martes, febrero 26, 2008

No hago otra cosa que pensar en ti (Serrat)

No hago otra cosa que pensar en ti...
Por halagarte y para que se sepa,
tomé papel y lápiz,
y esparcí las prendas de tu amor sobre la mesa.
Buscaba una canción y me perdí
en un montón de palabras gastadas.
No hago otra cosa que pensar en ti
y no se me ocurre nada.
Enciendo un cigarrillo, y otro más...
Un día de ésos he de plantearme
muy seriamente dejar de fumar,
con esa tos que me entra al levantarme...
Busqué, mirando al cielo, inspiración
y me quedé "colgao" en las alturas.
Por cierto, al techo no le iría nada mal
una mano de pintura.
Miré por la ventana y me fugué
con una niña que iba en bicicleta.
Me distrajo un vecino que también
no hacía más que rascarse la cabeza.
No hago otra cosa que pensar en ti...
Nada me gusta más que hacer canciones,
pero hoy las musas han "pasao" de mí.
Andarán de vacaciones…
(Joan Manuel Serrat)

martes, febrero 05, 2008

Fiódor Dostoyevski

Nos da pena abandonar a los escritores de Samuel Beckett y Knut Hamsun. Jacques Morán busca a Molloy, vamos en lastre a Leeds, donde cargaremos carbón para San Petesburgo.

Paloma García-Atance escribe sobre el hambre y cerramos Hanbre.

La semana próxima comienza la inmersión Dostoyevski. Me contaron que estuvieron leyendo novelas de William Faulkner durante un año. Les conté que es saludable hacer lo mismo con FD.

Dostoyevski inicia el diario:" Rusia es para Europa uno de los enigmas de la esfigie".

Nosotras, como Obama: Yes we can. Por cierto, Obama ha resultado ser un tapado.

Me voy a la cama, antes de escribir más tonterías, a releer Los Hermanos K.

¡ Qué suerte!

Besos. A tí, muchos más. Y tú, no seas coqueto.

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Cómo me gustas Doris

La escritora Doris Lessing, de 88 años, recibió anoche, de manos de Staffan Carlsson, embajador de Suecia en la capital británica, el Premio Nobel de Literatura, en una ceremonia efectuada en la galería Wallace Collection, en Londres. Entre los asistentes al acto, en el cual se rindió homenaje a la autora de El cuaderno dorado, figuró el dramaturgo Tom Stoppard. En la ceremonia la escritora calificó a George W. Bush como “una calamidad mundial”.
Informan Agencias
Al conocer la noticia de haber sido distinguida con el máximo galardón de las letras, por periodistas que se apostaron fuera de su casa en Londres, el pasado octubre, Lessing manifestó con su típica franqueza: “Gané todos los premios en Europa, todos los malditos premios. Estoy encantada de ganarlos, todos (...) es una escalera real”.Undécima mujer galardonadaEn su discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura que envió a Estocolmo, leído en su nombre, Doris Lessing acusó al presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, de privar a las personas de la posibilidad de comprar libros o escribir por su “reino del terror”.En una entrevista con el diario El País, de España, se la citó diciendo que los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 no fueron “ni tan terribles ni tan extraordinarios como ellos (los estadounidenses) piensan”.Lessing también llamó al ex primer ministro británico Tony Blair “un desastre para Gran Bretaña”, y al presidente estadounidense, George W. Bush, “una calamidad mundial”.La escritora nació el 22 de octubre de 1919, de padres británicos, en lo que es ahora Irán, y en 1925 su familia se mudó al actual Zimbabwe. Pasó tiempo en un convento antes de asistir a una escuela de niñas, que luego abandonó.Lessing se fue de su casa, se casó y divorció dos veces y tuvo tres hijos. En 1950, el año en que se mudó a Londres, publicó su primera novela, Canta la lluvia.El éxito le llegó con la historia de El cuaderno dorado, publicado en 1962, representando el enojo y agresión femeninos mediante su narradora.En la década de 1970 y principios de la de 1980, Lessing se volcó a la ciencia ficción, con la serie Canopus in Argos, antes de regresar a la ficción realista.En la década de 1990 escribió dos volúmenes de su autobiografía. Su novela más reciente es La grieta (2007).
Doris Lessing es la undécima mujer en conseguir el Premio Nobel de Literatuta.Antes recibieron el galardón Selma Lagerlöf (Suecia), Grazia Deledda (Italia), Sigrid Undset (Noruega), Pearl S. Buck (Estados Unidos), Gabriela Mistral (Chile), Nelly Sachs (Alemania), Nadine Gordimer (Sudáfrica), Toni Morrison (Estados Unidos), Wislawa Szymborska (Polonia) y Elfriede Jelinek (Austria).

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sábado, febrero 02, 2008

A VUELTAS CON EL “HAMBRE”

Ninguna de nosotras hemos padecido hambre, decíamos. Pero sí que hemos oído a nuestros padres, tíos, abuelos, hablar de ello.

- ¿Hambre dices? Aun no ha pasado suficiente tiempo, eso que crees que es el hambre no es ni su sombra. El olor del hambre diría yo, es lo primero que sientes. Sube por la boca del estómago, mordiendo la garganta y brotando hacia fuera. Te doblabas sin poder evitarlo. Dolían hasta las orejas: las entrañas se retorcían. Cuando llegues a sentir algo ligeramente cercano, podrás pensar que se parece al hambre. Pero había algo aún peor que el hambre, era el miedo al hambre. Tener la certeza de que volvería a rugir hasta amordazarte, el desvarío inundaba los sueños y la luz te cegaba sólo por asomar al amanecer: el frío y el hambre.
Escuchaba estos relatos sentada a la mesa, sin rechistar, sin moverme, y por supuesto, evitando mirar aquel plato de potaje que odiaba desde que la Semana Santa se anunciaba.
Tía Aurora sólo trataba de inculcarnos algo de obediencia y disciplina. Ya nos conocíamos el resto de la historia.
- Yo sí que he pasado hambre. Si hubierais eras vivido la guerra no pondríais mala cara ni al pan duro.
El plato de potaje seguía amenazando, aunque humeaba un poco menos.
- En épocas de guerra no teníamos ni fruta, ni garbanzos, ni pan.
Elena y yo nos mirábamos. El bacalao era lo que no le gustaba ella y a mí me asqueaba la verdura flotando como trapos mojados.
- Recuerdo una vez, alguien nos consiguió cuatro naranjas: ¡un festín! Para los ocho que éramos en casa, con aquello comimos por lo menos diez días.
Aquí nos contaba que convertían las naranjas en 3 platos.
- Por eso vosotras debéis dar las gracias por tener la comida a diario ¡y postre! Hija se sufre mucha en guerra. Dios quiera evitaros que conozcáis una guerra. Y lo peor: una guerra civil.
- Te prometo que no volveré a decir que no tengo hambre- Decía con un hilo de voz.
- Y otra vez, no se cómo, conseguimos una barra de pan, fue la primera comida en ocho días. Qué tonta fui, se me ocurrió guardar el trozo que me dieron y lo guardé en una caja de metal: la de los tesoros. Pensaba que aquello crecería como un fruto. Todos los días lo miraba diez, veinte veces; lo observaba y hasta me parecía que crecía. Los demás se comieron su trozo.
Elena se iba escurriendo de la silla, deslizándose por debajo de la mesa mientras yo escuchaba sin atreverme a abrir la boca, temiendo el momento de de tener que tragarme aquella sopa de potaje que tanto odiaba.
- ¡Garbanzos! Eso si que hubiera sido un banquete: hasta crudos nos los hubiéramos comido. Ni leña quedaba ya para hacer lumbre.
Entonces, Elena, ya desde debajo de la mesa, se iba alejando sin hacer ruido, aprovechando que era más pequeña que yo.
- Si no lo quieres ahora te lo tomas de merienda, o de cena, cuando de verdad tengas hambre. Te parecerá un festín. Lástima de comida. No lo vamos a tirar porque la niña no tenga hambre. Una guerra: eso es lo tendría que conocer todo el mundo una vez en su vida.
- Yo creía que mi pan echaría raíces crecería, pero en vez de crecer, primero se puso verde y después se cubrió de una telilla blanca. Y cuado se lo enseñé a mi padre, me obligó a tirarlo, por no habérmelo comido en su momento. ¡Cómo lloré! No se si de rabia o de hambre.
La sopa de potaje, definitivamente, estaba helada. Elena había desaparecido de la cocina y yo sentía nauseas solo de pensar que aquello se convertiría en mi merienda.
- ¡Gusanos llegaron a salir de la caja donde guardé mi pan!
Elena ya corría por el patio, podía verla desde la ventana, mientras yo, petrificada, aguantaba la historia, tantas veces repetida, sobre el hambre que se pasaba en guerra
.
Nunca conseguí que me gustara el potaje de vigilia.