martes, enero 05, 2016

LA NIEVE DEL ALMIRANTE (Álvaro Mutis) 1ª parte

Toda la obra, tanto poética como narrativa, del colombiano Álvaro Mutis podría resumirse en un único personaje, Maqroll el Gaviero. El Gaviero, en su deambular por el mundo del trópico, siempre perseguido por la remembranza de antiguas singladuras, por principio más venturosas que las actuales, condensa todo el mundo de Mutis, desde su primera aparición, en los poemas de “Los elementos del desastre” –toda una declaración de principios, el título- hasta la última de las siete novelas que integran la suma de Maqroll el Gaviero.

Como marinero que se ocupa de la vela más alta del palo mayor de una nave, el gaviero es quien está allá arriba, en lo más alto, frente al cielo y el mar inmensos, en completa soledad. Según propia confesión del autor, el Gaviero bebe de sus lecturas de Conrad, de Melville, sobre todo de Moby Dick, pero al contrario de lo que pudiera pensarse, Maqroll no va en busca de aventuras, sino que son las cosas las que le ocurren a él, son los conflictos y los desastres los que lo encuentran. Hay en ello una suerte de predestinación, un hado fatal, que no por asumido resulta menos inexorable.

En el fondo, como se ha dicho, Maqroll es un aventurero del espíritu. El Gaviero, alter ego de Mutis, es un solitario viajero errante, que entre puertos y hoteles de mala muerte, sobrevive como puede, a merced del tiempo, que todo lo muda a peor, y del lento poder destructor de la naturaleza del trópico, en particular, y de la vida, en general. A semejanza del barco maltratado por las olas, así se debate Maqroll entre la plenitud pasada y la decadencia actual.


Como Conrad en “El corazón de las tinieblas”, Mutis es consciente de que la selva es algo más que exuberancia y colorido; también es sutil descomposición, lenta podredumbre, a la que el hombre extraño al medio sucumbirá. Así se aprecia en Maqroll, en el que en ocasiones advertimos un tono de delirio ausente de toda grandilocuencia, que revela la debilidad mórbida y febril que surge de la selva. Selva disfrazada de una vitalidad que disimula la decadencia y el horror que se imponen como ley no explícita.

(Cont.)

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