martes, septiembre 18, 2007

INSPIRACION OCNOS, LAS VIEJAS

La señora Josefa dejó de llamarte los domingos para li misa de doce. Ahora, te susurró la portera en la esquina de atrás, las viejas no hacen sin presinarse en corro. Que si una te vio desde el patio poniendo rosas rojas en un jarrón, que si sonríes mirando el escaparate de la casa francesa. Vestidos tan cortos mire usted, me dio transparente, cosidos a remache con piedras en la cintura. Frente al espejo del cuarto, te arrodillabas. Los años habían sido pensamientos encerrados. Caja de galletas con sueños secretos: Una tarjeta de la torre Eiffel que rescataste de la hondonada del mercado, frasco lodado de perfume que nunca quisiste acabar, bote de maquillaje Maderas de Oriente que nunca estrenaste.
Las viejas quitaron tu silla, mudaron las noches al fresco al fondo del callejón. Cada noche, al volver, silencio de portal, bulto de escapularios y miradas negras al fondo. Ojos de vidrio que no miraban sino tu sombra. Que si ahora andabas en tacones por la casa, qui si no colgabas ya la ropa en cuerdas para que no viesen el chal de tul que un viudo feriante de Valencia te había regalado.
Las últimas horas de aquel verano fueron soledades felices. Rato en la tienda tocando las solapas de las Mil y una noches. La espera en el salón, ojos cerrados mientras la peluquera aclaraba tu cabello. El trasluz salmón del Victoria, sabor de azúcar en las yemas de los dedos, leche fría, a lo lejos ruido incesante de trenes. Te desplomaste nada más quitarte el abrigo. Imágenes en agua sorda, frente al espejo. Las trenzas cortadas al recibir la comunión, el velo negro tras la guerra, las llagas en los costales de cortar cada sarmiento seco de la vid, la voz de tu madre acercándose a tus inviernos de fiebres.
Tuviste como tendrían todas, pésame de claveles blancos y camino prendido de velas. Solemne silencio, oraciones inacabables, silencio. Luego una de ellas se ató el pañuelo a la garganta, rozó el ataúd, llegó a sonreír. Qué le habrían puesto, zapatos de charol o iría descalza. A quién habrá dejado los pendientes de coral que había vuelto a ponerse. Otra suspiró cerrando las manos, quién habitaría la casa. Rogamos que no sean forasteros, tan ruidosos, tan sucios siempre, tan raros siempre. Mejor sería la casa cerrada, contestó la última, yo podría regar sus plantas tarde sí tarde no, yo podría lavar las baldosas cada verano. Quién habría traído esa corona tan grande, fregaría la alacena, recortaría el sol bajando las persianas, una casa enorme, serán flores lacadas no pueden brillar tanto ¿entonces creéis que descalza? Jesús, casa tan grande, no, loca puede pero no descalza.

el autor

El autor de la columna en homenaje a Umbral se llama PEDRO G. CUARTANGO, y la ha titulado "Mortal y rosa"

EN LA COLUMNA DE UMBRAL/20 (17/09/2007)

Al morir Umbral incurrió en un último descuido: olvido el óbolo que hay que pagar a Caronte para cruzar las negras aguas de la laguna Estigia.
Quedó el escritor en la desolada ribera, observando el trasiego de una a otra orilla. Estaba sentado en un banco de piedra, cuando una persona de aspecto común se le acercó y le preguntó el día y la hora de su muerte.
Umbral encogió los hombros y respondió que no se podía acordar, aunque tenía la vaga impresión de haber hecho un comentario sobre “las uvas doradas” al igual que Goethe había pedido "más luz" en el momento postrero.
Los reflejos de una claridad mortecina sobre la oscuridad de las aguas y la húmeda niebla que envolvía el paisaje daban a aquel lugar un aspecto irreal, como si se tratara de un sueño.
Umbral pensó que tal vez estaba a punto de despertar de una pesadilla cuando aquel desconocido que le resultaba familiar le preguntó por un primer amor de adolescencia que había quedado sepultado en su mente.
- ¿Cómo sabes algo que incluso yo había olvidado hace muchos años?, le inquirió el escritor
- Lo sé todo de ti puesto que la muerte levanta cualquier secreto humano.
Umbral le preguntó entonces cómo se llamaba aquel primer amor y el desconocido pronunció inmediatamente el nombre correcto. Tuvo conciencia en ese instante de que no estaba viviendo un sueño ni estaba leyendo un cuento de Borges sino que había muerto y se hallaba en una angustiosa tierra de nadie, que no pertenece al mas allá ni al más acá
Umbral quiso tener noticias del mundo viviente, pero aquel hombre eludió satisfacer su curiosidad, señalando que no puede haber contactos entre la región Estigia y el reino terrenal. El escritor se sumió en una profunda sensación de soledad y pensó que tal vez el infierno consiste en permanecer en aquel estado de incertidumbre.
Caronte volvía ya de la otra orilla con su barca vacía mientras un grupo de personal esperaba en el frágil embarcadero, azotado por una furiosa ventolera.
El desconocido sonrió por primera vez, se acercó y pidió a Umbral que mirar bien en sus bolsillos. Este metió la mano en el pantalón y encontró por sorpresa una pequeña moneda oxidada.
- Esto bastará para pasar al otro lado.
Umbral se levantó y se dirigió a la barca, que realizaba la maniobra para atracar en aquel viejo muelle de tablones. Toda su vida pasó por su mente en un segundo y tuvo conciencia de que la literatura es una forma de inmortalidad.
Sintió una repentina euforia al subir a la barca y entregar el óbolo a un Caronte que enfilaba la proa hacia la otra ribera mientras arreciaba la tempestad. La lluvia le azotaba la cara y se mezclaba con sus lágrimas. Añoraba el sonido de las teclas de la máquina de escribir, la luz del amanecer, el olor del café, la tersura de las páginas de los periódicos… Había tocado esas “uvas doradas” con la punta de los dedos pero se le habían escapado para siempre.
La barca, velozmente impulsada por los vientos, alcanzaba ya la orilla cuando el corazón de Mural dio un vuelco al reconocer al niño que le aguardaba a unos pocos metros. Saltó ágilmente por estribor y se fundió en un abrazo con su hijo.

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miércoles, septiembre 05, 2007

INSPIRACION OCNOS, EL PRIMER MAR

Los pies dejaron de arderte. Te abriste paso entre los montones de arena pero los latidos del corazón se convirtieron en una punzada fría. Playa lisa: Olor a frituras, mar muerto, colillas y botes de cerveza. Ni una pequeña roca que escondiera verdes o morados. Una línea inmóvil, el confín cabiéndote en los ojos. ¿Mentira lo de la ballena blanca? ¿Mentiras las tempestades? Mentiras los piratas rasgando velas ¿Y Sandokán?
Fuiste bueno. Camiseta que te cubra del sol. Crema en la nariz, filas de conchas formando caminos, cerca de la sombrilla. Los ratos tan largos, y ese mar seco, sin ondas ni remolinos, ahuecándose cada atardecer. Hubo sólo un efímero sueño. Delante del bicho transparente, de gruesos tentáculos irisados. Hubo preguntas a los mayores, cómo es que palpita si no tiene corazón. ¿Los hay muy grandes? Pero entonces te apartaron más y más ordenándote que el cubo sólo fuera para bonitos castillos. Trataste de ser bueno, consolarte con círculos de conchas más complicados, como un infinito invisible. Abatidos por surcos de pala, ríos inanes hasta el horizonte. Fue el último día lo que te devolvió la esperanza. La noche trajo hasta gotas de lluvia furiosa, golpes de toldos contra el suelo, palmeras dobladas en el bulevar. Tu madre corriendo a cerrar persianas, tu padre asomando a la puerta para guardar la jaula del canario. Decidiste que sólo pensarías del océano de esa forma, azotado por tristezas y viento, gritos de lucha en los mástiles, tesoros, mapas. Decidiste creer en los libros más viejos de la biblioteca, las palabras como reflejo del firmamento. Cómo describir el primer mar, las respiración cada vez más profunda, hasta dormir.

ENTREVISTA A VILA MATAS

Hojeo, sin mucho interés, una revista de esas que llamamos femeninas. Entre modas imposibles y fotos artísticas, que no consigo entender, me sorprende una entrevista a Vila Matas
Un fragmento:
P.: ¿Estaría dispuesto a vivir lo que ha escrito?
R. Sería divertido, además desaparecería mi escritura. A veces escribo cosas y luego me pasan. Hay que ir con mucho cuidado con lo que se dice y se escribe porque puede pasar. Otras veces dejo escrito antes de irme lo que voy a hacer.
P.: El narrador del relato “Porque ella me lo pidió” confiesa que la literatura siempre será más interesante que la vida ¿Lo corrobora?
R.: Lo sostengo, si, pero es relativo. A veces la vida puede ser mucho más interesante, depende de qué lectura sea… Pero sí que es indudable que la literatura puede ser mucho más desagradable que una de esas comidas en el campo en compañía de… bueno, mejor no digo con quién. Fabricar tu vida paralela, por si acaso. Puede ser que no ocurra nunca, pero te lo pasas bien.

domingo, septiembre 02, 2007

PREGUNTAS SIN RESPUESTA AL TERMINAR LA “CRONICA DEL PAJARO QUE DA CUERDA AL MUNDO”

Este no es el primer Haruki Murakami que tengo entre mis manos, lo sabéis: somos viejos conocidos.
Empecé el verano con Haruki; la fortuna me hizo encontrar en la feria del libro “Al sur de la frontera al oeste del sol” y calenté motores. Después me atreví con las casi 700 páginas de la “Crónica del pájaro…” y me acompañó parte del mes de agosto: ya casi le tuteo.
El pájaro da cuerda y preside toda la obra, como una música. La música es una constante de todas las obras de HM, se impone leer acompañándose de las composiciones que se mencionan.
Hay mujeres que se extravían, o que se dan por perdidas, y otra siempre más joven, casi una niña en este caso, que acude al protagonista, varón, joven, y es casi como si sobreviviera al huracán. También hay siempre lunas, y muerte. Extraña combinación.
“Crónica…” va más allá, hay un pozo y agua y hay un gato y sueños, me resultó doblemente familiar, vosotras sabéis porqué. Mundos pasados y presentes, reales y soñados, narrados y vividos, unos y otros se mezclan con agilidad. Japón no parece tan lejano, o tal vez los personajes son universales. Además las descripciones de sus comidas y bebidas, las estaciones de metro y los lugares de Japón: la cotidianeidad.
El protagonista, Tooru Okada, 35 años, ha decidido dejar su trabajo para pensar la orientación que quiere darle a su vida.
Se queda en casa para pensar, y claro, cuando te paras a pensar puede ocurrir lo que le ocurre a él, el gato desaparece, acuden a él personajes reales y soñados, del presente y del pasado, su mundo se transforma y toda la realidad se tambalea.
Su mujer, Kumiko, se le va escapando entre los dedos, sin que él lo pueda sospechar, sumido en su irrealidad. Conoce a Malta Kanoo, ¿o no la conoce? ¿Y a Creta Kanoo? ¿Se casa Creta con el teniente Mamiya? Entonces Mamiya por fín conocería el amor y desafiaría la maldición de Boris el despellejador.
Estaba perdido y desciende al pozo para encontrarse. El sargento Mamiya lo hizo y resultó que perdió el sentido de su vida, su esencia.
El ha perdido ya a su mujer.
¿Por qué la familia de Kumiko le da tanta importancia al Sr. Honda?
May Kasahara, una mujer joven, bajo diferentes nombres es un personaje recurrente en las novelas de H.M.
¿Nutmeg y Cinnamon, son personajes del más allá, pero del presente?
¿La mancha existió? Cierto que no importa si son del presente o del pasado, el veterinario, el bate de béisbol o el cantante.
Quisiera saber si el estigma de la familia desaparece ¿Cuál es? ¿Desde cuantas generaciones lo arrastran? ¿Muere Noburu Wataya?
¿Superará Kumiko su presidio interior?
Me pregunto si el agua en Japón será la misma que la de aquí, pero el agua cae, si no fluye se estanca y muere, como las personas.

Me resisto a bajar al pozo, y me digo que no tengo tiempo ¿Tiempo?
Me da miedo bajar al pozo