sábado, abril 28, 2007

Veinte y tantos poemas de dolor y una canción serenada

Poema 21

De entre los bolsillos del alma
rebusco esas lágrimas secas
que otrora laceraban mi calma
¿Qué será de ellas?
Pues hoy no las encuentro

¿Se las habrá llevado el silencio
que de soledad se alimenta
o serán víctimas de un desalmado
secuestro?
¿Será acaso el infante que llorando
aquella torta quemada se aflige?
solloza y de ganas enmudece

No se han ido con el viento

Se las habrá llevado el tiempo
o aquel triste vendedor de azafrán
que sólo sabe colorear crepúsculos
para pisarlas
para seguir
en busca de las nubes

no lo sé

Talvez tengo las pupilas secas
como mi alma

las habré llorado a todas



Entre relatos me buscaba, era Abril y había un ritmo tibio

MENSAJE DE TORNASOL

Un día distinto. Los libros se agolpan en la repisa. Salen a saludarnos y desfilan ¿Cómo está usted alumno aventajado? ¿Le gusta mi lomo y cómo me llamo? Ah no, prefiere ese minúsculo, creo que es Historia de la Literatura Portátil. Claro, como es rojo como la rosa del maestro, qué lujo, qué tarde. Nos fuimos de Diálogo los cuatro hacia el metro con la copita de cava puesta.

TORNASOL

Ecos

Nos dejan solos con la lluvia y los trinos

Qué alivio

En casa de mi abuela: el tocadiscos

Gardel y la Piaf

Non ! Rien de rien
Non !Je ne regrette rien

Ni le bien qu'on m'a fait
Ni le mal tout ça m'est bien égal !

Una arrastrada y un huérfano

Cantar desde el arrastramiento y la orfandad

Non ! Rien de rien
Non ! Je ne regrette rien
C'est payé, balayé, oublié
Je me fous du passé !


Escribir desde el dolor, ese que ocultamos

Las máscaras hacen de nuestros escritos:

Una mierda

Avec mes souvenirs
J'ai allumé le feu
Mes chagrins, mes plaisirs
Je n'ai plus besoin d'eux !


Sarovna, me llamó.Luego,un beso en la boca

Rostropóvich con mi amiga Beatrice Altovelli

El maestro, qué energía. Y Beatrice, un gorrión

de acero ( como Chisi), los dos, los tres: sin fingimientos

Balayées les amours
Et tous leurs trémolos
Balayés pour toujours
Je repars à zéro


Mi abuela bailaba el charlestón al ritmo de Milord

Tendré que bordar mis iniciales a punto de cruz

poco antes de morir

para que no pierdan mis sábanas en la residencia


Non ! Rien de rien
Non ! Je ne regrette rien
Ni le bien, qu'on m'a fait
Ni le mal, tout ça m'est bien égal !



Esta noche iremos al cine

La película sobre la Piaf

Iré sin rímel

Cósmético que endurece las pestañas

¿Y el alma?

Me callé que no admitían ajuar

Jóder

Non ! Rien de rien
Non ! Je ne regrette rien
Car ma vie, car mes joies
Aujourd'hui, ça commence avec toi !

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jueves, abril 26, 2007

Desliz


Diluvia


Palimpsesto publicó la entrada: La de ayer, una fecha especial, para celebrar el ciento cincuenta cumpleaños de Madame Bovary, de Gustave Flubert. Sus reflexiones me llevaron a cometer el desliz de meditar sobre El Arte de la Novela, ahora que el proyecto Libro de Relatos atraviesa el Cabo de Hornos. En fin.

Todos los grandes temas existenciales que Heidegger analiza en Ser y tiempo, y que a su juicio han sido dejados de lado por toda la filosofía europea , fueron revelados, expuestos, iluminados por cuatro siglos de novela europea. Una tras otra, la novela ha descubierto por sus propios medios, por su propia lógica, los diferentes aspectos de la existencia: con los contemporáneos de Cervantes se pregunta qué es la aventura; con Samuel Richardson comienza a examinar ” lo que sucede en el interior”, a desvelar la vida secreta de los sentimientos; con Balzac descubre el arraigo del hombre en la Historia; con Flaubert explora la terra hasta entonces incognita de lo cotidiano; con Tolstoi se acerca a la intervención de lo irracional en las decisiones y el comportamiento humanos. La novela sondea el tiempo: el inalcanzable momento pasado con Marcel Proust; el inalcanzable momento presente con James Joyce. Se interroga con Thomas Mann sobre el papel de los mitos que, llegados del fondo de lo tiempos, teledirigen nuestros pasos. Et caetera, et caetera.

La novela acompaña constante y fielmente al hombre desde el comienzo de la Edad Moderna. La “pasión por conocer” (que Husserl considera la esencia de la espiritualidad europea) se ha adueñado de ella para que escudriñe la vida concreta del hombre y la proteja contra “el olvido del ser”; para que mantenga “el mundo de la vida” bajo una iluminación perpetua. En ese sentido comprendo y comparto la obstinación con que Hermann Broch repetía: descubrir lo que sólo una novela puede descubrir es la única razón de ser de una novela. La novela que no descubre una parte hasta entonces desconocida de la existencia es inmoral. El conocimiento es la única moral de la novela.


La lluvia ha amainado

y el jardín verde agradecido

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miércoles, abril 25, 2007

Bienvenida

Damos la bienvenida a Kuntur, quien por fin se ha decidido a honrarnos. Esperamos que su visión femenina de la existencia, nos ayude a entender los arcanos de la lucha de sexos. En fin, ánimo, princesa.

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domingo, abril 22, 2007

MI ODRADEK

Hace varias semanas que terminé el encantador libro de Vila-Matas, Historia abreviada de la literatura portátil. Aquellos escritores habrían estado encantados de tener blogs para publicar sus leves obras y en vez de portentosas maletas, Walter Benjamin podría haber diseñado un ordenador gafa u orejera. Pero de los odradeks no se habrían librado, porque benéficos o gorrones siempre van en pos del sufrido y vertiginoso escritor, ya sea en villas de parajes poco transitados o en los misteriosos mondogos de la red. Yo también tuve un odradek al que por ignorancia no he reconocido como tal hasta haber leído este libro. Era un odradek benéfico, justo es decirlo, pero algo intimidante pues apareció en forma de auténtico cadáver en una merienda femenina de lo más aburrida y no porque me aburran las mujeres, sino las meriendas decorativas de mujeres. Llevaba yo más años de los que me atrevo a confesar pergeñando una novela de la que nunca escribía ni una línea y estaba ahí ingiriendo sándwiches a toda velocidad antes de que se acabasen mientras las demás chicas departían felices sobre los Limoges y lámparas que adornaban sus respectivas residencias, cuando un cadáver de mujer anciana entró en el salón. Se volvieron todas algo asombradas y el cadáver se sentó a la mesa sin saludar. Tras un intervalo de desconcierto, la dueña musitó: es la señora de arriba, que acaba de pasar a mejor vida. Ah, encantadas de conocerla, señora, cuánto nos alegramos de conocerla, qué bien la queda la mortaja, muy elegante, de verdad. Qué aburrimiento, laístas hasta la eternidad, respondió en voz baja la muerta moviendo la cabeza. Me turbó la frase; no era para menos, pues esos laísmos me molestan tanto como a aquel cadáver y traté de no demostrarlo comiéndome una pasta como si no me hubiese dado cuenta de que estaba allí. Pero ella me miró torvamente y me lanzó un cuaderno a la cara. ¿Qué es esto?, pregunté. Tú sabrás, dijo ella, no tiene más que el título. Abrí el cuaderno, que efectivamente estaba vacío y encendí un pitillo a toda velocidad. ¿Cómo es la eternidad? A veces me obsesiona pensar en eso, le pregunté. Ella me contestó feroz: Olvídate de eso ahora; ya la tendrás entera para meditar sobre lo que no has hecho en la vida. Un brazo me zarandeó sin contemplaciones en ese momento y me desperté. ¿Dónde está la señora muerta? Me arrepentí de la pregunta casi en el acto, pero la dueña de la casa contestó: ¿La escritora en ciernes del piso de arriba? No sabía que te habías enterado. Pobre, al parecer llevaba toda la vida planeando una novela que nunca llegó a escribir. Bueno, qué alivio, había sido un sueño; seguramente yo sí había oído algo y el inconsciente lo había registrado. Pero al marcharme noté que el bolso pesaba más de lo normal y sudorosa comprobé que dentro estaba el cuaderno amarillento y vacío, con la excepción del título en la primera página. Tardé siete meses en escribir la novela y otros siete en corregirla. Después, desapareció el cuaderno y las siete versiones ocuparon alegremente su lugar. Hace pocos días tuve un impulso de abandonar el relato de la luz; corregir otra vez, qué nervios, qué desgaste. Efímera me recomendó paciencia y tesón, y yo no quería tener paciencia ni tesón. Finalmente me acordé del odradek y pensé que quizás no se le concedería una segunda oportunidad de volver a visitarme. Así que me puse a corregir para que en el futuro no me lo recrimine durante toda la eternidad.

miércoles, abril 18, 2007

Desde lo más recóndito

He oído a mi mamá decir que cuando crezca me va a pedir que escriba lo que se me ocurra; sigo obsesionado con eso, me pregunto ¿Cómo será aquel día? Cuando con mis manitas garabatee y quien sabe ocurra el milagro de que en verdad escriba.
En momentos me siento pequeñito, mi mamita es buena, cuando habla me hace sentir que no soy ínfimo, ella se encarga de animarme, me alienta a seguir y yo continúo creciendo. Ahora tengo algunas semanas, mi corazón palpita fuerte y aunque tengo mis extremidades formadas, están débiles, son todavía frágiles, pero ella me acompaña y me estimula leyendo ¡Ya quisiera salir y garabatear las paredes y corretear por hay! ¿Cómo será, no? Pero escucho que ella dice “todo a su tiempo”. Me habla también de cosas que aún no entiendo, ¿será por que todavía estoy dentro? Mas como me lo dice sosegada y segura me transmite una cálida tranquilidad que me adormita en la esperanza, esperanza que algún día sea como ella. Mi mamá dice que también tengo hermanas, ¡Me gustaría conocer a mis hermanitas! me da penita sí que talvez pudimos ser mellizos pero mi hermanita no quiere y no despierta y me pone triste que ella no crezca, yo le ayudaría en lo que pueda, pero ella no me contesta. Pero de mis otras hermanitas, de mis hermanitas mayores… cuando yo salga al mundo ¡Me gustaría conocerlas y jugar con ellas! Verles, saber cómo llevan sus pies, si van a pie desnudo o van calzadas, de qué color son sus ojos, si son grises o pardos y si son sus ventanas.
El otro día escuchaba conversar a mi tía, me hablaba de colores, era extraño, parecía que los veía, sentía que me adormecía, me agradó; ella también es muy buena pero ¡no tanto como mi mamita!.
El médico dice que yo ya tengo definido mis gustos, mi sexo, el color de mis ojos, la tersura de mi cabello y hasta el temperamento, pero lo que no sabe es que me gustan los versos, me encantan así como me gustan los cuentos.
Espero que cuando sea grande, crezca sano; llegará el momento que a mamá ya no la tendré cerca para que me proteja, me defienda, siento pena cuando lo pienso, pero sé que eso es la vida y sólo es cuestión de tiempo, por eso ojala mamá me escuche y mientras me está gestando sea paciente, me lleve de la mano a correr por el firmamento, me enseñe a enfrentarme a los días, la vida y el tiempo… con la palabra y un verbo.


Desde mamá.

lunes, abril 16, 2007

SEMANA SANTA

MIERCOLES SANTO
Ahí está el campo eólico, falta poco para llegar. Disminuyes la velocidad porque sabes que me gusta verlo. Acabamos cantando la misma canción: ¡Si Don Quijote hubiera visto los molinos de la modernez! El viento es el de siempre, habitando en mi. Azota los pinos, las agujas se desprenden. Hace remolinos punzantes tapando la tierra rojiza. El viento huele hoy un poco a gris, el cielo se encapota. Nubes rápidas; no hay nubes tan rápidas sobre Madrid. En ninguna parte del mundo. Vía crucis de rotondas flamantes. Recién estrenadas como la camisa del domingo de Ramos cuando se es niño. Con pequeños trechos de flores nacientes en las hondonadas. Luego la circunvalación. Mira, una tienda nueva de piezas mecánicas de motos. Un salón nuevo de bodas. Grandes letras doradas, como rococó. El desierto del recinto Ferial, el largo paseo, poblado de sillas aradas por cadenas a los plátanos falsos. Torres que de un golpe de aire se caen. Aquí siempre parece que todo se está cayendo, sí. Vemos a Cristina en la plaza antes que a nadie. Le digo que se guarezca de la lluvia, extiendo los brazos. Sonríe. No puedo levantarme del columpio, me dice. Es que si no me quita el sitio. Dejo la maleta por ahí. ¿Es que te crees que aquí no pueden robarte? Pero tú nunca te enfadas. Empujo, arriba y abajo, más fuerte. ¡Más fuerte! El viento levanta su falda, destroza sus tirabuzones. Imposible peinarse en este pueblo ¿Quieres que te lleve a la procesión?

JUEVES SANTO
¡Ala pareja, a comerse un poco de chorizo con pan y estas torrijas, que esta noche se va a morir Dios y mañana no se puede comer carne! Te presinas delante de la fotografía del abuelo; le arreglas el pequeño manojo de claveles blancos y te sientas. Te vuelves a levantar. Arropas al canario entre las cortinas. Buscas el álbum de fotos, el de las tapas verdes, sí, el bueno. Dónde lo habré dejado. Bueno, no importa, me acuerdo de todos lo mismo. La cara serena de mi hermano Juan, el pobre, huyendo a Valencia por rojo. El otro, mi Audaz, pobre, para Australia por rojo. Ahora sus hijos son de todas partes del mundo, que si un yerno chicano, otro de Italia. Volverán a venir a Europa, a vernos. Siempre me preguntan por qué no vas tú querida. Pienso en ir, un día, sí. Ven, siéntate conmigo, para un poco. Las cornetas son borbotones. El viento las derrama por cada calle, las lleva lejos. Un segundo, ahora la marea invisible las vuelve a traer. ¿Qué hemos comido hoy? Pues potaje con bacalao. Venga, no me hagáis desprecio, otra torrija. Vuelves a presinarte. El pobre Ginés, en los trenes nocturnos de media España, por rojo. Y tanta población de mujeres sin poder estudiar, por pobres. Ya no tengo los pies para ir siquiera a la procesión del Silencio. La única que me gustó siempre. Dios se muere esta noche. No hay cosa más simple que entender que Todos somos Uno querida.

VIERNES SANTO
Las tías te sientan en medio. Venga hombre, prueba una torrija de las nuestras. No la desprecies, anda. Nosotras las hacemos con aguamiel además de con palo de canela. ¿Un café? ¿Un licor? Tu mirada salta de una cara a otra, te dejas palmear el hombro, sonríes. Repaso de noticias. Ultimos entierros, alguna que otra madre soltera, hay abogados que se drogan, el nuevo aparcamiento subterráneo del parque central. También que se ha hecho otro debajo de la estatua del Labrador. Menuda odisea. Huelga de taxistas, protestas de vecinos. Ya han abierto el refugio de la guerra para verlo. Gratis. Mierda de Legión Cóndor. Mujer, que se ha muerto Cristo ¡Mierda te digo! Primero aquí y luego a Guernica. Pero primero todo aquí. La parte de la historia que no se sabe. La gente salía de ver una película de Faulkner. Arrasaron todo, luego a Guernica. Por aquí estuvo el escritor del Principito bastante ¿sabes? Hemingway y London. En los cafés del paseo. Y el sobrino de la Wolf, su favorito, trataron de regresarlo pero quiso quedarse, pobre, también murió. En el mismo lugar donde naciste tú querida, el lugar del aire. Sé lo que estás mirando, tus pensamientos a veces tienen colores. A veces los veo. Extiendes la mano sobre la bandeja, un mantecado de la otra tía, que no se enfaden. A veces, la gente está rodeada, pero nunca lo digo. Los tambores suenan, es la procesión más larga de todas. Salimos al balcón. Muchos ancianos y niños. Cristina nos enseña su puñado de caramelos. Nos grita algo pero no podemos oírla. El viento levanta los estandartes, sacude las capas. Se lleva las palabras.

SABADO SANTO
¡Qué pena no quedaros más! Mañana es la procesión más hermosa. Jesús resucita, los nazarenos arrojan más caramelos que nunca, los tambores resuenan y resuenan. Alto. Dominan por una vez al viento. Cuidado en la carretera, nunca se sabe cuándo es nuestra hora. Madre me da a escondidas un bulto de papel albal. Anda, las torrijas para él, que sé que le gustan mucho. Las mías llevan mucho huevo, en el fondo, la receta sencilla es la mejor. Le digo que le de muchos besos al primo Efraím. Poco tiempo siempre, pienso. Mi madre que también ve colores me contesta bajito. El suficiente, hija, siempre es el suficiente. El municipal nos apremia. Tenemos que quitar el coche, la próxima procesión va a pasar. Murmullos, besos, no llores anda. Parecemos tontos, ni que nos fuéramos a la guerra. Una tras otra están cortadas.. Rodeo de rotondas, las calles se estrechan, la lluvia inminente. Un grupo de niños cruza de acera. Lío de paraguas. No tienes más remedio que parar el coche. No quiero mirar a mi derecha. Sé que la fachada de mi instituto ya ha cambiado. La arreglaron el verano anterior; tengo dos fotografías, en ellas los días se hacían eternos, esperando, no quiero volver a verte jamás. Y si te veo ¿tendrás los mismos ojos indolentes de los dieciséis años? Calvo seguro, pienso. Viajero incansable seguro, me digo. Las nubes se paran. Tormenta gruesa como siempre ¡Falta poco para volver a ver los molinos modernos! Me cantas. ¡Don quijote que te volviste loco por culpa del aireeeeee! Llanos, tengo que apuntar muchas cosas, ficción.

viernes, abril 13, 2007

La de ayer, un fecha especial

El perverso encanto de la burguesía: Madame Bovary, 1857-2007

Un 12 de abril de hace ciento cincuenta años vio la luz uno de los libros fundacionales de la novela moderna, Madame Bovary, de Gustave Flaubert. La historia de los amores prohibidos de una joven burguesa malcasada supuso tal conmoción para la sociedad de su tiempo que Flaubert fue llevado a juicio, acusado de inmoralidad, y finalmente absuelto. Hoy todo eso es anécdota, porque la novela sigue resultando tan revolucionaria como entonces, tan viva y conmovedora. Dice Mario Vargas Llosa, uno de los grandes enamorados de esta novela: “¿Qué puede aprender de Madame Bovary un novelista de nuestros días? Todo lo esencial de la novela moderna: que ésta es arte”.
La originalidad formal de la obra la ha convertido en un modelo universal para narradores, de Henry James y Clarín a Mario Vargas Llosa y Julian Barnes. En especial, el uso del punto de vista, la maestría con que permite que los personajes se expresen ellos mismos, con lo cual la novela adquiere ese aire de texto contado a varias voces, coral y dramático. Otra innovación técnica adoptada por sus admiradores resulta el tratamiento de la escena, el ejemplo siempre recordado es un inolvidable diálogo ocurrido en una feria agrícola, cuando la miel que sale de los labios de Rodolfo enamora a Emma, y pronto la hará caer en sus brazos. Aquí Flaubert yuxtapone trozos del diálogo mantenido por la pareja con las voces de la gente en la feria, que atienden a las ofertas de ganado y otros productos del campo. Así conseguía Flaubert añadir a la narración novelesca una innovadora manera de entender al individuo en su contexto social.
Emma Bovary y las ilusiones perdidas, por Lourdes Ventura
Aparecido en "El Cultural del 12/04/2007

miércoles, abril 11, 2007

Sin palabras

Ella no puede tocarse la nariz con la mano derecha. Artritis post-traumática. No se atreve a decirle al médico que no ha tenido ningún trauma. El forro de la chaqueta tiene un agujero. ¿Te ayudo? Gracias, puedo sola. Estaba tan bien.

Ella sabe que es imposible eludir los encuentros. En la puerta de radiología Nerea le escupe un sabes la noticia. ¿Cuál? Nerea, relata la desgracia del amigo común. Ella paladea el sabor acre, no ha podido escribir el informe operatorio, le faltan las palabras, pero no ha querido ingresar.

Ella busca en la memoria. Un enfermero grita el nombre. La segunda vez. Ella camina despacio hacia el chico del tatuaje. Usted sabe quién es el dios de las palabras. El tatuado, detrás de la mampara, tararea: por un beso de la flaca yo daría lo que fuera. No hable. No se mueva. Ya está. Huesos frágiles en un fondo negro.

Ella recuerda la primera vez que vio al amigo, intenta meter la marcha. Delgado, moreno, con la bata impecable. El calmante no ha hecho efecto, pero el dolor físico le parece un “buen correlato”. Tímido, casi místico Me dueles tanto. La bocina histérica del coche de atrás. Rubia, despierta.

Ella llega a casa. En la bolsa una codera y anti-inflamatorios. ¿Qué tal hoy? Tienes mala cara.Sin palabras, amor.

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sábado, abril 07, 2007

Jueves Santo


Desayuna té verde y ensalada de frutas del bosque, mientras escucha la Symphonia Armonie Celestium Revelationum, de Hildegard von Bingen. Suena el teléfono. Camina despacio para que el contestador le evite los remordimientos. No lo suficiente. Ayer me acosté con un pibe, creo que era fotógrafo, ¿crees que debo tomar la pastilla del día después?

Convence a Klaus para ir a ver la ampliación del Museo del Prado. La solución discreta de Moneo no le desagrada: ladrillo y piedra, “motivos”, de los ancianos Jerónimos. Recuerda las bodas con pamela y cena en el Ritz, la lista se trunca con la aparición de una amiga de Klaus. Sólo fue un rollo de verano, qué pesada te pones.
Sí, tómatela.

Elige tres pasteles: el cilindro con mango, la tartaleta de manzana, y el de vainilla, muy negro. Klaus quiere ser generoso por el encuentro con Olga. Nombre de perra rusa, le dijo ella mientras tomaban té en la terraza de L´Hermitage. El dependiente lleva un guante en la mano derecha, pero la izquierda muestra una carnalidad de estibador. Los dedos rozan la tartaleta de manzana cuando intentan colocarla en la caja de diseño.

Relee el capítulo de la muerte de Tirante camino de Constantinopla, mientras Klaus y su hermano cocinan codillo. Deciden que irán al cine por la noche, el New Yorker dice que es muy buena, la historia de la CIA ¿No quieres la tartaleta de manzana? Sólo la mitad. Está buenísima, con canela. Te regalo el resto, gordo.

Le dice a Olalla que no irá a la iglesia, está enfadada por el asunto de San Carlos Borromeo. Pero, si daban la comunión con rosquillas. Mañana, hoy no estoy de humor; y el domingo, si quieres, vamos a Entrevías. Sí, hombre, a Vallecas, no seas demagoga. ¿Te ha llamado Eloisa? No. Anoche, estaba muy colgada, con un amigo de Peter. Tengo que trabajar, ¿quieres venir al cine?

Escucha los comentarios de Klaus, Ernesto y Olalla, mientras intenta que no se le vuele la bufanda. Un borracho se le acerca, un euro, para un bocadillo, rubia, vamos. Klaus, grita. Hablas tan bajo, que no te oigo. No tenemos. Olalla, tienes un euro. Comenta que le ha gustado El Buen Pastor, le recuerda a su club, pero sin barro ni orines, eso es cosa de chicos. Fuencarral está lleno de colgados. ¿Y nosotros, qué somos? Ya lo sabes, raros.

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jueves, abril 05, 2007

EL MUSÉE DU QUAI BRANLY

Estaba en Paris y sabía que en Paris siempre, siempre, siempre hay algo nuevo, algo interesante.
El taxista me dijo “il parait que ça vaut la peine”.
Jueves, había dejado de llover. Vi aparecer unos enormes cubos de colores, rojo carmesí, amarillo brillante, colgando de una pared, selva frondosa entre muros de vidrio y los edificios de la Rue de l’Université se transparentaban desde el otro lado del museo. La luz húmeda bañando ambos lados del Sena. En el siglo XXI no están de moda las gárgolas.
Dudaba, aun así saqué mi entrada. Bravo, valiente, si no pasa nada por sacar una entrada, una sola.
Llenito de imsersos, franceses en su mayoría, y pensaba que caramba con los imsersos estos, qué ansias de conocimiento, sentí la envidia invadirme el estómago: tanto tiempo libre para ir de museos, para pasear con amigas, para tomar un café que recaliente los sentimientos.
Y dentro, envuelta en oscuridad, solo los objetos tenían luz. Objetos todos donados o “traídos” de muy muy lejos. Arte primitivo de todo el mundo, excepto de Europa. Cantos tribales, trinos, susurros. Las paredes de cuero, redondeadas. Ni un tabique liso, ni una barandilla recta, como el ser humano, pensé. Como cualquier ser humano, venga de donde venga.
Paseaba sin orden, Oceanía, Papúa, Níger, Vietnam, Kerhala, Amazonas… por el ayer y por el hoy. Distintos y distantes.
Me vino a la memoria la conversación que tuvimos al acabar la clase aquel día en El Mono Rojo, habíamos hablado de la necesidad de espiritualidad del hombre, de la trascendencia, de la divinidad. Cuánta razón, en el museo casi era obsesión. Motivos rituales, vestimentas de chamanes, objetos ceremoniales, y sin embargo, ningún dios, o ningún Dios.

¿Cuánto tiempo duró la visita al Musée du Quai Branly? No sabría contar, me olvidé de mirar el reloj, qué buena idea.
…“à ne pas manquer”, que dirían ellos.

miércoles, abril 04, 2007

Ecos

Y los ciudadanos huyen en Semana Santa

Se desempolvan los bañadores
Arena y pelusa. Qué guarra
Blanquecino y fláccido
El lunes, dieta

Se compran libros
porque cada vez tengo menos tiempo
gafas, para ver, es lo que necesitas

No te aguanto
Gordita
Encima. Déjame
Mañana salimos a las ocho
En punto
No te olvides del paraguas


Se abandona a los abuelos
Pero, si tu hermano nunca sale
Cuéntale lo de las pastillas, hija
¿Y qué hacemos con el perro?

Se llama a las amigas
Olalla, soy yo
¿Quién?

Olalla se queda
A escuchar los ecos, dice
El jueves paseará por Serrano
hasta las diez
Se parará en Villanueva
Silencio y frío
Luego, el olor a suizos de Mallorca
las golondrinas
el viento y las ramas
el coche
La voz de Fernando, sentada en el banco
Me dejas que te toque el pecho
De nuevo, colegiala
correrá con suelas de vergüenza
El Retiro
Retumbarán las pisadas en el corazón
se deslizará hacia arriba
con ganas de huir por la boca

Olalla

No me ha perdonado

¿Cómo es el eco de un beso?

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lunes, abril 02, 2007

La mujer que fue jueves

Domingo

Termina la novela de Chesterton, la aventura onírica de Gabriel Syme, el poeta que como Alicia, en el país de las maravillas, se hunde en el suelo como si se lo hubiera tragado la tierra. Quince capítulos narrados por un omnisciente paródico con un ritmo trepidante. Los hermanos Marx y la teología.

Las palmas, la falda y el twin set. Con la Semana Santa venían los estrenos, los estornudos y la tristeza. Olía a arroz con leche y torrijas, a santos tapados para no ver. El confesor de Franco lavado por los pies níveos de los monaguillos. El Vía Crucis atravesaba el Parque del Oeste. Los mayores serios y tu madre distraída con los brotes, la flores y los colores de las nubes.

Hoy, las palomas torcaces devoran los brotes de los árboles que ella ve desde el invernadero, hace dos años que no compra una tarta para su abuela. Marita, ya no le cuenta historias.

Una nube cubría la mente de los hombres,
Y el viento gemía,
Sí, una nube enferma cubrió el alma,
cuando fuimos niños ...

Sábado

No encuentra la tapa de la tetera. Sospecha que la habrá roto Juani, la anarquista doméstica. El espíritu de la destrucción ha entrado en la casa, sabe que eso ocurre cíclicamente. El ángel, el huevo, la tetera. La interpretación es confusa, algo así: no volar demasiado alto, que se rompen las alas; comprar huevos para El Mono; desayunar café con leche.

Hace años, le dejó Praga Mágica, de Angelo María Ripellino, a un amigo. Esta mañana entra en la librería con un título escrito en un papel azul: Pregúntale al polvo, de John Fante, un regalo para Lola. En los anaqueles de guías -resaltados por las vacaciones- ve el ensayo de Ripellino, se abalanza sobre él. Gracias, Seix-Barral.

Aún hoy, cada madrugada a las cinco, Franz Kafka vuelve a su casa de la calle Celetná(Zeltnergasse), con su traje negro y su bombín. Aún hoy, cada madrugada, Jaroslav Hasek, en alguna taberna, proclama que el radicalismo dañino y que el sano progreso sólo puede alcanzarse con la obediencia. Praga vive aún bajo el signo de estos dos escritores, que expresaron mejor que nadie su condena sin remedio, por tanto su malestar, su malhumor, las dobleces de su astucia, su fingimiento, su ironía carcelaria.

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