domingo, febrero 11, 2007

Tragedia Apasionante, de Afchina. Primera parte

Ningún aficionado negará que la lectura de un libro le pueda sugerir una composición musical, posiblemente, nunca se cuestione el motivo, simplemente le lleva a ese mundo de sensaciones donde todo parece estar ligado y tener una lógica inexplicable. Eso ocurre con frecuencia, aunque ese universo de relaciones ínter disciplinares debería acompañarnos asiduamente como la sombra a su dueño. Sería plausible la capacidad de pararse y reflexionar sobre lo que miramos, leemos o escuchamos. Cuando se trata de encontrar satisfacciones personales en una actuación dirigida por nuestra conducta nos damos cuenta que ésta tarda en llegar, es un silencio de redonda, un camino demasiado largo. Analizar, sintetizar, comparar es un trabajo arduo, y aún más farragoso resulta expresar con un leguaje apropiado, ya sea musical, verbal o escrito los sentimientos vividos, eso sin caer en la cursilería propia de las manifestaciones personales ávidas de consideración única y universal. Ahora bien, esto no es óbice para pensar que no se pueda construir, crear, siempre con el empeño titánico del que desea con ahínco transmitir a sus semejantes sensaciones acumuladas en la piel. Si hacemos un análisis y comparamos la literatura y la música dentro de dos corrientes torrenciales, el clasicismo y el romanticismo, observamos que se parecen bastante. Goethe, por ejemplo, se debatía entre el antiguo clasicismo y el renovado romanticismo, algo muy similar le ocurría a un músico coetáneo suyo, Beethoven. La inconcebible grandeza y estatura de sus obras nos ayuda a convencernos de su similitud. Sus vidas estuvieron marcadas por disciplina, trabajo, tansformación y adaptación a las nuevas formas que se sucedían. Son almas en constante evolución y su imparable devenir marcará su auténtica identidad. “Para no anquilosarse – aconsejaba Goethe al canciller Von Muller – hay que cambiarse, renovarse y rejuvenerse continuamente” La música de Beethoven, es una música evadida de su tutelaje social, completamente autónoma desde el punto de vista estético, ya no servil. Su obra hace añicos el esquema de una condescendiente adecuación de música y sociedad. Para deslumbrar al oyente con la técnica, no mostraba el carácter morboso y blando de las obras de otros románticos, tenía empaque y, también, pasión y humor. Garantizaba el contacto con lo sublime. Jugar con los opuestos era una sensación que le gustaba manifestar, así la sonata, dentro de su repertorio era el puente entre la música hecha en casa y la música de la sala de conciertos. La sonata siguió siendo un modelo para la vanguardia al tiempo que se convertía en un modelo de la crítica conservadora. La obra de Goethe manifiesta con gran acierto las relaciones humanas con la historia, la sociedad, la religión y su análisis pone de relieve un conocimiento profundo de la individualidad humana. Su obra ha sido juzgada por muchos críticos y ha sido motivo de inspiración para otros, en especial en el mundo de la música. Fausto, obra universal, es una alegoría de la humanidad. En ella penetra hasta lo más profundo del ser y del alma, mostrándolo a través del comportamiento de sus personajes. Fausto es el drama humano de la insatisfactoria postura frente al destino: la lucha entre el Bien y el Mal, Dios y el Diablo, la Ciencia y la Magia, ese mundo de opuestos que se atraen con la fuerza magnética de un imán.
Recordando la lectura de Fausto es fácil que sus páginas nos lleven sin, apenas darnos cuenta, a las páginas de la sonata nº 23 Op. 57 “Appassionata” de Beethoven. La apasionante tragedia de Margarita hace que se mezcle con la pasión desbordante que Beethoven manifiesta en su sonata. La magia de la música envuelve el personaje de Margarita más allá de los límites establecidos en el escenario de la vida. La sonata para piano en Fa menor, “Appassionata” de tres movimientos nos puede inducir a pensar en tres momentos imaginarios relacionados con ese personaje que encarna la representación sublime de lo femenino, la vergüenza, el pecado, la intuición..de tantas y tantas connotaciones condensadas en Margarita...