Tragedia Apasionante, de Afchina.Segunda parte
En el primer movimiento - allegro assai - Beethoven enlaza el tema inicial bajo una extensa ligadura de cuatro compases, inicio que evoca a una Margarita extenuada aferrándose a esa ligadura que le marca el camino iniciático hacia un mundo desconocido. Cansada de cargar con una culpa más impuesta socialmente que sentida como propia, se acerca sigilosamente a lo ignorado con la incertidumbre de un niño perdido que intenta, mediante el esfuerzo, superar el frío que invade su alma. El batir de las notas y la acentuación de la armonía, aumentan la eficacia del arpegio y el forte que le siguen, esta musicalidad hace que nos aproximemos a un momento de intriga en la que parece que Margarita camina sin rumbo hacía una luz infinita. Ese marcado fortísimo ocasiona al oyente desconcierto ante lo que se avecina que parece ser algo inminente. Los arpegios a lo largo del camino blanco salpicado de bosquecillos negros aumentan la tensión. Margarita llega a las puertas del paraíso, agotada pero con una sobrecarga de energía que se traduce en la intensidad del instrumento con unos fortísimos muy marcados. La ira envuelve la escena cuando una voz de mezzosoprano parece haber poseído a Margarita intentando explicar al señor que no merece ser condenada a las llamas del infierno puesto que ha sido víctima del amor. La risa del infierno es estruendosa, humillando sin temor la inocencia de la Margarita terrenal. Con gran pasión traducida en palabras musicales, margarita argumenta su criterio en una declamación de ardientes sentimientos transmitidos al todopoderoso. Su vergüenza por arte de magia se ha evaporado en orgullo al manifestar sin opresión lo que Enrique, su amado, ha supuesto en su vida viviente. Puede existir pecado en la declaración más humana expresada a lo largo de los tiempos? Podemos esperar, entonces, que un sordo se emocione al escuchar una sonata?. La dulzura de su inocencia se ha transformado en una vehemente excitación cuando expresa el engaño propuesto por ese semidiós negro y puesto de manifiesto en su amado. El tema principal reexpuesto una y otra vez en los acordes pintados por el compositor nos acercan a la elocuencia de una Margarita que ya está libre de todo juicio humano, libre de ataduras sociales, libre de su conciencia pero a la espera de un juicio justo. Otra vez el suspense musical evoca la esperada respuesta de un ser omnipotente que todo lo sabe.
Haciendo una reverencia a la sensibilidad, el segundo movimiento – andante con moto- se presenta el tema al estilo coral, la confesión de Margarita ante su confesor, como el mismo Goethe nos manifiesta: “Mis obras no son más que fragmentos de una gran confesión”. Este movimiento a modo de metrónomo ordenando el pulso musical acompaña a Margarita, al igual que las corcheas acompañan al ritmo, en esa oratoria dirigida al señor, oratoria pasional que explica la crueldad con la que ha sido tratada en ese teatro del mundo, con el aplomo de unas notas transformadas en dedos convencidos de lo que quieren expresar. Margarita en compañía del señor se ha despojado de toda carga pecaminosa que la ahogaba, aunque ha seguido el postulado de su corazón, la rabia le acerca a un estado de máxima embriaguez . Las segundas menores en la “Appassionata” desean el sufrimiento que la tonalidad impone. La tristeza, la angustia, la fatiga expositiva modelan este movimiento de ritmo lento con semicorcheas al final de la frase que nos sugiere una introspección del personaje, un examen interior en el que la réplica no tiene cabida. El viaje iniciático de la búsqueda del perdón partió con una gran dosis de pasión y, sin embargo, ahora todo pierde fuerza, pierde intensidad, a modo de sordina todo parece indicar que Margarita exhausta espera una sentencia. El modo menor de la sonata descarga toda la tristeza en Margarita, hay un acorde pianissimo y arpegiado de séptima disminuida habilidad pronunciada de su compositor, Beethoven. Los matices se hacen pianissimos, el compositor describe el momento musical más dramático.
Haciendo una reverencia a la sensibilidad, el segundo movimiento – andante con moto- se presenta el tema al estilo coral, la confesión de Margarita ante su confesor, como el mismo Goethe nos manifiesta: “Mis obras no son más que fragmentos de una gran confesión”. Este movimiento a modo de metrónomo ordenando el pulso musical acompaña a Margarita, al igual que las corcheas acompañan al ritmo, en esa oratoria dirigida al señor, oratoria pasional que explica la crueldad con la que ha sido tratada en ese teatro del mundo, con el aplomo de unas notas transformadas en dedos convencidos de lo que quieren expresar. Margarita en compañía del señor se ha despojado de toda carga pecaminosa que la ahogaba, aunque ha seguido el postulado de su corazón, la rabia le acerca a un estado de máxima embriaguez . Las segundas menores en la “Appassionata” desean el sufrimiento que la tonalidad impone. La tristeza, la angustia, la fatiga expositiva modelan este movimiento de ritmo lento con semicorcheas al final de la frase que nos sugiere una introspección del personaje, un examen interior en el que la réplica no tiene cabida. El viaje iniciático de la búsqueda del perdón partió con una gran dosis de pasión y, sin embargo, ahora todo pierde fuerza, pierde intensidad, a modo de sordina todo parece indicar que Margarita exhausta espera una sentencia. El modo menor de la sonata descarga toda la tristeza en Margarita, hay un acorde pianissimo y arpegiado de séptima disminuida habilidad pronunciada de su compositor, Beethoven. Los matices se hacen pianissimos, el compositor describe el momento musical más dramático.
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