lunes, mayo 18, 2009

Erase una vez una princesita.

Bienvenida a Kuntur de la forma que Dios me dió a entender:
Erase una vez una princesita descalza que comenzaba a correr por salas y galerías. Tan lejos estaba su aposento de la ciudad que no había apenas tiendas donde adquirir botitas delicadas para un ser tan chico. Una mala tarde la princesita se pinchó y su valiente mamá la curó durante varios días. Eso sí, la retuvo en la cuna hasta que tuviera conocimiento de no pisar en sitios peligrosos a fin de no sufrir otro percance. No pasó ni siquiera una semana que llegaron a la ciudad forasteros. Al enterarse de la noticia, ¡sorpresa! se presentaron en la casa de esta feliz pareja docenas de amigos con patucos, botitas, zapatos algo más grandes, para obsequiárselos a la niña. El más viejo del grupo, dijo: Hija de Kuntur, tendrás calzado hasta que seas una bella adolescente. La princesa creció, jugó hasta caer rendida por la noche con amiguitos de varios paises, y también estudió y leyó pues era muy estudiosa. Cuando se la acabaron los zapatos, le dijo a su sabio padre: Papá, ya soy mayor, ahora quiero aprender a ser escritora como tú. Y su papá que ya era un escritor famoso, la enseñó todos los secretos de la literatura y la princesita relató, como él, unas historias llenas de magia. Hasta pronto. Tornasol.

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