lunes, abril 16, 2007

SEMANA SANTA

MIERCOLES SANTO
Ahí está el campo eólico, falta poco para llegar. Disminuyes la velocidad porque sabes que me gusta verlo. Acabamos cantando la misma canción: ¡Si Don Quijote hubiera visto los molinos de la modernez! El viento es el de siempre, habitando en mi. Azota los pinos, las agujas se desprenden. Hace remolinos punzantes tapando la tierra rojiza. El viento huele hoy un poco a gris, el cielo se encapota. Nubes rápidas; no hay nubes tan rápidas sobre Madrid. En ninguna parte del mundo. Vía crucis de rotondas flamantes. Recién estrenadas como la camisa del domingo de Ramos cuando se es niño. Con pequeños trechos de flores nacientes en las hondonadas. Luego la circunvalación. Mira, una tienda nueva de piezas mecánicas de motos. Un salón nuevo de bodas. Grandes letras doradas, como rococó. El desierto del recinto Ferial, el largo paseo, poblado de sillas aradas por cadenas a los plátanos falsos. Torres que de un golpe de aire se caen. Aquí siempre parece que todo se está cayendo, sí. Vemos a Cristina en la plaza antes que a nadie. Le digo que se guarezca de la lluvia, extiendo los brazos. Sonríe. No puedo levantarme del columpio, me dice. Es que si no me quita el sitio. Dejo la maleta por ahí. ¿Es que te crees que aquí no pueden robarte? Pero tú nunca te enfadas. Empujo, arriba y abajo, más fuerte. ¡Más fuerte! El viento levanta su falda, destroza sus tirabuzones. Imposible peinarse en este pueblo ¿Quieres que te lleve a la procesión?

JUEVES SANTO
¡Ala pareja, a comerse un poco de chorizo con pan y estas torrijas, que esta noche se va a morir Dios y mañana no se puede comer carne! Te presinas delante de la fotografía del abuelo; le arreglas el pequeño manojo de claveles blancos y te sientas. Te vuelves a levantar. Arropas al canario entre las cortinas. Buscas el álbum de fotos, el de las tapas verdes, sí, el bueno. Dónde lo habré dejado. Bueno, no importa, me acuerdo de todos lo mismo. La cara serena de mi hermano Juan, el pobre, huyendo a Valencia por rojo. El otro, mi Audaz, pobre, para Australia por rojo. Ahora sus hijos son de todas partes del mundo, que si un yerno chicano, otro de Italia. Volverán a venir a Europa, a vernos. Siempre me preguntan por qué no vas tú querida. Pienso en ir, un día, sí. Ven, siéntate conmigo, para un poco. Las cornetas son borbotones. El viento las derrama por cada calle, las lleva lejos. Un segundo, ahora la marea invisible las vuelve a traer. ¿Qué hemos comido hoy? Pues potaje con bacalao. Venga, no me hagáis desprecio, otra torrija. Vuelves a presinarte. El pobre Ginés, en los trenes nocturnos de media España, por rojo. Y tanta población de mujeres sin poder estudiar, por pobres. Ya no tengo los pies para ir siquiera a la procesión del Silencio. La única que me gustó siempre. Dios se muere esta noche. No hay cosa más simple que entender que Todos somos Uno querida.

VIERNES SANTO
Las tías te sientan en medio. Venga hombre, prueba una torrija de las nuestras. No la desprecies, anda. Nosotras las hacemos con aguamiel además de con palo de canela. ¿Un café? ¿Un licor? Tu mirada salta de una cara a otra, te dejas palmear el hombro, sonríes. Repaso de noticias. Ultimos entierros, alguna que otra madre soltera, hay abogados que se drogan, el nuevo aparcamiento subterráneo del parque central. También que se ha hecho otro debajo de la estatua del Labrador. Menuda odisea. Huelga de taxistas, protestas de vecinos. Ya han abierto el refugio de la guerra para verlo. Gratis. Mierda de Legión Cóndor. Mujer, que se ha muerto Cristo ¡Mierda te digo! Primero aquí y luego a Guernica. Pero primero todo aquí. La parte de la historia que no se sabe. La gente salía de ver una película de Faulkner. Arrasaron todo, luego a Guernica. Por aquí estuvo el escritor del Principito bastante ¿sabes? Hemingway y London. En los cafés del paseo. Y el sobrino de la Wolf, su favorito, trataron de regresarlo pero quiso quedarse, pobre, también murió. En el mismo lugar donde naciste tú querida, el lugar del aire. Sé lo que estás mirando, tus pensamientos a veces tienen colores. A veces los veo. Extiendes la mano sobre la bandeja, un mantecado de la otra tía, que no se enfaden. A veces, la gente está rodeada, pero nunca lo digo. Los tambores suenan, es la procesión más larga de todas. Salimos al balcón. Muchos ancianos y niños. Cristina nos enseña su puñado de caramelos. Nos grita algo pero no podemos oírla. El viento levanta los estandartes, sacude las capas. Se lleva las palabras.

SABADO SANTO
¡Qué pena no quedaros más! Mañana es la procesión más hermosa. Jesús resucita, los nazarenos arrojan más caramelos que nunca, los tambores resuenan y resuenan. Alto. Dominan por una vez al viento. Cuidado en la carretera, nunca se sabe cuándo es nuestra hora. Madre me da a escondidas un bulto de papel albal. Anda, las torrijas para él, que sé que le gustan mucho. Las mías llevan mucho huevo, en el fondo, la receta sencilla es la mejor. Le digo que le de muchos besos al primo Efraím. Poco tiempo siempre, pienso. Mi madre que también ve colores me contesta bajito. El suficiente, hija, siempre es el suficiente. El municipal nos apremia. Tenemos que quitar el coche, la próxima procesión va a pasar. Murmullos, besos, no llores anda. Parecemos tontos, ni que nos fuéramos a la guerra. Una tras otra están cortadas.. Rodeo de rotondas, las calles se estrechan, la lluvia inminente. Un grupo de niños cruza de acera. Lío de paraguas. No tienes más remedio que parar el coche. No quiero mirar a mi derecha. Sé que la fachada de mi instituto ya ha cambiado. La arreglaron el verano anterior; tengo dos fotografías, en ellas los días se hacían eternos, esperando, no quiero volver a verte jamás. Y si te veo ¿tendrás los mismos ojos indolentes de los dieciséis años? Calvo seguro, pienso. Viajero incansable seguro, me digo. Las nubes se paran. Tormenta gruesa como siempre ¡Falta poco para volver a ver los molinos modernos! Me cantas. ¡Don quijote que te volviste loco por culpa del aireeeeee! Llanos, tengo que apuntar muchas cosas, ficción.

2 Comments:

Blogger palimpsestos said...

Te echaba de menos, CL. Me ha gustado mucho tu vuelta al pueblo. ¡Qué distintos nos hemos vuelto! aunque yo creo que seguimos siendo iguales a pesar de los móviles, de internet, de las prisas...
Y cuando llegamos allí nos parece que nunca pasa nada.

2:05 p. m.  
Blogger Efímera said...

Te sugiero que leas el discurso de Antonio Gamoneda sobre la pobreza en Cervantes. El poeta, que os recomendé, ¿recuerdas?, hace años, comenzó así:

"Mis fuentes, en lo que concierne al saber, a la vigilia de la sensibilidad y al acendramiento de la conciencia, son, permítaseme decirlo crudamente, de baja extracción…".

A veces, la riqueza genera engreimiento y superficialidad, y ambas cualidades son letales para una escritora. El rencor, a veces, también lo es. Y no hablo de Gamoneda

12:29 p. m.  

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