jueves, abril 26, 2007

Desliz


Diluvia


Palimpsesto publicó la entrada: La de ayer, una fecha especial, para celebrar el ciento cincuenta cumpleaños de Madame Bovary, de Gustave Flubert. Sus reflexiones me llevaron a cometer el desliz de meditar sobre El Arte de la Novela, ahora que el proyecto Libro de Relatos atraviesa el Cabo de Hornos. En fin.

Todos los grandes temas existenciales que Heidegger analiza en Ser y tiempo, y que a su juicio han sido dejados de lado por toda la filosofía europea , fueron revelados, expuestos, iluminados por cuatro siglos de novela europea. Una tras otra, la novela ha descubierto por sus propios medios, por su propia lógica, los diferentes aspectos de la existencia: con los contemporáneos de Cervantes se pregunta qué es la aventura; con Samuel Richardson comienza a examinar ” lo que sucede en el interior”, a desvelar la vida secreta de los sentimientos; con Balzac descubre el arraigo del hombre en la Historia; con Flaubert explora la terra hasta entonces incognita de lo cotidiano; con Tolstoi se acerca a la intervención de lo irracional en las decisiones y el comportamiento humanos. La novela sondea el tiempo: el inalcanzable momento pasado con Marcel Proust; el inalcanzable momento presente con James Joyce. Se interroga con Thomas Mann sobre el papel de los mitos que, llegados del fondo de lo tiempos, teledirigen nuestros pasos. Et caetera, et caetera.

La novela acompaña constante y fielmente al hombre desde el comienzo de la Edad Moderna. La “pasión por conocer” (que Husserl considera la esencia de la espiritualidad europea) se ha adueñado de ella para que escudriñe la vida concreta del hombre y la proteja contra “el olvido del ser”; para que mantenga “el mundo de la vida” bajo una iluminación perpetua. En ese sentido comprendo y comparto la obstinación con que Hermann Broch repetía: descubrir lo que sólo una novela puede descubrir es la única razón de ser de una novela. La novela que no descubre una parte hasta entonces desconocida de la existencia es inmoral. El conocimiento es la única moral de la novela.


La lluvia ha amainado

y el jardín verde agradecido

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