Jueves Santo
Desayuna té verde y ensalada de frutas del bosque, mientras escucha la Symphonia Armonie Celestium Revelationum, de Hildegard von Bingen. Suena el teléfono. Camina despacio para que el contestador le evite los remordimientos. No lo suficiente. Ayer me acosté con un pibe, creo que era fotógrafo, ¿crees que debo tomar la pastilla del día después?
Convence a Klaus para ir a ver la ampliación del Museo del Prado. La solución discreta de Moneo no le desagrada: ladrillo y piedra, “motivos”, de los ancianos Jerónimos. Recuerda las bodas con pamela y cena en el Ritz, la lista se trunca con la aparición de una amiga de Klaus. Sólo fue un rollo de verano, qué pesada te pones.
Sí, tómatela.
Elige tres pasteles: el cilindro con mango, la tartaleta de manzana, y el de vainilla, muy negro. Klaus quiere ser generoso por el encuentro con Olga. Nombre de perra rusa, le dijo ella mientras tomaban té en la terraza de L´Hermitage. El dependiente lleva un guante en la mano derecha, pero la izquierda muestra una carnalidad de estibador. Los dedos rozan la tartaleta de manzana cuando intentan colocarla en la caja de diseño.
Relee el capítulo de la muerte de Tirante camino de Constantinopla, mientras Klaus y su hermano cocinan codillo. Deciden que irán al cine por la noche, el New Yorker dice que es muy buena, la historia de la CIA ¿No quieres la tartaleta de manzana? Sólo la mitad. Está buenísima, con canela. Te regalo el resto, gordo.
Le dice a Olalla que no irá a la iglesia, está enfadada por el asunto de San Carlos Borromeo. Pero, si daban la comunión con rosquillas. Mañana, hoy no estoy de humor; y el domingo, si quieres, vamos a Entrevías. Sí, hombre, a Vallecas, no seas demagoga. ¿Te ha llamado Eloisa? No. Anoche, estaba muy colgada, con un amigo de Peter. Tengo que trabajar, ¿quieres venir al cine?
Escucha los comentarios de Klaus, Ernesto y Olalla, mientras intenta que no se le vuele la bufanda. Un borracho se le acerca, un euro, para un bocadillo, rubia, vamos. Klaus, grita. Hablas tan bajo, que no te oigo. No tenemos. Olalla, tienes un euro. Comenta que le ha gustado El Buen Pastor, le recuerda a su club, pero sin barro ni orines, eso es cosa de chicos. Fuencarral está lleno de colgados. ¿Y nosotros, qué somos? Ya lo sabes, raros.
Etiquetas: Desde el desván
3 Comments:
Qué bien sugerido. Hay más "raros". Algunos incluso me han escrito desde Belgravia para preguntar por San Carlos Borromeo.
Aquí seguimos con los huesos de Pascua.
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San Carlos Borromeo. La otra cara de la moneda, la otra cara de la realidad. Yo creo que en ocasiones nos empeñamos en ver sólo una cara. Al negar la otra cara, creo yo, se pierde la dimensión de la realidad y eso, sigo creyendo yo, no es bueno. San Carlos Borromeo está ahí con parroquia o sin ella. Negarlo es de necios...
Hay sin embargo en el relato algo real: "indirecto libre".
Y hay otra realidad más: gracias por la paciencia de la ultima clase.
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