lunes, febrero 27, 2006

La obra del duelo de Jacques Derrida: Panegíricos del fin del mundo

La muerte significa el fin del mundo y, a la vez, el fin del mundo es la muerte. Esa convicción vertebra esta obra en la que el filósofo Jacques Derrida (-2005), francés de origen argelino, se despidió de algunos de sus amigos. Los textos constituyen una reflexión recurrente en sus escritos: la presencia de espectros y fantasmas.
Publica Babelia en su edición del 25-02-2006 Por Isidoro Reguera.
Parece que el título de la edición original americana de esta recopilación de textos necrológicos y oraciones fúnebres de Derrida, The work of mourning (Chicago, 2001) es más elegante, por claridad y sencillez, que el que elige la edición francesa, o española: se trata de la obra del dolor de Derrida sobre el recuerdo de una figura muerta y de la obra del dolor de esta muerte sobre la propia persona de Derrida. Quizá sean éstos los textos más autobiográficos que escribiera nunca Derrida, efectivamente, porque descubren sus emociones de hombre y amigo, y confesiones sin tapujos en primera persona y en ocasiones duras. A Derrida le hubiera dado vergüenza proponer un libro como éste en Francia, y en su lengua. La insistencia y trabajo de recopilación de discípulos y amigos le hacen publicarlo en Estados Unidos, pero, desbordado el círculo de los destinatarios originales, vuelve a Francia en la versión que traduce ahora Pre-Textos, en la que Derrida hubo de añadir aún los recordatorios de dos nuevas muertes: la de Granel y la de Blanchot. Al año siguiente de esta edición francesa moriría él mismo, en octubre de 2004.El libro reúne, pues, "textos de duelo" de un "melancólico superviviente", "provisional" y "solo", escritos tras el fallecimiento de intelectuales amigos (Barthes, Paul de Man, Foucault, Benoist, Althusser, Jabès, Deleuze, Lévinas, Lyotard, Blanchot...). Resultaría interesante leerlo junto a “La isla desierta” (Pre-Textos, 2005) de Deleuze ("a pesar de tantas diferencias, aquél de quien me he considerado siempre más cerca"), para percibir el ambiente de esta generación (pos)sartreana, a la que pertenecen la mayoría de los recordados (que son muchos más que los que acabo de citar) y que Hélène Cixous llamó de "los incorruptibles". Un detalle entrañable: "Es una pena que dediquéis tanto tiempo a esa institución, preferiría que os dedicáseis a escribir", decía Deleuze -más retirado, reposado, sedentario- a Derrida y Lyotard, que fueron fundadores del Colegio Internacional de Filosofía.El título de la edición francesa y castellana complica las cosas, pero ofrece el (sin)sentido profundo que recorre el libro: cada vez única (la muerte significa), el fin del mundo. O cada vez único, el fin del mundo (es la muerte). Ambas cosas dicen lo mismo, sobre todo al modo filosófico francés de pensamiento, en el que Derrida sigue discurriendo: el fin del mundo (que significa o es la muerte) es el fin del único mundo que existe cada vez, singular, irreversible; es decir, el final (repetido) de todo mundo posible, del mundo mismo como tal. "La muerte proclama cada vez el final del mundo en su totalidad, y cada vez el final del mundo como totalidad única, por lo tanto irreemplazable y por lo tanto infinita. Como si la repetición del final de un todo infinito siguiera siendo todavía posible"... Esto es lo que quiere decir mundo para Derrida: un imposible significado total, infinito, único, irreversible e irreemplazable, cada vez que perece, que sólo resulta posible por la muerte, imposible, a su vez, como repetición única, cada vez, de un final de mundo así.Es curioso que, si existiera algún Dios, solucionaría estos absurdos: ni la muerte sería única, cada vez, ni el final de un mundo sería el fin del mundo, cada vez, o viceversa. "Dios quiere decir: la muerte puede poner fin a un mundo, pero no significa el fin del mundo. Un mundo siempre puede sobrevivir a otro. Hay más de un mundo. Más de un mundo posible". Eso es lo que nos gustaría creer... "Pero la muerte no deja lugar, ni la menor oportunidad, ni al recambio ni a la supervivencia del solo y único mundo". ¿Entonces? Es difícil entender la altura (religiosa) de esta lógica repetitiva, donde todo es único en el absurdo, y cada vez ("como si la repetición del final de un todo infinito fuera aún posible..."). ¿Quiere decir esto que también Derrida, el deconstructor, se habría movido en el círculo repetitivo de la unicidad, de acuerdo a su lema más frecuente en el siglo XX, según Jean Luc Nancy, "la frase de Wittgenstein de que "el sentido del mundo está fuera del mundo", dando por sentado que no hay nada fuera de él"?Este libro, así pues, es, efectivamente, la obra del duelo de Derrida por sus amigos, y en ese sentido, un emocionado recordatorio necrológico de personalidades relevantes; pero también el reportaje de otros tantos golpes del destino sobre el propio Derrida en los últimos 24 años de su vida. ("Tendré que errar solo", escribe a la muerte de Deleuze.) Si lo primero (con el título inglés) es un panegírico informativo teñido de duelo, lo segundo (con el francés) es absurdo filosófico, enternecedoras metáforas, fruto de la demolición (conceptual) interior que siempre produce el trato con la atrocissima inimica. De ahí esta lógica paradójica y seudopesimista de la repetición única absoluta, que tiñe este gran libro en general. "Este libro es un libro de despedida. Es un adiós. Cada vez único. Pero es el adiós de un saludo que se resigna a saludar la posibilidad siempre abierta, incluso la necesidad del no-retorno posible, del fin del mundo como final de toda resurrección". ¿Ante quién se resigna Derrida, ante la necesidad o ante la posibilidad? (Bendito sea en cualquier caso). ¿Lo sabrá ya?

martes, febrero 21, 2006

¿ Dónde está Peter Pan?

Acaso, el capitán Garfio le ha echado de Nunca Jamás. Esperamos que venga con sus quince fichas de los Bundren, el próximo lunes .

Bienvenida, Afchina

En el zaguán vislumbramos a una nueva afectada por Faulkner. Pronto nos sorprenderá con sus fichas. El lunes, a las siete.

Faulkner y Raymond Carver

“Tengo verdadero afecto y respeto por los textos recogidos en este volumen, no ya por su valor biográfico o académico sino porque reflejan con total honestidad la pasión del espíritu que los integra”, explica Tess Gallager, segunda esposa de Raymond Carver en el “Prólogo” del volumen, sintetizando el valor de esta póstuma recopilación de sus obras.
Publica El Cultural en su edición del 16/2/2006. Por José Antonio Gurpegui.
El material recogido es de lo más heterogéneo, desde los relatos más primerizos hasta poemas y reseñas literarias pasando por el fragmento de una novela o distintas “Introducciones”. Indudablemente la calidad literaria de este material apenas si soporta una lejana comparación con su obra más depurada, aquélla de “Catedral” en los relatos o “This Water” (creo que todavía inédito en castellano) en sus poemas, pero la información que nos ofrece sobre Carver es impresionante.De sobra es conocida la admiración que Carver sentía por Hemingway; y es aquí donde encontramos el referente necesario. Según William Stull, auténtico editor de la obra, uno de los profesores dio este consejo al joven Carver: “Lee todo lo que caiga en tus manos de Faulkner y luego lee todo lo que puedas de Hemingway para limpiarte la mente” (pág. 17). Y en verdad que siguió el consejo, pues el primero de los relatos, “Tiempos revueltos” resulta ser una emulación tan clara de Faulkner como será de Hemingway el poco más tardío “Los aficionados”. Los poemas apenas si aportan algo a lo ya conocido y desde luego que cualquier comparación con sus relatos resulta, cuando menos, grotesca. Más interesantes son las “Introducciones” y los dos “Ensayos”; pero sobre todo destacan las reseñas, o “Crítica literaria”. En algunos casos, le valieron alguna que otra enemistad. Barthelme no supo encajar la negativa opinión que tenía Carver sobre “Great Days”.Se esté o no de acuerdo con las apreciaciones literarias de Carver, lo cierto es que en todas ellas demuestra una capacidad analítica, un modelo crítico literario fuera de lo común. Me ha interesado especialmente “La fama no es buena, no la quiero para mí” sobre las “Cartas selectas” de Sherwood Anderson en las que también él es capaz de “traspasar una línea oscura que nadie está dispuesto a cruzar” (pág. 201).
Ficha:Sin heroísmos, por favor. Raymond Carver. Trad. Jaime Priede.Bartleby Eds. Madrid, 2005. 245 páginas, 15 euros

viernes, febrero 17, 2006

EL POEMA NUMERO SETENTA Y CINCO DE TRILCE

UNA EVOCACION

A veces pienso en vosotros. Ya no siento las profundas punzadas en el estómago, pero el eco de vuestras carcajadas sigue siendo claro. Hacíais un corro. Dábais vueltas una y otra vez a mi alrededor. Reíais y me señalábais. Sin saber que estábais muertos. A algunos nunca más os he vuelto a ver. Flotais en la nada y el olvido. Otros, habeis cruzado la calle a mi lado, con vuestros hijos detrás. Sin reconocer mi rostro. Como si un gran espejo, brillante, silencioso, os hubiera cegado la mirada. La mitad de vuestro tiempo dormido, marchito, llegando por fin a doblar la esquina. Uno cogía piedras y me las lanzaba. Logró hacerme daño en un hombro. Y yo cerraba los ojos y os gritaba, que en el fondo, estábais muertos.

viernes, febrero 10, 2006

“A SANGRE FRIA” CAPITULO III: RESPUESTA

Comprendido entre las páginas 153 y la 232, dividido en 24 bloques.
Transcurre en 2 líneas paralelas: Perry y Dick por un lado, que ya han regresado desde Méjico a los EEUU y por otro lado los investigadores junto con la policía, hasta que éstos logran alcanzar a los 1ros. Llegamos al punto central de la novela.
Este punto crucial de la novela es el pasaje en donde se obtiene al fin la confesión de los hechos por los asesinos, en el coche, ya esposados. Esa voz narradora omnisciente, ha ido revelando a lo largo de todo el relato cómo ha sido esa noche de los asesinatos, por lo que el lector ya ha ido conociendo a los asesinos, no así la policía.
Los investigadores van a lograr localizar a los culpables, atraparlos y que confiesen.

Entra en escena Floyd, persona que inspira el hecho a los asesinos. Gracias a él la policía llegará al principal hilo conductor, en el que la investigación se sustentará. Floyd cuenta cómo conoce a Herb Clutter 11 años antes, cuando trabaja para él por algún tiempo: “flash-back”, le cuenta a Dick la existencia de una caja fuerte, que es fruto de su imaginación, con la única finalidad de fanfarronear (flota la idea de la casualidad, de lo que escapa a la razón, lo aleatorio, lo imprevisible…). De momento Floyd se guarda de contarlo a la policía, por temor a los otros reclusos: surge la sensación de una “justicia” en paralelo, que obra dentro de las cárceles.

Por fin Alvin Dewey obtiene las fichas de los culpables.

Destacar el símil del gato: Marie, esposa del agente que investiga, cuenta a su marido que al ver las fotos de las fichas policiales de los sospechosos, su mirada le trae el recuerdo de un gato enjaulado que despertó en ella compasión y al acercarse a él, vio unos ojos “llenos de odio y rencor”. Más tarde, ya al final del capítulo, Perry, observando la calle desde la ventana de la celda, se identifica con los 2 gatos famélicos, vagabundos, sin dueño ni hogar “sucios y extraños… extrañas e inteligentes costumbres” (página 230).

Entrevistan a los padres de Dick, tratando de encontrar las armas del crimen.
Las pruebas apuntan finalmente hacia ellos, Dick y Perry.
Momento de suspense en que parece que van a volver a cometer otro crimen: el encuentro con el viajante Bell, que escapa milagrosamente a una muerte segura…

Recorrido de los sórdidos lugares por los que han ido pasando los asesinos.
SENSACIÓN DE RASTREO, SE VAN ACERCANDO A ELLOS

Los policías visitan a la hermana de Perry, que reniega de él. Pero que se queda trastornada y se entrega en solitario a la bebida mientras mira las fotografías de su niñez: “Compartían un destino común, contra el que la virtud no era una defensa”. ¿Se echa ella, fatalmente, también a perder?

Necesitan una confesión.
LA IMPRESIÓN DE ACECHO, LA ACTITUD DEL PERRO DE CAZA SE ACENTUA: “El quipo de de agentes se movía sin hacer ruido…” ya saben que están cerca, lo presienten: lo huelen (es la página 181).
Dick se hace de tantos cheques falsos, que finalmente se delata a sí mismo: codicia.
Sueño premonitorio de A.D.: obsesión.
El ritmo del relato aumenta su cadencia al alternar párrafos de los asesinos con los de sus perseguidores.
Encuentro con el niño y el viejo: La diversión de encontrar las botellas, la naturalidad del niño ante sus situación, la inversión de los papeles al ser el niño quien cuida del viejo… parecen unos personajes irreales
Por fin el arresto: Son atrapados con las pruebas en sus manos.
Dick es presentado como un violador de menores, al que Perry impide realizar el crimen. Capote se ha decidido claramente por defender a Perry, con quien se siente identificado…
Un último retazo de la vida de los Clutter: el relato de Bobby, relato de H.B. a Bobby sobre el recuerdo de una noche de navidad de su infancia. Imagen de Nancy a caballo.

Es el bloque nº 23, justo antes de finalizar el capítulo cuando, en coche, esposados, narran pormenorizadamente los hechos. De hecho, es el bloque de narración más largo del capítulo: el crucial.
Los asesinos cuentan cada uno su historia, su infancia, y por fin, tras la confesión narran lo que ya hemos ido sabiendo desde el principio, pero en secuencia y en primera persona: es la escena del coche, el tramo más extenso de todo el capítulo.
Imagen: Mientras van en el coche “Perry va contando los esqueletos de los coyotes que adornan las cercas de la fincas”.

El capítulo finaliza al caer el otoño. Los asesinos entre rejas, las puertas se cierran tras ellos y la gente se va a cenar a sus casas. Primera nevada. (Los muertos).

lunes, febrero 06, 2006

Lo encontré

Palimpsestos, en un arranque salió flechada hacia la librernía que pensó estaría abierta al finalizar el Mono Rojo de hoy, lunes 6 de febrero. Y lo encontró.
Quedaban 2 ejemplares en Crisol de Castellana, cerca de Cuzco. Uno de los dos pasa a ser de su uso, de Palimp, se entiende, el otro queda reservado para cualquiera del Mono Rojo: está reservado durante unos día al nombre de este taller.

AVISO - AVISO - AVISO: que me dice que no va.


Me dice esta pelma del Mundo de los Adultos que el lunes estará ausente del Mono. Paradojas del destino: tiene que organizar la presentación de un aburrido libro. Me manda informe a los habitantes lectores de este lado de varias cosas:

a) Que esto que me ha dejado es la primera parte de un comentario a la primer capítulo de un libro y que continuará.

b) Que lo deja porque recuerda, o lo que es igual sabe, que se le encargó el comentario del mismo. Como todo en cualquier sitio leer y escribir es cuestión de empezar y lo que ella pensaba que se podría colocar en un folio, de repente me cuenta, que no, que le sale algo más larguito. Que le ha dado por pensar en imagenes dentro del libro que está dentro del capítulo de este libro escrito por un señor llamado igual que un pedazo de tela roja y sobre el que está trabajando. Y trabaja tratando de encontrar lo que de cine tiene el libro. En fín que ha dejado por aquí el avance. Pero continúa con ello.

c) Que el relato tipo "novela negra" (cosas raras se hacen allí) está con él. Que lo tiene, dice ella. Y he intentado que me hable de esto de las novelas de colores, ya que yo me digo que si las hay negras las habrá blancas o bien azules o amarillas. Personalmente lo encuentro fascinante, pero ella está como que "rara" y me ha mirado "peor" y lo que es peor de verdad, es que no me ha contestado. ¿Quizá no haya respuesta?. Pero que el relato parace ser que existe.

d) Que algo que tiene un título que se repite y acaba en "ón" está con ello, bueno con él. De cualquier forma está rara. Creo que tiene que ver con el "tripartito" pero yo aún no lo he logrado establecer la conexión.

El caso es, que os lo pone en circulación y promete finalizarlo.

domingo, febrero 05, 2006

A sangre fría – Los últimos que los vieron vivos.

La historia
Primero de los cuatro capítulos en que la novela está estructurada. En él Truman Capote nos describe el escenario (Holcomb, pequeño pueblo de Kansas) donde se va a cometer el crimen. Una vez descrito el mismo, asistiremos a la reconstrucción del “día anterior” de la familia Clutter. En paralelo, iremos viendo igualmente, al “día anterior” de los asesinos. Ambas historias al final confluyen en la trágica mañana de domingo 15 de noviembre de 1959, en la que a primera hora son descubiertos en la finca de River Valley, residencia de los Clutter, los cuerpos sin vida de Nancy, Bonnie, Kenyon y Hubert. Los cuatro maniatados y brutalmente asesinados, aparentemente sin móvil alguno. Como indica el autor “En ese momento, ni un alma los oyó en el pueblo dormido… cuatro disparos que, en total, terminaron con seis vidas humanas”. (Cuatro disparos que al final causan seis muertes).

A lo largo del primer capítulo asistimos a “presentaciones”. Capote nos va introduciendo lentamente en el pueblo y en los seis personajes principales. La familia Clutter, Perry Smith y Dick Hickcock.

Familia Clutter.
Capote a la hora de presentar a la familia utiliza un esquema muy sencillo pero que repite en cada uno de ellos. Primero nos habla de ellos con su correspondiente campo semántico y luego los coloca en un escenario muy concreto que nos completa la información que de manera directa hemos recibido en el texto. De este modo nos deja de una manera muy sutil una forma de libertad a cada uno. Tenemos la libertad de fijarnos en aquello que más nos llame la atención en el mundo que rodea a cada personaje. Veamos los escenarios:

El escenario del señor Clutter es su despacho. El de Bonnie la habitación donde duerme, que no su dormitorio. A Kenyon nos lo sitúa “en la leonera del sótano” y a Nancy nos la coloca en su cuarto “rosa, blanco y azul”. La descripción de cada uno de estos cuatro ambientes es un potente correlato que aporta una gran cantidad información, información que cada uno de nosotros podemos procesar de diferente manera. Sino veamos.

Sr. Clutter.
Campo semántico.
Del señor Clutter no hay que avanzar mucho en el libro para forjarnos una idea de su perfil. “El amo de la granja de River Valley, Herbert William Clutter, tenía cuarenta y ocho años y, como resultado de un reciente examen médico para su póliza de seguros, sabía que estaba en excelentes condiciones físicas”. Todo el campo semántico que rodea al señor Clutter nos lleva a que sintamos admiración y un profundo respeto hacia su persona y el relato mediante unas muy sutiles pinceladas nos va dibujando el retrato de este hombre con sus claros y sombras. Podemos sentir admiración “Seguro de lo que quería de la vida, el señor Clutter lo había obtenido, en buena medida”. Sabemos igualmente que lleva veinticinco años casado y que es padre de cuatro hijos. “Sus normas eran leyes” leemos igualmente así como “No tienes compasión. Si un día encuentras a uno de tus hombres bebiendo lo despedirás. Y no te importará que su familia se muera de hambre” pero ambas imágenes que pueden llevarnos a distanciarnos del Sr. Clutter se compensan de inmediato con palabras como caritativo, ecuánime, buenos sueldos, gratificaciones, informaciones de cómo no le gustaban los “cócteles ni las cenas frías a las diez” y continuas referencias a sus buenos hábitos. Es un continúo ir y venir de mensajes “positivos” que van llenando la persona del cabeza de familia. Curiosa la referencia a su “buen manejo en la cocina “sus pastelitos de coco”, si bien y de nuevo compensa “no era en absoluto glotón”.

Escenario. Su despacho. Magnifico. “Aquella habitación era su retiro, un ordenado santuario revestido de paneles de nogal donde, rodeado de barómetros, pluviómetros, cartas geográficas y unos prismáticos, se sentaba como el capitán en su cabina de mando, timonel que conducía River Valley en su, con frecuencia, peligros viaje por las estaciones” (Pág. 24). Por si esto no nos es bastante y aún no nos hemos enterado de quién es el Sr. Clutter encontramos más adelante: “Documentos enmarcados que recordaban los acontecimientos importante de su carrera lucían en las paredes revestidas de nogal de su despacho: un título universitario, un mapa de la finca de River Valley, distinciones al mérito agrícola y un certificado muy adornado con las firmas de Dwight D. Eisenhower y John Foster Dulles mencionando sus servicios en la Junta Federal del Crédito Agrícola”. Dos secuencias de cine. Para acabar de redondear la escena al Sr. Clutter nos presenta a “sus maravillosos” cuatro hijos y al final de Bonnie, su mujer, el único personaje débil del grupo, (Pág. 50).

Dos magníficas imágenes de “cine”.

Nancy
Campo semántico. Ágil, radiante, alegría, no desperdiciar, aprovechar, enseñar, deber, estar a disposición de, organización, “aquellos ojos suyos, a la justa distancia uno del otro” (equilibrio), pelo brillante, toda la información que recibimos es absolutamente positiva. Como esa tarta “se quedó un buen rato contemplando aquella obra digna de un premio: las cerezas, recién salidas del horno, hervían aún debajo del crujiente enrejado de pasta...” tarta perfecta, hecha por ser perfecto. Quizá una futura versión femenina del Sr. Clutter. “Tiene carácter. Le viene de su padre”. Para no cargar demasiado sus numerosos dones el relato nos indica continuamente que todo lo “hace sin “darse aires, sino por el contrario con radiante alegría”.

Escenario.
Su cuarto. El primer párrafo de la Pág. 58 nos muestra el dormitorio de Nancy que por fin nos muestra a Nancy. “Era la habitación más pequeña y personal de la casa, femenina y tan frívola como un tutú de bailarina, era de color rosa, azul o blanco”. La perfecta Nancy era al final de todo una adolescente de pocos años. En su cuarto descubrimos un diario escrito con tres caligrafías diferentes y esa niña, esa adolescente que vivía en un mundo rosa, blanco y azul hacía sólo unos pocos había empezado a madurar y lo sabemos porque nos cuenta Capote que había elegido “una caligrafía que denotaba incipiente madurez”. Nancy estaba cambiando y probablemente estaba a punto de tomar importantes decisiones en su vida. Nunca lo sabremos. La escena de su cuarto se cierra de forma brutal. Vemos a Nancy, ella no lo sabe pero nosotros si, eligiendo su propia mortaja: “un vestido de terciopelo rojo, el más bonito que tenía confeccionado por ella misma”. Sangre, el vestido era del color de la sangre.

De nuevo, creo otra gran escena, en la cual sobran las palabras y en la que sólo con ver sabemos cosas.

Kenyon.
Campo semántico.
Mucho más desdibujado que se hermana se nos presenta el personaje de Kenyon. El hermano pequeño. No obstante. nos lo clava en un párrafo: “su temperamento no correspondía tanto al hijo del Sr. Clutter como al hijo de Bonnie. (Pág. 43). Todo el campo semántico de Kenyon (que por cierto había inventado una freidora “una sartén eléctrica, honda como un puchero” Pág. 42) nos lleva a hacernos una idea, una sensación de persona solitaria “en su mundo nos dicen”. Las palabras que le acompañan nos hablan de herramientas, desorden, cosas rotas que en ocasiones arregla, fusiles, caballos. No era como su hermana, tenía el pelo color “cáñamo”, es decir opaco, sin brillo. Tenía que usar gafas. “Jovencito espigado, pero con esa falta de coordinación muscular...” Sólo tenía un amigo” luna, coyotes, noches… No hace falta pensar mucho para llegar a la conclusión de que era la otra cara de la moneda de Nancy. Ágil ella, torpe él. No tenía muchos amigos él, ella vivía en un continúo estar con gente. Sol y luz y pelo brillante, Nancy. Luna y noche y pelo apagado Kenyon. Era raro, nos dicen directamente en otra parte (Pág. 54) Kenyon, leía y tocaba la trompeta y cazaba, era un buen tirador, con su único amigo. Comparemos sensaciones: Kenyon volvía con los patos muertos colgados a la cintura, mientras que Nancy nos saca del horno cerezas hirviendo debajo de un crujiente enrejado de pasta. Sensaciones distintas, ¿no?.

Escenario.
“Una cómoda de caoba forrada de cedro, que el mismo había hecho y que pensaba darle a Beverly, como regalo de boda. Ahora, allí, en lo que llamaban leonera del sótano, le daba la última mano de barniz. La leonera… estaba amueblada casi exclusivamente con muestras de su trabajo de carpintería”. Este es el mundo de Kenyon: el sótano y sus inventos. En la página 54 su mismo padre nos lo dice: “recuerdo que el señor Clutter el propuso que se fuera al sótano, a su leonera”. Un crío aún, perdido en su mundo. Un mundo subterráneo del que salía para perseguir coyotes a la luz de la luna o para cazar conejos. Un mundo del que también salía para cuidar las flores que crecían debajo de la ventana de la habitación donde dormía su madre.

Pero la imagen es la de ese sótano que existe debajo de la gran residencia de River Valley. Kenyon no tuvo tiempo de salir de él, no tuvo tiempo de crecer, pues en esa “leonera” atado y descansando su cabeza sobre dos cojines le encontraron con un tiro en la frente, sin vida.

miércoles, febrero 01, 2006

LAS 5 VOCALES

Carta al director en un diario nacional

"Acabo de ver en la televisión estatal a Lucía Echevarría diciendo que
Murciélago es la única palabra en nuestro idioma que tiene las cinco
vocales. ¡Confiturera, frene la euforia!

Un arquitecto escuálido llamado Aurelio (o Eulalio... o Ausencio) dice que
lo más auténtico es tener un abuelito que lleve un traje reticulado y siga
el arquetipo de aquel viejo reumático, desahuciado y repudiado, que
consiguiera en su tiempo ser esquilado por un comunicante que cometió
adulterio con una encubridora cerca del estanquillo (sin usar estimulador).

Señora escritora: si el peliagudo enunciado de la Ecuación la deja
irresoluta, olvide su menstruación y piense de modo jerárquico. No se
atragante con esta perturbación, que no va con su milonguera y meticulosa
educación, y repita conmigo, como diría Cantinflas: ¡Lo que es la falta de
ignorancia!

José Fernando Blanco Sánchez".