jueves, abril 05, 2007

EL MUSÉE DU QUAI BRANLY

Estaba en Paris y sabía que en Paris siempre, siempre, siempre hay algo nuevo, algo interesante.
El taxista me dijo “il parait que ça vaut la peine”.
Jueves, había dejado de llover. Vi aparecer unos enormes cubos de colores, rojo carmesí, amarillo brillante, colgando de una pared, selva frondosa entre muros de vidrio y los edificios de la Rue de l’Université se transparentaban desde el otro lado del museo. La luz húmeda bañando ambos lados del Sena. En el siglo XXI no están de moda las gárgolas.
Dudaba, aun así saqué mi entrada. Bravo, valiente, si no pasa nada por sacar una entrada, una sola.
Llenito de imsersos, franceses en su mayoría, y pensaba que caramba con los imsersos estos, qué ansias de conocimiento, sentí la envidia invadirme el estómago: tanto tiempo libre para ir de museos, para pasear con amigas, para tomar un café que recaliente los sentimientos.
Y dentro, envuelta en oscuridad, solo los objetos tenían luz. Objetos todos donados o “traídos” de muy muy lejos. Arte primitivo de todo el mundo, excepto de Europa. Cantos tribales, trinos, susurros. Las paredes de cuero, redondeadas. Ni un tabique liso, ni una barandilla recta, como el ser humano, pensé. Como cualquier ser humano, venga de donde venga.
Paseaba sin orden, Oceanía, Papúa, Níger, Vietnam, Kerhala, Amazonas… por el ayer y por el hoy. Distintos y distantes.
Me vino a la memoria la conversación que tuvimos al acabar la clase aquel día en El Mono Rojo, habíamos hablado de la necesidad de espiritualidad del hombre, de la trascendencia, de la divinidad. Cuánta razón, en el museo casi era obsesión. Motivos rituales, vestimentas de chamanes, objetos ceremoniales, y sin embargo, ningún dios, o ningún Dios.

¿Cuánto tiempo duró la visita al Musée du Quai Branly? No sabría contar, me olvidé de mirar el reloj, qué buena idea.
…“à ne pas manquer”, que dirían ellos.

3 Comments:

Blogger Efímera said...

Te echábamos de menos, aunque tus ecos de Paris nos suscitan esperanzas de regresar al café de los Vosgos.Bienvenida.

12:38 p. m.  
Blogger Sabueso said...

Fantástico, Palimpsestos; casi he visto París, o mejor, sentido, entre tus palabras. Aunque las gárgolas no estén de moda, estar, están dónde siempre, a la espera de una mirada. Y Dios, seguramente, también.

3:05 a. m.  
Blogger :-[ said...

A mi no me dio tiempo a visitar más que el Louvre. Además me quedé en el segundo piso de la Torre Eiffel, pero visité unos lugares secretos por los que nunca sabré seguro volver. Y en todos ellos había alma...Beso

4:54 p. m.  

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