viernes, febrero 28, 2014

The Complete Citizen Kane - Documentary

Orson Welles Interview (Citizen Kane)

Kubla Khan by Samuel Taylor Coleridge (read by Tom O'Bedlam)

Orson Welles actuó por primera vez en The Gate, Dublín.


Kubla Khan, de Samuel Taylor Coleridge. Inspiró a Orson Welles.


En Xanadú, Kubla Khan
mandó que levantaran su cúpula señera:
  allí donde discurre Alfa, el río sagrado,
por cavernas que nunca ha sondeado el hombre,
  hacia una mar que el sol no alcanza nunca.
Dos veces cinco millas de tierra muy feraz
ciñeron de altas torres y murallas:
y había allí jardines con brillo de arroyuelos,
donde, abundoso, el árbol de incienso florecía,
  y bosques viejos como las colinas
  cercando los rincones de verde soleado.
¡Oh sima de misterio, que se abría
bajo la verde loma, cruzando entre los cedros!
  Era un lugar salvaje, tan sacro y hechizado
como el que frecuentara, bajo menguante luna,
una mujer, gimiendo de amor por un espíritu.
Y del abismo hirviente y con fragores
sin fin, cual si la tierra jadeara,
hízose que brotara un agua caudalosa,
entre cuyo manar veloz e intermitente
se enlazaban fragmentos enormes, a manera
de granizo o de mieses que el trillador separa:
y en medio de las rocas danzantes, para siempre,
lanzóse el sacro río.
Cinco millas de sierpe, como en un laberinto,
siguió el sagrado río por valles y collados,
hacia aquellas cavernas que no ha medido el hombre,
y hundióse con fragor en una mar sin vida:
y en medio del estruendo, oyó Kubla, lejanas,
las voces de otros tiempos, augurio de la guerra.
La sombra de la cúpula deliciosa flotaba
encima de las ondas,
y allí se oía aquel rumor mezclado
del agua y las cavernas.
¡Oh, singular, maravillosa fábrica:
sobre heladas cavernas la cúpula de sol!
Un día, en mis ensueños,
una joven con un salterio aparecía
llegaba de Abisinia esa doncella
y pulsaba el salterio;
cantando las montañas de Aboré.
Si revivir lograra en mis entrañas
su música y su canto,
tal fuera mi delicia,
que con la melodía potente y sostenida
alzaría en el aire aquella cúpula,
la cúpula de sol y las cuevas de hielo.
Y cuantos me escucharan las verían
y todos clamarían: «¡Deteneos!
¡Ved sus ojos de llama y su cabello loco!
Tres círculos trazad en torno suyo
y los ojos cerrad con miedo sacro,
pues se nutrió con néctar de las flores
y la leche probó del Paraíso».



Rosebud. Vuela Pluma


miércoles, febrero 26, 2014

Cada vez que te vas

Joaquín y Mari Cruz me esperaban sentados en un banco de Floridablanca. Los observé desde una ventana del café Miranda, vi sus caras aniñadas por la incertidumbre de mi visita. Ahora los camareros eran ojos desconocidos, pero a pesar de su extrañeza salí sin bolso ni mochila para recoger a mis amigos. Un gesto de entonces,  de cuando tomaba chocolate y picatostes con Ignacio. En San Lorenzo el sábado era azul tormenta y las hojas de los chopos susurraban a los eucaliptos, ellas vieron los ojos de la enamorada y los dedos grasientos. Entramos con la algarabía del encuentro y después de unas cervezas recordamos anécdotas de escritores, hablamos del presente y la metafísica del matrimonio y de los días de Carmen Worm y Chisi Löwy. No les conté que antes de llegar al Miranda había pasado por de mi casa de antaño, sin acercarme miré la fachada desde lejos. Las jardineras de la terraza estaban plantadas con un seto informe y los balcones cerrados le daban un hálito espectral. Recordé los desayunos con mi hermana Alicia debajo del parasol. Entonces, me despertaba con el trino de las golondrinas,  aquellas que revoloteaban encima de nuestras cabezas mientras leíamos el periódico y desayunábamos con glotonería.
Joaquín se puso de pie para decirnos que ya estaba bien de cotilleos, tenemos que trabajar, añadió antes de acercarse a la barra con euros en la mano. Mari Cruz abrió  mucho lo ojos mientras me agarraba la muñeca y yo le conté que también habíamos quedado para regalar marca páginas de El Mono Rojo a las librerías de los amigos.
Subimos la plaza de Benavente, yo miraba los magnolios ajados y los  arriates bordeados de sillas con turistas. Tan familiar todo. Antes de llegar a Arias Montano, les dije a mis amigos que la pastelería  La Ideal ya no estaba. Ahora hay un bar, respondió Joaquín y Mari Cruz, que ella no se acordaba.
Una pareja compraba varios libros y la dueña de Arias Montano les atendía con la elegancia habitual. 

Cuchi, nos reconoció  de inmediato y se puso muy contenta con los marca páginas. Le dije que echaba de 

menos La Ideal, que siempre iba a comprar bizcotelas allí y que un día una anciana mientras pesaba la 

bandeja, me contó que su abuelo cansado de las nieves se había escapado del pueblo a la edad de ocho 

años y ya en Madrid, después de muchas peripecias, entró a trabajar en las cocinas de El Palacio Real, 

donde terminó como ayudante del repostero regio. El niño, ya adulto, regresó a San Lorenzo, donde abrió 

una pastelería. Cuchi nos contó que las bizcotelas más conocidas eran las de La Violeta Imperial, aunque su 

versión me gustó menos que la mía . Al salir de Arias Montano , Joaquín sugirió que fuéramos de camino a  

comprar bizcotelas...                

miércoles, febrero 19, 2014

Para Hispaniola: Decálogo de la novela policiaca

Raymond Chandler

1. La situación inicial y el desenlace deben tener unas motivaciones verosímiles.
2. No deben cometerse errores técnicos respecto a los métodos del crimen y de la investigación.
3. Los personajes, el ambiente y la atmósfera deben ser realistas. Hay que referirse a personas reales en un mundo real.
4. Además del elemento de misterio, la intriga debe tener un cierto peso en tanto que argumento.
5. La sencillez fundamental de la estructura debe ser suficiente como para admitir una fácil explicación cuando el momento lo exija.
6. La solución del misterio no debe escapar a un lector razonablemente inteligente.
7. Cuando se revela la solución, esta debe parecer inevitable.
8. La novela policíaca no debe intentar hacerlo todo a la vez. Si se trata de la historia de un enigma que funciona a un nivel mental elevado, no podemos convertirla también en una aventura violenta o apasionada.
9. Es preciso que de una manera u otra, y no necesariamente a través de los tribunales de justicia, el criminal reciba su castigo.
10. Es necesaria una cierta honestidad con el lector. El lector acepta que lo engañen, pero no con una tontería.

domingo, febrero 16, 2014

32 días o treinta y dos días o thirty-two days



Hacía treinta dos días que no escribía en el blog y Arco cumple 33 años y mal recuerdo la frase de Francisco Umbral, algo parecido a: ay que ver como envejecen los niños las tardes de domingo. Y sé que no envejezco porque todavía creo en la bondad de las personas y todavía quiero cambiar el mundo. Este año Finlandía es la invitada en Arco, y recuerdo los días de Helsinki, los días de blinis y vodka mientras la cirujana Carmen Cuesta tocaba los nocturnos de Chopin en el bar de un hotel cuyo nombre no recuerdo.  Y recuerdo los días de Helsinki, cuando trabajaba con AF y conocimos al absorto Somersalmi, quien nos invitó a almorzar en un restaurante diseñado por Alvar Aalto. Somersalmi no nos prestó la menor atención, a pesar de que nuestro cometido era hablar de negocios. Algo le pasaba al pobre Somersalmi. Y allí en Helsinki acuñamos la frase que todavía  Alfredo y yo utilzamos como contraseña: ¿ te acuerdas de Somersalmi? Somersalmi tendría cincuenta años, alto, ojos azules, fuerte. Pero algo le había pasado esa mañana o el día anterior. Acaso, lo habían despedido, o su mujer lo había abandonado, o una enfermedad mortal le había sido diagnosticada. Y recuerdo a Sillanpää, y la visita a la iglesia ortodoxa. Y a Salli Salminen y nuestro viaje a Turku. Escritores y lugares que casi todo tenían que ver con ellos. Y en Laponia vive Santa Claus y a mí plin porque yo soy de los Reyes, pero aprendí que existía un pueblo llamado Rovanieme, y  hace un frío de narices. Y no hablaba finés, pero si tartamudee algunas frases en ruso, durante aquellos días de Finlandía que hoy gracias a Arco recuerdo. Sormersalmi, qué habrá sido de ti.

Hace treinta días dos días que no escribía en el blog, porque nuevas personas y cometidos han invadido mi vida. Cualquier excusa es buena para no dedicarse a la escritura en serio. De las personas no puedo decir nada, porque me han obligado a firmar una carta de confidencialidad. Sin saber ellos que las cartas son un recurso literario que dice mucho de los autores y además siempre acaban publicándose. De las medidas cautelares a las tercerías de domino y entre medias Cézannne y Arcimboldo. El Arcimboldo de las flores y no el de las frutas y hortalizas, a Dios gracias.

Y durante estos días treinta dos, la parca ha merodeado por las inmediaciones de la casa y el stent la ha parado, y un recuerdo al suizo que lo diseñó: Andreas Grüntzig. Pobre Andreas, que murió en un accidente de aviación en Estados Unidos. Luego, con las tartas en forma de corazón de los san valentines cantamos: tengo el corazón contento, pero bajito, porque ya sabemos como se las gasta "Ella",que te lleva a la Estigía en cuanto te descuidas.

Y en uno de los treinta y dos, estuve con Hispaniola en la librería El Tranvía y nos tomamos un tecito y hablamos de lo divino y lo humano y de literatura. Y se me olvidó decirle que Dave Eggers, Un holograma para el Rey, y su mentor Barthelme, dicen o decían que se inspiraban en Beckett. Y no quiero que se me olvide: para entender a Beckett hay que buscar a Dios, esa fue la búsqueda del irlandés, quien se curó el desasosiego escribiendo. Como yo me lo he curado con estas líneas. 

Pronto abriremos las puertas, para que juntos conjuremos la eterna desventura de vivir. 

Hispaniola no dejes de escribirnos, por favor.

Y mañana ya no serán treinta y tres.  

Feliz domingo
Rompiendo el círculo vicioso, de Remedios Varo