La caja china
En el Libro Cuarto, el lugar que ocupaba la secuencia de La Mangachería es usurpado por el relato de un subtema: los amores de Anselmo y Antonia (Toñita), la niña ciega y muda. Las secuencias correspondientes aparecen en los tres capítulos de este Libro y despliegan uno de los recursos técnicos más brillantes y dramáticos de Vargas Llosa: el uso de la segunda persona para alcanzar un propósito múltiple: a) la mezcla de la realidad y la ficción contenidas en la historia amorosa; b) la fusión del pasado, ya no solo con el presente, sino con el futuro; c) el distanciamiento poético de los hechos; d) la introducción de la conciencia popular colectiva en la (imaginada) conciencia de Aselmo. Citemos un fragmento de esta prosa cálida y torturada, en la que un viejo en su lecho de muerte sueña que desea a una niña y confunde sus recuerdos con la versión legendaria que otros han dejado de ellos:
Inventa que le dice: buenos días Toñita, linda mañana, el sol calienta sin quemar, lástima que caiga arena, o si vieras la luz que hay, lo azul que está el cielo, tanto como el mar de Paita y ahí, el latido de las sienes, las olas atropellándose, el corazón desbocado, la insolación interior. ¿Vienen juntos?, sí, ¿a la terraza?, sí, ¿la tiene del brazo?, sí, y Jacinto ¿no se siente bien, don Anselmo?, se ha puesto pálido, tú un poco cansado, tráeme otro café y una copita de pisco, ¿derechito hacia tu mesa?, sí, párate, estira la mano, don Eusebio cómo está, él mi querido, esta señorita y yo vamos a hacerle compañía, ¿nos permite? Ahí la tienes ya, junto a ti, mírala sin temor, ése es un rostro, esas pequeñas aves son sus cejas, y tras sus párpados cerrados reina la penumbra, y tras sus labios cerrados hay también una minúscula morada desierta y oscura, esa su nariz, esos sus pómulos
Vargas Llosa ha llamado a este singular empleo del tú ( que emplearon Michel Butor en La Modification y Carlos Furentes en La Muerte de Artemio Cruz con propósitos diversos), “la caja china” y lo ha aclarado minuciosamente a propósito de su uso en Tirant lo Blanc y en la obra de García Marquez.
Inventa que le dice: buenos días Toñita, linda mañana, el sol calienta sin quemar, lástima que caiga arena, o si vieras la luz que hay, lo azul que está el cielo, tanto como el mar de Paita y ahí, el latido de las sienes, las olas atropellándose, el corazón desbocado, la insolación interior. ¿Vienen juntos?, sí, ¿a la terraza?, sí, ¿la tiene del brazo?, sí, y Jacinto ¿no se siente bien, don Anselmo?, se ha puesto pálido, tú un poco cansado, tráeme otro café y una copita de pisco, ¿derechito hacia tu mesa?, sí, párate, estira la mano, don Eusebio cómo está, él mi querido, esta señorita y yo vamos a hacerle compañía, ¿nos permite? Ahí la tienes ya, junto a ti, mírala sin temor, ése es un rostro, esas pequeñas aves son sus cejas, y tras sus párpados cerrados reina la penumbra, y tras sus labios cerrados hay también una minúscula morada desierta y oscura, esa su nariz, esos sus pómulos
Vargas Llosa ha llamado a este singular empleo del tú ( que emplearon Michel Butor en La Modification y Carlos Furentes en La Muerte de Artemio Cruz con propósitos diversos), “la caja china” y lo ha aclarado minuciosamente a propósito de su uso en Tirant lo Blanc y en la obra de García Marquez.
Continuará.
Etiquetas: Lecciones simiescas
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