo chambonadas contra su noble oficio. Un día, Améndola me hizo el honor de invitarme a acompañarlo. Un bar de la costa, El Malecón, que tenía ventanales abiertos sobre la playa, le había encargado un mural. Fuimos caminando. Améndola no llevó caja de pinturas, ni pinceles, ni escalera, ni nada. No era así como yo me imaginaba a Miguel Angel camino de la Capilla Sixtina, pero no hice preguntas. Nos esperaba una gran pared, toda pintada de negro. Améndola se plantó ante la pared y allí se quedó, un largo rato, mirándola fijo. Cada tanto, se rascaba el mentón. Y yo pensaba: ¿Va a pintarla, o va a hipnotizarla? Por fin, sacó del bolsillo una moneda de cinco reales, una gran moneda de plata, de borde dentado, y se subió a una silla. Moneda en mano, atacó la pared. Y el filo de la moneda hirió la pared con largas líneas blancas, que se cruzaban sin ton ni son. Yo lo miraba hacer, callado la boca, sin entender esa esgrima; hasta que después de unas estocadas, vi aparecer un faro en la negrura, un poderoso faro que se alzaba entre las rocas y daba luz al oleaje bravío. Han pasado los años, y todavía creo que la negra pared de aquel bar había estado esperando ese faro, un faro nacido de una moneda, para salvar del naufragio a los marineros de los barcos y a los borrachitos del mostrador. Era eso lo que la noche de la pared estaba necesitando; y el artista era artista porque había sabido escucharla.

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domingo, febrero 01, 2009

A AÑOS LUZ

Con cierta frecuencia aparecen en los medios de comunicación noticias sobre astronomía que suelo leer con atención aunque mis conocimientos sobre el tema no den para mucho. Desde que mi madre me enseñó en mi adolescencia los nombres y la posición de algunas estrellas, he sido un aplicado observador del cielo nocturno, pero mis escasos conocimientos de física me han impedido sacar auténtico provecho de algunas voluntariosas lecturas sobre la materia. Ello no ha desanimado mi curiosidad, que se ha mantenido íntegra a lo largo de los años a nivel meramente divulgativo.

En esta línea leí hace pocos días una breve pero curiosa reseña periodística sobre una observación astronómica realizada recientemente de un hecho registrado el 11 de noviembre de 1572, hace más de 436 años.

Las distancias entre los astros, como es bien sabido, son de tal magnitud que para ellas se emplea una unidad de medida específica, el año luz, equivalente a la distancia que recorre la luz en un año a razón de 300.000 kms. por segundo. Tan disparatada velocidad, impensable para la mente humana, no impide que la luz de la estrella más cercana a la Tierra - después del Sol - tarde en llegar a nosotros más de cuatro años. Y es la excepción, porque hay cientos de ellas a miles e incluso millones de años luz.

Esto da lugar a un fenómeno que, si bien puede explicarse de forma perfectamente lógica, no deja de tener algo de mágico o incluso poético. Al observar el cielo una noche despejada podemos estar viendo la luz de una estrella que ya no existe; bastará para ello que se haya extinguido hace menos años que el número de años luz que dista de la Tierra.

Esta paradoja encierra imágenes muy poderosas, hasta el punto de que me viene en ocasiones y con distintos motivos a la cabeza. La última vez que me ha ocurrido ha sido mientras leía en la prensa las recientes declaraciones de un personaje político español que ocupó las más altas magistraturas de la nación. Tras la relativa sorpresa inicial no pude evitar sentirme como el observador nocturno que está mirando una estrella extinguida a años luz de la Tierra, una estrella cuya luz llega a nosotros con enorme retraso pero que ya no existe, un eco del pasado. Lo que no conseguí encontrar en este caso fue el lado poético.

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En ocasiones es muy difícil romper esto que llaman blanco y comenzar colocar letras sobre el papel. Y esta es una de ellas. ¿Qué contar? ¿Qué decir? ¿De qué escribir?. Llevas pensando y pensando horas, horas que se convierten en días y de pronto llega la hora y no hay nada. El vacío. Y claro el vacío no es precisamente literatura. Vacío, blanco.

“Blanco” que me lleva inmediatamente al blanco de esos lienzos perfectamente enmarcados que en galerías y museos se exhiben sin reparo. Recordemos, lienzos blancos prisioneros de un marco, que no muestran otro color que no sea pintura blanca. Si lo se la pintura blanca es ya un color. Pero que sólo haya pintura blanca sobre un lienzo blanco no deja de resultar chocante al profano en la materia, que siempre con ganas de aprender, “pone el oído” amén del ojo, cuando con ellos se encuentra por ahí. . Y escucha que ese trozo de lienzo prisionero y anclado a la pared “nos muestra el resumen de los colores que en la tierra existen”, prometo que lo he escuchado. Lo que escucha uno lo oye en un tono tal que el profano en la materia, es decir yo, marcha a casa convencida de colgar en el blog una hoja en blanco resumen de todos los mis relatos habidos y por haber.

No obstante me invaden dudas. Y de inmediato comprendo que he sido infectada por un brote de ACNI (ataque creativo no identificado), virus peligroso donde los haya y bastante común hoy en día. Con lo cual vuelvo a pensar, horrible vicio, en que por qué el lienzo en blanco es una obra de arte y el folio en blanco publicado no.

Con el ACNI a cuestas, bueno no acuestas, más bien dentro, andaba yo, cuando no se me ocurre otra cosa que dirigir mis pasos hacia El Museo. Siempre me ha gustado ese edificio. Siempre. Solemne. Tranquilo. Discreto. Un edificio que despide un magnetismo infinito que emana de un interior repleto de historia y de arte.

Atravieso el amplio hall y me dirijo hacia la exposición que estos días vive de forma temporal en El Museo. Copias romanas de esculturas griegas. Fondos procedentes del propio Museo, unas veinte y otras tantas del Museo de Dresde.
Al entrar te quedas como las estatuas de dentro. De piedra. Penetras en otro mundo, piensas. Luego piensas dos veces, en esta ocasión es bueno hacerlo, y llegas a la conclusión de que en realidad te has quedado como ellas, porque ellas, las estatuas son como tú: humanas. Por eso te son cercanas. Bellas en ocasiones, en otras no tanto. De proporciones perfectas o tal vez no. Pero ese si tu mundo. Un mundo lleno de efebos y musas, de niños y ancianas, de muchachos que se coronan con hiedra, de Apolo y de Venus. Paseas entre Sueños y entre Ninfas. Entre rostros y cuerpos. Lo haces en medio de un respetuoso silencio pues tienes la sensación de que las figuras duermen un plácido sueño de años que las ha dejado quietas, pero que las mantiene vivas y temes despertarlas y que desaparezcan de tu vista. Así están y así han de seguir para poder recordar al contemplarlas que la belleza existe y que nosotros los hombres somos en ocasiones capaces de fabricar belleza con nuestras manos. “Entre Dioses y Hombres” vive actualmente en El Museo del Prado.

Al abandonar El Museo lo hice por otra puerta diferente a la de entrada. En mi recorrido me acompañaron los cuadros de siempre, que a modo de amigos que no fallan, saben te esperan en su casa y te reciben a gusto. De nuevo la calma. Calma momentánea, porque de inmediato pienso, esto de pensar es de horror, que al llegar a casa me estará esperando sobre la mesa la hoja en “blanco” y aún no se qué decirle.

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CAE LA NIEVE.

Cae la Nieve.- Fríos días: Comienza febrero y nieva sobre el parque. Unos gorriones minúsculos picotean chinas con hielo que acaban de descubrir ¡qué novedad! ¿cómo caerán tantas plumitas de allá arriba? Chicos, venid, mirad cómo me revuelco. Su primera nevada. Algo más allá, un oscuro montón medio oculto lanza un graznido que asusta a las aves. Vuelan a saltitos, piando, indefensas. Consiguen reguardarse en el capot acolchado, aunque frío, de un coche que alguien dejó ahí, entre los árboles ya con copos. El oscuro montón sigue reposando. Su negrura destaca en la inmaculada nieve del parque, y su pico amarillo también. ¡Niños, fuera de la cama! ¿a qué esperais para admirar tanta belleza? Esto no ocurre todos los días, ni, tal vez, todos los años. Venga, perezosos. Vuestro hombre de nieve os aguarda. Está seguro de vuestra imaginación. Trae a tus hermanos. Hay nieve suficiente. Hace falta mucha para formar el cuerpo, la cabeza, la nariz. ¡Ah! y no se te olvide el sombrero viejo de papá y la bufanda de colorines. Tratadle con cuidado y con buenas maneras, pues él tambien tiene alma. Tornasol.

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