Nuestra vida, la de los otros y el en medio dónde se fue
Acabo de ver La vida de los otros. Qué feroz la soledad del escritor afectivo. El creador histérico-antropocéntrico, decía el oficial de los servicios secretos. No hay remedio más eficaz para neutralizarlo que encerrarle solo en una celda y no dirigirle la palabra. Cuando salga, privado de su necesidad de hablar y ser escuchado, tan despojado y neutralizado quedará que ya no volverá a escribir. No contaba con que el espía de témpano, el gran depredador mefistofélico de la intimidad humana iba a convertirse en ángel guardián. ¡Qué epifanía! Y finalmente, el autor anulado por la soledad tendría de nuevo un destinatario, esa musa que le escuchó con una finalidad en principio muy diferente. Cuántas veces nos quedamos sin musa, sin interlocutor, qué sequía. Ahí estabas en el colegio, tan segura de que el mundo era esa burbuja de la que ni sabías que eran los últimos años de una dictadura. Hoy van a hacer ustedes una redacción sobre la película que pusieron ayer en la televisión. ¿Cómo, qué tú no tienes televisión, Sabueso? Pues escribe lo que quieras, pero nada de risa, algo hondo, hondo. Sor Maria Jesús me enseño a escribir a lo Gracián. Metáforas nuevas, breves, sin trillar, y nada de gerundios. ¿Qué vas a estudiar cuando termines, Sabueso? Voy a ser escritora, por supuesto. Sor Teresa era gallega y no pronunciaba las ces implosivas. ¿Cómo se dice, hermana, complemento direto o directo? ¡Direeeto, niña, direeeto, con c, como lo digo yo! Risas. ¿Pero es que son ustedes tontas? Ay, qué pavo tienen, todo el día pensando en chicos y tonterías. Más les vale estudiar una carrera, porque los padres y los maridos pueden ser buenos y ricos, pero y si no, entonces, qué. Mi madre se asombraba cuando iba al colegio. Qué distintas de las inglesas, tan serias. Estas monjas españolas están ya casi saltando de alegría. Aunque le parecía muy bien. La infancia era para ser feliz. A pesar de los pololos marrones de gimnasia con goma por debajo de las rodillas, que a veces eran más largos que la falda de tablas tan rígidas que llevábamos encima. Menudos cántaros caderones. Qué no vengan los chicos del Sagrado Corazón a la fiesta de fin de curso y nos vean bailando la jota con esta pinta. El último curso llegó una profesora de gimnasia nueva y cuando se recuperó de la risa, se negó a impartir sus enseñanzas a seres con tal atavío. Desorientación monjil y maternal. Ya hemos hecho los pololos. ¿Un chándal? ¿Pantalones, dice usted? Modernidad en las aulas. Pero sólo para las pequeñas. Qué derroche, un uniforme de gimnasia nuevo para las de último curso. Que se aguanten así. No fue rebeldía, creo. O quizás sí. Salimos a la calle con los pololos por encima del uniforme de vestir, con la goma de la cintura subida hasta el pecho. Saltábamos, gritábamos. Y sor Inés, la hermana portera, detrás. ¿Pero adónde van ustedes, es que se creen que les van a gustar a los chicos así? Se paró en la esquina, como si hubiese un muro invisible. Todos los chicos del Sagrado Corazón estaban en la plaza del Perú, tan litris –entonces no se decía pijos- como lo seríamos nosotras. Qué importaba. Bailábamos frenéticas, poseídas por el júbilo de la niñez que se nos escapaba. Sor Inés también tenía pelusa en la barbilla, como la sor Angélica de La casa verde. Tendré que avisar a la directora. Qué niñas estas. Pero a la mañana siguiente sor Teresa tocaba el silbato tres veces en el jardín, formábamos la fila y ella levantaba los brazos y blandía el silbato a modo de batuta. Abril ha renacido, tralalá, tralalá. El campo está florido, tralalá, tralalá y todo en la campiña sonríe sin cesar. Desde el colegio se veía mi casa, tan bonita y tan a punto de desaparecer de mi vida como la niñez.
Tenía razón mi madre. La infancia era para ser feliz. Porque cuánto se ha achicado ese en medio sin musas que iba a ser el futuro.
Tenía razón mi madre. La infancia era para ser feliz. Porque cuánto se ha achicado ese en medio sin musas que iba a ser el futuro.
6 Comments:
yo también tuve monjas en mi vida, pero acabé huyendo...no me dejaban coger la cuchara con la mano izquierda. Felicidades! un texto precioso. Criíticaslocas
¡No fue todo tan lérico! Pero dejaban ser zurda. Gracias por el comentario. Anima.
¡No fue todo tan lírico! Pero dejaban ser zurda. Gracias por el comentario. Anima.
Nada, no hay manera de corregir "lérico". Suena a cólera fofa, ¿no? Qué le vamos a hacer.
vi la pelicula anoche, no necesito reafirmar su belleza, y lo hago. sabes si el estudio a que hacen alusion en la pelicula existio? escrito por un tal anthon o anton gruvich o grubvich auqnue todas estas ya las intente...saludos
También lo pensé, pero no he encontrado nada. Qué sugerentes son esas obras desconocidas mencionadas en libros y películas; como el Necronicon de P.H. Lovecraft. De todas formas, la película está inspirada en una novela; quizás allí aparezca el nombre. Si lo encuentras, comúnicanoslo. Yo haré lo propio en este espacio. Y, también...saludos.
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