domingo, mayo 31, 2009

A mi querido Tornasol

Estimado Tornasol:

Sólo unas líneas desde la lejanía, para informarte que el lunes uno de junio se ha cancelado nuestra reunión en El Tranvía. ¡ Cáspita, cuánta aliteración! En fin, sigamos.Nos veremos, si Dios quiere, el miércoles tres a las siete.

Tuya siempre,

Efímera



Ruego a Peter, Palimpsesto e Hispaniola que llamen a Tornasol, pues no ha contestado a mis imeils, lo mismo se ha ido a Frisco a tomar el aire.

Escribid mucho y el día libre pasearos por El Retiro.

Hasta pronto

lunes, mayo 25, 2009

DE YONQUI A EL ALMUERZO DESNUDO

A la mañana siguiente me levanté tarde. No me encontraba bien; el síndrome de abstinencia era muy fuerte y en la cama lo soportaba algo mejor. Decidí que tenía procurarme algo de droga rápidamente. Hice la ronda de mis contactos, pero no tuve suerte : Carl no estaba en casa, Norton no quiso abrirme la puerta por la bronca que tuvimos la semana pasada cuando trató de estafarme una papelina y Doolie se había quedado sin existencias, al menos eso fue lo que me dijo. También me contó que en un bar de la 45ª con Lexington conocía a un camarero que podía ayudarme. Se llamaba Nolan, Frankie Nolan. Me juró que el contacto era seguro y eso era importante para mí, porque no quería más líos con la pasma después del último susto.

Nolan estaba en el bar atendiendo unas mesas. Cuando quedó libre me acerqué y le dije que iba de parte de Doolie. Era un tipo alto y delgado, con cara de comadreja, que no hablaba y guiñaba los ojos como si fuera miope y no te viera bien. Al oir el nombre de Doolie se relajó y dijo:

- Hill Gains, Hill Gains es tu hombre. Hill es el amo, el jefe, el número uno. Nada es lo mismo después de conocer a Hill. Hill es Dios.

También me dió una dirección y un consejo:

- Nada de bromas con Hill.

Tuve suerte, di con Dios a la primera. Me recibió en su consulta de Experiencias y Ceremonias Sospechosas (EXCESOS), S.L. (Sólo Lunáticos). Desde luego no era un tipo corriente: rubio, casi albino, de voz suave y profunda que te atrapaba nada más conocerlo. A pesar de la bata blanca, inspiraba confianza y cuando te decía susurrando: hijo, conozco tu jodido problema, te entraban ganas de abrazarle y echarte a llorar. Se sentó conmigo en un sofá de cuero blanco de cinco mil dólares y me dijo:

- Hijo, conozco tu jodido problema. Tengo lo que necesitas. Tú quieres lo que tú y yo sabemos, pero ese no es tu jodido problema, eso no es lo que te hace falta; bueno no es todo lo que te hace falta. En EXCESOS sabemos tratar a la gente como tú, ya me entiendes. Un tratamiento de quince días con nosotros y no te conocerá ni tu madre. Por los gastos no tienes que preocuparte, no con ese culo. Con ese culo y con esto otro – añadió, echándome mano al paquete.

Hill prosiguió su charla, mientras sus ojos, y sus manos, me sondeaban a fondo:

-Tu jodido problema, hijo, como el de todo este puto país, es que follas poco. El sexo es la vida y la gente no se da cuenta, mejor dicho, no quiere darse cuenta. Sus mamás les dicen: niño, no te toques, niña, no seas puta, y les dejan jodidos para toda la vida. Hay que liberar el eros, abajo el tánatos. Fuera prejuicios, fuera tabúes, fuera ropa y a follar. Viva el orgasmo. Y si además estás colocado, eso es el éxtasis, el paraíso, la de Dios. Eso ya es la hostia.

Me convenció enseguida.

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miércoles, mayo 20, 2009

Retumba el silencio

El silencio retumba, algodones blancos, grises rojos entran por la nariz, por los oídos, por la boca.
Todo lleno de frío, de algodón frío.
Algodones que aprietan, que se hinchan, que se expanden. Invasión de sangre, que se derrama de fuera a dentro, que brota al compás de un vals, el vals de la hemorragia. Incontenible.
Notas retorcidas que buscan tímpanos entre los algodones.
Escarban. Rebuscan. Arañan.
Sinuosa música que se introduce a traición. Conseguir que bajen los brazos. Pesan toneladas, no vuelven a subir. Cuelgan los brazos, doy vueltas y más vueltas, la sangre brota de la nariz, de la boca, de los ojos: ha encontrado la salida y ya no quiere volver a su lugar. Mis manos no alcanzan la sangre que brota a latidos, al compás desacompasado.

Luego la luz se fue alejando, como apagándose.
Las voces se convirtieron en ecos, huyendo, como escondiéndose.
El vacío lo fue invadiendo todo como callándose y el silencio estalló y quedó flotando.
Me alejaba de la cama. Subía y me veía más y más lejos.
Me veía cómo seguía ahí abajo, tumbada.
Vaciándome.
Yéndome.
Subía y subía sin llegar a tocar el techo que se alejaba más y más.
Los sonidos no llegaban a tocarme. Las voces se deshacían antes de llegar a mí. Sabía que hablaban, y que movía la boca, me veía mover la boca, gritar, pero el sonido se ahogaba y no brotaba.
Los ojos: no poder abrir los ojos.
Desde arriba gritaba:
- Abreme los ojos! Que te pueda ver!

Nadie me oía. Porque de mi boca no salía sonido alguno.
Me cansaba de gritar. Extenuación.
Me rindo. No quiero seguir viéndome ahí abajo. No quiero seguir gritando en silencio.
La jeringuilla crecía ante mis ojos, gigantesca a medida que avanzaba, escondiendo al Verdugo detrás, sonriendo, cantando una canción de cuna, de muerte.
Bla, bla, bla y más bla. Fonemas y palabras todas revueltas, me envuelven, me rodean, me ahogan.
Un do agudo penetra en mi conducto, se ha hecho hueco a base de pinchazos hasta perforar la pared. Hasta que estalla y se extiende, hasta conseguir que no oiga nada.


Oigo cómo crece la A hasta hacerme sombra, me acurruco entre las patas abiertas.
La pestaña de la margarita que se deshoja corriendo por delante de las luces antes de que llegue la primavera, que llega, que llega, que corre, estornudos resuenan dentro de los oídos sordos de todas las consultas.
Luego el silencio retumba.
Me veo llegar al lugar en el que estoy.
Delirio.
Aplausos.
Golpes.
Puñetazos.
Mentiras.
Risas.
Traición.
S E A C A B A
M E QUEDO S I N P A L A B R A S
S I N V O Z S I N A I R E
S I N R E S P I R A C I O N

N A D A
N A D A

F I N

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lunes, mayo 18, 2009

Erase una vez una princesita.

Bienvenida a Kuntur de la forma que Dios me dió a entender:
Erase una vez una princesita descalza que comenzaba a correr por salas y galerías. Tan lejos estaba su aposento de la ciudad que no había apenas tiendas donde adquirir botitas delicadas para un ser tan chico. Una mala tarde la princesita se pinchó y su valiente mamá la curó durante varios días. Eso sí, la retuvo en la cuna hasta que tuviera conocimiento de no pisar en sitios peligrosos a fin de no sufrir otro percance. No pasó ni siquiera una semana que llegaron a la ciudad forasteros. Al enterarse de la noticia, ¡sorpresa! se presentaron en la casa de esta feliz pareja docenas de amigos con patucos, botitas, zapatos algo más grandes, para obsequiárselos a la niña. El más viejo del grupo, dijo: Hija de Kuntur, tendrás calzado hasta que seas una bella adolescente. La princesa creció, jugó hasta caer rendida por la noche con amiguitos de varios paises, y también estudió y leyó pues era muy estudiosa. Cuando se la acabaron los zapatos, le dijo a su sabio padre: Papá, ya soy mayor, ahora quiero aprender a ser escritora como tú. Y su papá que ya era un escritor famoso, la enseñó todos los secretos de la literatura y la princesita relató, como él, unas historias llenas de magia. Hasta pronto. Tornasol.

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Dicen que marchó, pero en realidad se ha quedado para siempre.


Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la naríz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.

El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente , se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse imcómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.

Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañama siguiente se habia suicidado.

Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.

Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas.

Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».

El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.
El otro Yo. Mario Benedetti

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domingo, mayo 17, 2009

Érase un vez

Hacía tiempo que me había quedado dormido, por lo visto, y no sé si es mi idea o son mis ojos que me juegan una broma, pero ahora que despierto de un amodorramiento otoñal y veo sus pequeños pies correteando por entre mi existencia caigo en la cuenta que no sólo ella tiene 17 meses, también Desoladas los posee. Me acuerdo cuando se estaba gestando, su madre tenía in mutis un nombre, crecía sana y robusta; como es propio de estos tiempos había un poco de temor en la atmósfera; asaltaban la mente ideas “¿Cómo será? ¿Tendrá éxito en la vida? Se presentó alguna amenaza de aborto, pero mamá es fuerte y valiente y tiene palabra, arrostra, y en un último esfuerzo, inducida por el arte de amar la vida no sólo produjo una de cinco embriones mágicos, allí estábamos todos, dio también a luz amistades sinceras y augustas además de un universo alegre, poblado y agradable.
He visto en aquellas fotos cómo vosotras rejuvenecen con el paso del tiempo y cómo en cambio me voy volviendo viejo y ocupado. De no ser por la palabra qué sería. Menos mal que alguien recordó alguna vez que “el poeta no vive para escribir, escribe para vivir” y además de creerlo lo acepto y otra vez al verlas a todas ustedes, juntas, lloré por dentro, aunque alguna faltó, saberla presente y constante me alegró y animó en gran manera, sólo que me asustan un poco con tanta erudición. “Recapacitaré, pues dudo que el sendero de la teoría sea buena para vuestra salud mental, observo que os craqueaís como Pedro Páramo”. Y me río alegremente. Gracias chicas. Sois grandes.

miércoles, mayo 13, 2009

CAPICUA

¡Qué desgracia! No comprendo cómo pudo fallar. Si estaba todo perfectamente controlado. Las cosas discurrían de la mejor manera posible, tanto que a veces incluso a mí me parecía mentira. Los hospitales, perdón, los Centros de Internamiento Preventivo Ocasional TransEvaluativo (C.I.P.O.T.E.) estaban a rebosar; hasta listas de espera había. Cierto que la inscripción en las listas no era exactamente voluntaria, pero tampoco podía decirse que fuera forzada; digamos que era moderadamente inducida en función de antecedentes familiares, educativos, políticos y, por supuesto, sexuales. Desde luego, violencia sólo la indispensable, al menos de la física, siempre de tan mal gusto.
Era maravilloso verlos ingresar, tiesos y un punto desafiantes, y comprobar, cuando se les daba el alta, uf…, alta, curiosa palabreja en este contexto, y comprobar, decía, cómo su autoestima se había reducido al nivel de la de un anélido platelminto, vulgo gusano. Claro que la Privación Obstinada, Recurrente y Radical de Alimento (P.O.R.R.A.) y el Programa Especial Diversificado de Olores (P.E.D.O.) no son precisamente grano de anís y disminuyen la capacidad de resistencia de cualquiera a registros infinitesimales. Ahórrenme los detalles, se lo suplico.
Creo que el error fue aceptar dentro de mi ámbito de competencia a los yonquis; ahí se jodió todo. Estos mierdas no traen más que problemas. Son gente díscola e imprevisible que acaban por hacer descarrilar cualquier programa de control y reinserción; y mira que sé yo de eso. Además que con ellos viene toda una patulea de chupópteros que termina amargándote la vida: desde asistentes sociales a policías, desde camellos a políticos, desde laboratorios a mafiosos. Y todos reclamando su parte del pastel, algunos con muy malas maneras, ya saben, zapatos de cemento y todo eso.
Pero lo peor de los yonquis es que son unos babosos y yo es que con las babas no puedo. Vale que empiecen con los lloriqueos, con las tiritonas, con los vómitos incontrolados, con los ruegos implorantes, las humillaciones y las promesas sin fin; y todo por un pico. Todo eso puedo pasarlo; algunas de estas cosas incluso tienen su puntito. Pero las babas, no. Cuando se ponen babosos pierdo los nervios y, lo reconozco, a veces se me va la mano. La emprendo a golpes y entonces ya se sabe, porque a mí esto de la violencia física me la pone dura y polla tiesa no cree en Dios, que decían los clásicos.
Bueno, pues el caso es que, como iba diciéndoles, todo iba de puta madre cuando tuve la mala idea de enrollarme con los drogatas. Ya no recuerdo bien cómo se lió aquello; creo que alguno de los chupópteros no estaba contento con el reparto y ahí empezaron los malos rollos. Benway, que te estás pasando; Benway, que me estás dando por culo; Benway, que tu a mí no me conoces.
En fin, que empezaron a tocarme las pelotas con lo mismo que en Libertonia y en Anexia. Lo malo es que éstos sí dieron con el secretario que tan liberalmente había certificado mi título y la cagamos. Y aquí me veo, pasto de abogados. Yo, que era el terror de letrados y leguleyos. Tenía un programa especial para ellos, que, de solemnes y campanudos, los convertía en puras piltrafas claudicantes. Cuando terminaba con estos buitres me suplicaban que les condenara a una muerte lenta y cruel por sus muchos crímenes, e incluso por los míos, mientras se arrastraban desnudos por el suelo al tiempo que se masturbaban furiosamente.
Pero ahora soy yo el atrapado, y, por lo que colijo, con pocas posibilidades de salir con bien. Así que creo que terminaré como siempre, haciéndome humo y buscando mejor acomodo. Y no es que me importe demasiado; la gente como yo siempre es necesaria y se hace valer. Pero ya empiezo a estar un poco harto de tanto trasiego de acá para allá, como si fuera un zascandil.
En realidad lo que más me molesta es que, aprovechando mi suspensión temporal de funciones, han cambiado de nombre mi programa de control psicológico total, que ha pasado a llamarse CA.PI.CU.A. (Caca, Pis, Culo y Alucinógenos). Serán cutres…Aunque ahora que lo pienso, el nombrecito tiene unas posibilidades sexuales que se me habían escapado al principio. Pero en cualquier caso no hay derecho; hacerle esto a un profesional de mi prestigio, directamente emparentado con la Escuela de Viena…Y todo por estos malditos yonquis. ¡Qué desgracia!

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EL, sin acento alguno


Y ahora yo, William Seward. Liberaré a mi horda de palabras... Mi corazón vikingo se desliza por el gran río cenagoso donde los motores chuf chuf chuf es el crepúsculo de la jungla y árboles enteros flotan con enormes serpientes en las ramas y lemures de ojos tristes observan la orilla, a través de los campos del Missouri (el Muchacho encuentra una punta de flecha color rosa) y a lo lejos silba el tren, vuelve hacia mí hambriento como un golfillo que no sabe trapichear con el culo que Dios le dio... Amable lector, La Palabra saltará sobre ti con garras de acero de hombre-leopardo, cortará dedos de manos y pies como cangrejo terrestre oportunista, te colgará y atrapará tu semen como un perro escrutable, se enroscará en tus muslos como una serpiente grande y venenosa y te inyectará una dosis de ectoplasma rancio... ¿Y por qué un perro escrutable?.

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martes, mayo 12, 2009

Hablando se entiende la gente.

Me he quedado atónito al buscar en el diccionario la palabra: "PALABRA", valga la redundancia.Para mí particularmente es el vehículo que utilizamos para comunicarnos con nuestros amigos, vecinos, alumnos, maestros, familiares, personas que te piden por favor las cosas, personas que te dan las gracias y uno responde con las palabras: No hay de qué ó tambien De nada. Pero con la gente que te trata mal se suele responder con PALABROTAS o PALABROS, ó quizás, mejor, si uno es prudente, "A PALABRAS NECIAS OIDOS SORDOS". Si hablamos con alguien muy culto o erudito en varias materias y nosotros no tenemos argumentos para la réplica, convendría no utilizar "PALABREJAS"
(palabras de escaso interés en el discurso), ni "PALABRERÍA" (abundancia de palabras vanas y ociosas) porque nos quedaríamos con EL CULO AL AIRE (perdonad, esta PALABRA es influenciada por nuestro querido y culto William S. Burroughs). De joven, yo tenía un amigo muy feo que la novia solo quería vivir con él sin casarse, pero él me decía yo me quiero casar formalmente porque aunque ella me diga Te quiero, si no lo firma en un papelito no me convence, ya que las PALABRAS SE LAS LLEVA EL VIENTO, ¿entiendes? El pobre era tan desconfiado y ella tan guapa...Queridos mayores y niños, teneis que mimar las palabras, primero en vuestra mente y luego sobre el folio en blanco. Nosotros, los escritores en ciernes, tenemos mucha suerte, esculpimos las PALABRAS sobre el folio en blanco y eso es maravilloso. Niños, habreis visto bien la "l" ele, de esculpir, nada de escupir. Fijaos si hay que tener cuidado con las PALABRAS son muy importantes en el lenguaje cotidiano. Otro día os contaré muchas más cosas de las palabras, pues hoy no quiero hacerme pesado. Voy a CEDER LA PALABRA a otro que probablemente lo hará mejor que yo. Para que me creais hoy os diría que antiguamente, basándose en la Biblia, en el Génesis, se podría decir: PALABRA DE DIOS,cómo no, PALABRA DE HONOR, y los niños de mi época, sí, sí, que yo también he sido pequeño, decíamos a veces PALABRITA DEL NIÑO JESÚS, pero eso es otra historia.
TORNASOL

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miércoles, mayo 06, 2009

El escritor Álvaro Quiñe con Manuel Vicent

La bonhomía de Manuel Vicent

La Noche de los Libros

domingo, mayo 03, 2009

Con mayúscula, La Palabra, según Burroughs


“La Palabra está dividida en unidades que juntas formarán una pieza y así deben ser tomadas, pero las piezas pueden ser consideradas en cualquier orden ya que están unidas en sentidos contrarios, dentro y fuera, arriba y abajo, como en una combinación amorosa interesante. Este libro expulsa las páginas en todas direcciones, calidoscopio de panoramas, pupurri de melodías y ruidos callejeros, pedos y protestas y las cortinas metálicas del comercio que se bajan, aullidos de dolor y angustia y aullidos de simple lamentación, gatos copulando y rechinantes berridos de la cabeza de toro cortada, murmullos de brujo en trance de nuez moscada, cuellos rotos y mandrágoras que aúllan, sollozos del orgasmo, heroína silenciosa como el amanecer en células sedientas”

El almuerzo desnudo. William S. Burroughs.
¿Algo más que decir?

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EL FINAL DEL DESFILE. I. HAY QUIEN NO....(Y 3)

5. Edith Macmaster.- Se casará con Macmaster.
- Casada inicialmente con un pastor protestante que es declarado loco, se divorciará de él. Una de las rarezas del marido parece ser la abstinencia sexual, por lo que está sexualmente insatisfecha.
- Al día siguiente del divorcio se casa con Macmaster, aunque lo mantienen en silencio un tiempo; ya se veía en secreto con él antes del divorcio.
- Introducida en algunos ámbitos sociales y literarios, en los que oficia como espíritu sublime. En realidad es vulgar y mezquina; desprecia a Macmaster y odia a Tietjens.
- Queda embarazada de Macmaster antes del divorcio y se deshace del niño, para lo que pide ayuda a Valentine. Por ser ésta conocedora de su secreto y por su relación con Tietjens la odiará en adelante.
- Descubre con amargura que tras su divorcio no es tan rica como ella y Macmaster creían.
- Hipócrita y resentida con todos, odia especialmente a Tietjens por creer que la mala fama de éste perjudica a su marido, lo que no le impide ser una de las principales fuentes de falsos rumores sobre Tietjens.

Tema.- La novela hace un retrato de la alta sociedad inglesa en los años anteriores y al comienzo de la I Guerra Mundial mostrando la decadencia de unos valores trasnochados que la guerra echará por tierra.

Motivos.

- El clasismo social.
- El honor y la caballerosidad.
- La maledicencia y la murmuración.
- La hipocresía.
- La ambición.
- La honradez.
- La amistad.
- El dinero.
- El esnobismo y frivolidad de las clases acomodadas.
- El sentido nacional británico.
- El falso patriotismo.
- El militarismo.
- La religión: catolicismo, protestantismo.
- El matrimonio.
- La familia.
- La tradición.

Símbolos.

- La propiedad inmobiliaria como signo de estatus.
- La afición artística como falsa muestra de distinción y delicadeza de espíritu.
- La pérdida de memoria como autocensura.
- El sufragismo.
- Los caballos.
- La cultura y los libros.
- La poesía.
- El golf.
- Los muebles.




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