miércoles, julio 25, 2007

CARTA A NICOLA

Te escribo porque nunca te enfadabas. Ni tan siquiera cuando te confesé que te quería. Pero que de ese amor había un poquito que era por un recuerdo. De pequeña en el mar, por un niño con el pelo rubio como el tuyo, que me miró los quinces días mientras jugaba en la arena. En vez de irte, te sentaste a mi lado en el Espigón. Vimos ovnis, estrellas fugaces, el susurro de los ancianos pescadores nocturnos dándose la vuelta por nuestras risas. Antes de que reformaran el paseo, cuando Gandía estaba aún desierta en noviembre y sólo estábamos tú y yo en todas la calles. De Tavernes al Grau, únicos caminantes a destiempo. La ciudad en la que ahora vivo huele a arbustos mojados y óxido en los ascensores. Ya reconozco a los vecinos, el papelero me guardas las óperas. Bea me llama llorando, Charly está feliz porque ya es profesor de universidad. El próximo viaje es a Grecia. Ya sé que hay que cumplir con lo que nos juramos. No volver a ese paseo, tan horrible después de la gran reforma. Nada de lo agreste. Ni de la noche tragándose todo mientras el agua atravesaba nuestros dedos ¿Sigues con ese resquebrajado clarinete rodando por el mundo? Más vale hacerse carpintero, te decían los viejos lanzando su caña. Las risa nos atragantaba, y entonces me describías el pequeño Avon, el tonto París, el frío Ámsterdam. De lo que habríamos jugando juntos de niños, en otra vida. Escondiéndonos en las raíces de los árboles, hablando japonés como mínimo, por que habría sido en otra ciudad claro.
Ya sé que tu amigo Patriccio murió. Y que tu hermano Remí sigue estudiando pájaros en Madagascar ¿Llegarán mis palabras antes de que te marches? No me dejas contarte de mi nuevo amor porque lloras. No me dejas que te muestre un pedazo de mi mundo nuevo, sigues buscando los dibujos que te hacía sobre los ojos. Pero ya son invisibles, como las tardes que tocas en el puente de Praga o las serenatas a los turistas delante de la catedral de Colonia. No te marches sin que te lleguen. Sobre los tejados donde vivo hay gatos, saltan, caen siempre de pie. Algunos tienen el pelo amarillo. Y entonces viene tu nombre, el nombre del niño desconocido. Los gatos se acurrucan bajo el árbol, hacen agujeros. Antes que todo se pavimente y el cemento arrase las aceras.
Un abrazo amigo.

SOMBRAS

INSPIRACIÓN OCNOS

Lo confieso, fue tu sombra partida en dos sobre el jardín. La farola iluminando los resquicios de los portales, la línea de tu rostro. La certeza de que nunca había visto unos ojos como los tuyos, enormes. Ahora las plazas silenciosa, menudas, se han convertido en alargados senderos metálicos. A veces un destello de sol cae sobre el libro que voy leyendo, el vagón traquetea. Se ahoga unos instantes. A veces creo haberte visto. Tantas caras pareciéndose, vulgares como la inmensidad. ¿El tiempo habrá deformado tu mejilla? ¿Habrá, acaso, dulcificado tu mirada? Ya no corro tras cualquier sombra. Me doy un poco de risa, algo muy escondido, vergüenza. Eso es en el balcón mientras miro la noche. Estelas de novios en la parada del autobús. Canciones de amor en inglés saliendo de la radio. Nunca los idiomas cultos que tú hablarás. Ni los paisajes preciosos como tarjetas postales. La penumbra recayendo en mis manos ¿Por qué el tiempo ha desdibujado tu cara? Pero fue eso sí, tu sombra en dos moviéndose lenta sobre las piedras. Bailabas alrededor de la farola aunque no hubiera lluvia. Reías. Tus ojos oscuros tan grandes. La plaza giraba en ecos sordos hasta que caímos al suelo. El tiempo voló sobre nuestras cabezas. Una presencia oscura nos vino de un salto. Lo ha cubierto todo. Dúctil, mortífera.

domingo, julio 15, 2007

MADAME BOVARY ACABA DE SUICIDARSE ENTRE MIS MANOS

Acuérdate, te lo conté hace unas semanas, son 150 años los que han pasado desde que Gustave Flaubert publicara su novela, usos y costumbres provincianas.
Caprichos del fin de semana, costumbres capitalinas, y por pura casualidad, fui a ver “Odette”, te lo recomiendo, no te la pierdas. Una historia me lleva a pensar en la otra, francesas como ya te puedes imaginar, pero no solo por ello. Una Amélie madura, sí pero con más historias. Odette es provinciana, belga, de Charlerroi, su existencia se reparte entre vivir soñando y soñar con su admirado escritor. El se llama Baltasar Balsán, escribe, tiene éxito, una familia de reportaje de revista de decoración. Cuando escucha la opinión que un crítico prestigioso sobre su obra, se desencadena una catástrofe en esa vida de éxitos. Su mujer le engaña, su hijo se avergüenza de él, que reniega de sus lectores (lectoras todas ellas) aborrece lo que escribe. Sale huyendo de sí mismo y es cuando conoce a Odette, lectora entregada que ha idealizado al escritor, no confunde a la persona con el escritor. A ella le gusta lo que él escribe porque le hace soñar, vivir como si su vida fuera otra. Admira al escritor, no al hombre. Es una mujer que consigue ser feliz en un mundo en que cualquiera sería desgraciado.
Y yo no he podido evitar pensar en Emma, la tenía entre mis manos. Las he confrontado, no te ofendas Gustave. Anverso y reverso. Emma sueña otra vida, desprecia lo que le rodea, cree vivir el sueño romántico en el paseo por el bosque, en casarse a medianoche a la luz de las antorchas. Odette duerme frente a una fotografía de un crepúsculo a tamaño natural. Emma destruye a todos los que le rodean en aras de ese ideal romántico y de ilusiones infantiles. Odette conoce a sus hijos y los quiere como son. Emma reniega de la pequeña Berthe. Odette baila al son de Josephine Baker, trabaja noche y día. ¿Porqué Emma se casa con Charles? Es el quien elije. Odette va al encuentro del escritor, no del hombre.
Baltasar le debe la existencia a Odette, a su lectora, pero ella existiría sin haberle conocido. Emma sale a buscar amantes que le hagan olvidar la existencia aburrida y provinciana, el matrimonio sin alicientes. Sueños de lujos y de amores desgraciados. Ella inventa a sus personajes. Amontona las deudas, ignora todo de los números. Odette es perfecta ama de casa impecablemente peinada y vestida, gracias al séptimo arte. Emma desespera al descubrir la verdadera naturaleza de su amante, Leon, acaba envenenándose y muere en su propia cama. Odette ha acunado en sus brazos la agonía de su marido, y redime al escritor: hada madrina de extrarradio.
¿Está todo esto como dicen los franceses “tiré par les cheveux”? tradúcelo como cogido con alfileres. Pero no puedo dejar de recomendarte a Odette, refresco para el verano, que solo durará unas semanas. En cambio Emma durará muchos años más, ya son 150. Podríamos hablar del escritor y de su personaje, de las dos caras del romanticismo, la réplica que supuso Madame Bovary a los ideales románticos, el deleite por la forma, la prosa también como objetivo. El tardó más de 4 años en crear a Emma, yo le doy las gracias. Gustave dijo “Madame Bovary c’est moi”, todos somos Emma Bovary, todas.

miércoles, julio 04, 2007

TRES REGALOS El Tercero

Tiré de la punta del globo con tanta fuerza que el garbanzo golpeó tu libro, oh, te partió el diente. Estuve detrás del muro pero tu madre te llevaba del hombro al salir de la enfermería. Di vueltas, la vía del tren, el templete viejo, no se me ocurrió otra cosa que dejar un carta llena de versos en tu buzón. No pudimos estar solos en un mes. Examen, correcciones. Ni una sola mirada hasta la noche de las hogueras. Vamos sólo a asomarnos, dijiste, dicen que Rosendo es muy feo pero que canta como Dios. Cuando sea más grande quiero ser heavy ¿y tú?. No sé, quizá poetisa o algo. Toma anda, ponte esto. Abriste la caja de bombones y las chapas y el cinturón de cuero brillaron ante las llamas. Se lo he cogido a mi hermano, así aparentaremos por lo menos quince ¿a que sí? La mella asomó por tu sonrisa. Te pregunté, te duele, ¡Qué va! Si el verano pasado mi primo me descalabró la frente ¿No ves la cicatriz? El mundo pesó tanto en ese instante. Tos ojos verdosos, las pecas, por cuanto tiempo podría recordar todos los detalles. Juan, dije, es tu santo, podríamos ir de paseo o algo. Tengo fichas para los coches de choque. Además tú no eres tan feo ¿sabes? La noche abierta se deslizó a tu espalda. Todas las estrellas desaparecieron. Tu cara delante, no parabas de saltar. Anda, te sabes alguna canción del roquero, no ¿verdad? Tendré que enseñarte, dijiste, es que te vas a quedar tonta de tanto Bécquer y de tanto Neruda. Tiraste de mi hasta llegar a la primera fila. Un tumulto de calor dorado nos envolvió. Cuando sea más grande me compraré una moto y recorreré el mundo, dijiste. Entonces me solté de tu mano aunque seguí sonriendo. La gente silbaba, giros, giros. Voces, risas, los fuegos artificiales estallando. Pero cuando vuelva vendré a verte, gritaste. A lo mejor ya no estoy. Te pusiste a mi lado sacudiendo mis hombros. Ya lo sé, pero igual vengo y puede que hasta tenga ya el diente reconstruido. Te lo prometo. No cruzaste los dedos así que respiré y me puse a saltar en el torbellino. Cuando nos volvamos a ver ¿nos reconoceremos? El estruendo de los cohetes lo iluminó todo ¡Sí! te contesté, ya lo verás. Por ejemplo llevaré esta chapa siempre puesta. Te toqué la cara, el alivio de tu sonrisa ¿Me la regalas?

TRES REGALOS El Segundo

Es una fotografía: Un sudario tapa tus brazos devastados a pinchazos. Tu madre quiere besarte, peinarte, pero la sujetan. No para de gritar nunca supe nada. Nunca extrañé nada. Le quitan el peine, me piden que lo esconda. Ella se cae al suelo, tu juventud le quema las entrañas. Isabel dámelo, por favor, dámelo. Le dan agua, la bebe entre arcadas. Sus ojos se van cerrando poco a poco, morados. Rezan. Rezan hasta que se duerme.
Cierro la puerta. Nos quedamos solos, tú y yo. Tengo las manos tan frías que no percibo tu piel acartonada. Primero paso los dedos por tu frente. Paso el peine por tus rizos, muy lento ¿Te acuerdas de la pluma que me regalaste? La llevé en mi estuche muchos meses. En el patio, cuando los niños me empujaban, me iba al rincón y escribía con ella. Le puse tu nombre aunque fuese de madera. Le puse tu nombre a muchos versos también. Todos repletos de azules y amarillos. Lejos de los portales oscuros a los que ibas. Lejos de las calles iguales. Lejos del olor a ácido y a limón. Cuando venías, no te los podía leer por vergüenza. Pero tú me sonreías y me abrazabas. Tu corazón latía cada vez más despacio. Alejándote. Cubro tu cara con la sábana. Siempre cubro tu cara. Siempre pongo la mano en tu pecho. Tu madre estás detrás de mi. Me sonríe. Me dice lo mucho que me quieres. Me da la mano. Todos están alrededor pero ella ya no llora. Me da la mano ¿Vamos a rezar?

domingo, julio 01, 2007

Debajo del toldo


No olvidéis el bronceador, las gafas y los libros. Os recomiendo algunos de mis favoritos, para que os paséis por vuestra librería y los hojeéis. Luego, como siempre, deberéis elegir.

Nadan dos chicos, de Jamie O´Neal. Ed. Pre-Textos.
El regreso, de Joseph Conrad. Ed. Funambulista.
Las horas, de Michael Cunninggham. Ed. El Aleph
Los girasoles ciegos, de Alberto Mendez. Ed. Anagrama
Una casa para siempre,de Enrique Vila-Matas. Ed. Anagrama
Crónicas marcianas, de Ray Bradbury. Ed. Minotauro
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, de Haruki Murakami. Ed. Tusquets
Los sonámbulos, de Hermann Broch. La trilogía está compuesta por: Pasenow o el romanticismo; Esch o la anarquía y Huguenau o el realismo. Ed. Palabra en el tiempo (Creo que ya no existe).
Las aventuras del valeroso solado Schvejk, de Jaroslav Hasek. Ed. Destino.
El día de la independencia , de Richard Ford .Ed.Anagrama
Y aunque seguimos con las correcciones, os deseo un verano muy feliz.

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