sábado, enero 30, 2016

Eily Mavourneen - (from The Lily Of Killarney by Jules Benedict) - J.J. ...

Joan Sutherland Balfe Siege of Rochelle T'was in the garden beauti...

jueves, enero 28, 2016

Conferencia «Antonio Buero Vallejo, un teatro crítico, rebelde y esperanzado», a cargo de Antonio Chazarra.

Antonio Buero Vallejo

Centenario del nacimiento de Antonio Buero Vallejo (29/9/1916-29/4/2000)
Viernes 29 de enero.19.00 horas. Conferencia «Antonio Buero Vallejo, un teatro crítico, rebelde y esperanzado», a cargo de Antonio Chazarra. Preside Enrique Tierno. Presenta Francisco Castañón. Invitación. Sinopsis. Imágenes. Citas en medios: La Vanguardia | Te Interesa | Telecinco | Escritoadrede | El Economista | Spain News | Telemadrid | Madridpress | Literatura Noticias |
En el transcurso del acto rinden homenaje al activo ateneísta Antonio Buero Vallejo leyendo diversos textos:
Pedro Sánchez, Paz Ballesteros, Miguel Losada, Luz Olier, Manuel Espín, Rosa Bustelo, Rafael Simancas, Pedro López Arriba, Mercedes Lezcano, Ignacio Amestoy, Pilar Guerrero, Ángel M. Samperio, José María Alfaya,  Francisco Ortuño, Ana G. D’Atri, Eduardo G. Peribañez, Maripaz González, Graciela Rodríguez.

Ingresa en el Ateneo con fecha 21/07/1948, Socio nº 986, con la profesión de pintor. El 30/03/1985 es nombrado Socio de Mérito. Causa baja el 30/04/2000 por fallecimiento.
Durante años frecuentó el Ateneo casi a diario. Las mañanas se instalaba en la Biblioteca donde pasaba largas horas escribiendo y leyendo. En los pupitres de la Biblioteca del Ateneo escribe “Historia de una escalera” (según testimonio del ponente y miembro de la Junta de Gobierno Antonio Chazarra). En un autógrafo que dedicó en un libro de la Biblioteca en 1995 se definía como “antiguo socio y muy agradecido a su biblioteca”.
"Por las tardes, frecuentaba la tertulia de la Galería de Retratos en las que se reunía entre otros con su amigo de siempre Ramón de Garciasol, con Felipe García Ibáñez, director de Ediciones Cid, con el abogado Rodolfo Vázquez y con Pedro Dicenta, sobrino del famoso actor Manuel Dicenta".(Del artículo "Antonio Buero Vallejo, en su ardiente oscuridad" de Miguel Losada. Libro Ateneístas Ilustres I).
El Ateneo de Madrid posee un retrato del dramaturgo que se expondrá en el evento.  

viernes, enero 22, 2016

Te esperamos en el Ateneo de Madrid, el sábado 23


lunes, enero 18, 2016

PERO, POR OTRA PARTE, ¿QUIÉN NECESITA DOS OJOS?

Merodea el prudente caballero, nuestro enlutado paladín, alrededor de la cueva del monstruo, que, apostado en el más intrincado rincón de la caverna, otorga cartas de naturaleza de patriota. Por allí desfila todo Dublín, dispuesto a rendir tributo a su Señoría.

El hijo de Dan, el traidor, ha consumado su fechoría, no sin la necesaria ayuda, mientras el prudente Leo, empeñado en sus obras de misericordia y comprometido en su particular Liga contra el Alcohol, de todo opina, a todos pretende hacer razonar. Mas sus “Lo que yo quiero decir….” y “Pero, por otra parte….” son vanos; el monstruo brama y brama sobre la Vieja Guardia y los muchachos del 67. Nada es bastante para la Causa, en tanto no afecte a la bolsa. Eso de tener un solo ojo no es tan mala cosa.


Los verdugos ofrecen sus servicios, los fantasmas pasean por las calles y el prudente caballero termina por perder la parsimonia que le ha encumbrado. Ahí es Troya. El mundo se le viene encima por extranjero, por masón, por judío, por tibio, por metomentodo, por abstemio, por cornudo, pero, sobre todo y ante todo, por roñoso.

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viernes, enero 15, 2016

Nos vemos en Barney Kiernan´s el próximo 27 de enero


Lita Mora Millán en Vuela Pluma


domingo, enero 10, 2016

LA NIEVE DEL ALMIRANTE (Álvaro Mutis) 2ª parte

Como ha señalado Sanz Villanueva, con Maqroll se nos ofrece la ensoñación fabulística de un mundo inexistente. El Gaviero se refugia en un pasado de esplendor imaginado por desdén a un presente prosaico y decepcionante. Como quien desde la verga de la gavia pretende penetrar en lo desconocido, oteando más allá del horizonte, Mutis/Maqroll intenta calar lo más hondo posible en la realidad, es decir, conocer la condición humana, sus determinantes psicológicos, sus ambiciones y esperanzas; en suma, sus fantasías y quimeras.

Todos estos componentes son ya perfectamente reconocibles en su primera novela, La Nieve del Almirante, en la que el Gaviero acomete el ascenso, a través de la selva, del Xurandó, empresa de motivaciones tan inciertas como probable fracaso. En el discurrir del lento viaje, la selva, en un proceso pausado pero firme, irá devorando a los pasajeros, con las exclusivas excepciones del mecánico, indio oriundo de esas selvas, y del enigmático mayor, único extraño al medio, al que solo la disciplina militar y la violencia extrema permitirán subsistir sin quebranto apreciable en el ámbito hostil de la jungla.

El final de la aventura nos devolverá a un Maqroll físicamente mermado y moralmente maltrecho, una vez más enfrentado al fracaso y la decepción, que en este caso particular asumirá diversas variantes: desde la confirmación del absurdo de su empresa comercial hasta la pérdida del capitán, con el que parecía unirle la compartida inquina del destino, para culminar con la ruina de la Nieve del Almirante y la desaparición de Flor Estévez, único fondeadero seguro en su periplo.

Nada de ello arredrará al Gaviero. Como revelarán obras posteriores, más bien lo reafirmará en su desigual combate, que lo llevará a enfrentar una tras otra aventuras tan difíciles de justificar como de llevar a buen puerto. Pero de eso se trata: de mantener el pulso hasta el final. Así nos lo hace saber Mutis en uno de sus más conocidos poemas:

AMÉN

Que te acoja la muerte
con todos tus sueños intactos.
Al retorno de una furiosa adolescencia,
al comienzo de las vacaciones que nunca te dieron,
te distinguirá la muerte con su primer aviso.
Te abrirá los ojos a sus grandes aguas,
te iniciará en su constante brisa de otro mundo.
La muerte se confundirá con tus sueños
y en ellos reconocerá los signos
que antaño fuera dejando,
como un cazador que a su regreso
reconoce sus marcas en la brecha.






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jueves, enero 07, 2016

Easter 1916, by William Butler Yeats

I
I have met them at close of day
Coming with vivid faces
From counter or desk among grey
Eighteenth-century houses.
I have passed with a nod of the head
Or polite meaningless words,
Or have lingered awhile and said
Polite meaningless words,
And thought before I had done
Of a mocking tale or a gibe
To please a companion
Around the fire at the club,
Being certain that they and I
But lived where motley is worn:
All changed, changed utterly:
A terrible beauty is born.

II

That woman's days were spent
In ignorant good will,
Her nights in argument
Until her voice grew shrill.
What voice more sweet than hers
When young and beautiful,
She rode to harriers?
This man had kept a school
And rode our winged horse.
This other his helper and friend
Was coming into his force;
He might have won fame in the end,
So sensitive his nature seemed,
So daring and sweet his thought.
This other man I had dreamed
A drunken, vain-glorious lout.
He had done most bitter wrong
To some who are near my heart,
Yet I number him in the song;
He, too, has resigned his part
In the casual comedy;
He, too, has been changed in his turn,
Transformed utterly:
A terrible beauty is born.

III

Hearts with one purpose alone
Through summer and winter, seem
Enchanted to a stone
To trouble the living stream.
The horse that comes from the road,
The rider, the birds that range
From cloud to tumbling cloud,
Minute by minute change.
A shadow of cloud on the stream
Changes minute by minute;
A horse-hoof slides on the brim;
And a horse plashes within it
Where long-legged moor-hens dive
And hens to moor-cocks call.
Minute by minute they live:
The stone's in the midst of all.

IV

Too long a sacrifice
Can make a stone of the heart.
O when may it suffice?
That is heaven's part, our part
To murmur name upon name,
As a mother names her child
When sleep at last has come
On limbs that had run wild.
What is it but nightfall?
No, no, not night but death.
Was it needless death after all?
For England may keep faith
For all that is done and said.
We know their dream; enough
To know they dreamed and are dead.
And what if excess of love
Bewildered them till they died?
I write it out in a verse --
MacDonagh and MacBride
And Connolly and Pearse
Now and in time to be,
Wherever green is worn,
Are changed, changed utterly:
A terrible beauty is born.

martes, enero 05, 2016

LA NIEVE DEL ALMIRANTE (Álvaro Mutis) 1ª parte

Toda la obra, tanto poética como narrativa, del colombiano Álvaro Mutis podría resumirse en un único personaje, Maqroll el Gaviero. El Gaviero, en su deambular por el mundo del trópico, siempre perseguido por la remembranza de antiguas singladuras, por principio más venturosas que las actuales, condensa todo el mundo de Mutis, desde su primera aparición, en los poemas de “Los elementos del desastre” –toda una declaración de principios, el título- hasta la última de las siete novelas que integran la suma de Maqroll el Gaviero.

Como marinero que se ocupa de la vela más alta del palo mayor de una nave, el gaviero es quien está allá arriba, en lo más alto, frente al cielo y el mar inmensos, en completa soledad. Según propia confesión del autor, el Gaviero bebe de sus lecturas de Conrad, de Melville, sobre todo de Moby Dick, pero al contrario de lo que pudiera pensarse, Maqroll no va en busca de aventuras, sino que son las cosas las que le ocurren a él, son los conflictos y los desastres los que lo encuentran. Hay en ello una suerte de predestinación, un hado fatal, que no por asumido resulta menos inexorable.

En el fondo, como se ha dicho, Maqroll es un aventurero del espíritu. El Gaviero, alter ego de Mutis, es un solitario viajero errante, que entre puertos y hoteles de mala muerte, sobrevive como puede, a merced del tiempo, que todo lo muda a peor, y del lento poder destructor de la naturaleza del trópico, en particular, y de la vida, en general. A semejanza del barco maltratado por las olas, así se debate Maqroll entre la plenitud pasada y la decadencia actual.


Como Conrad en “El corazón de las tinieblas”, Mutis es consciente de que la selva es algo más que exuberancia y colorido; también es sutil descomposición, lenta podredumbre, a la que el hombre extraño al medio sucumbirá. Así se aprecia en Maqroll, en el que en ocasiones advertimos un tono de delirio ausente de toda grandilocuencia, que revela la debilidad mórbida y febril que surge de la selva. Selva disfrazada de una vitalidad que disimula la decadencia y el horror que se imponen como ley no explícita.

(Cont.)

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