lunes, marzo 29, 2010

Haiku de domingo de ramos

Rama con brotes

la paloma los pica

¡Ay! primavera

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lunes, marzo 22, 2010

Haiku

Rama con brotes
leyendo en la cama
espero la flor

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UN HOMBRE, UN ESCRITOR Y UN PESCADOR CABAL

Con la sensación de desamparo que me deja la marcha de Miguel Delibes, y que temo tardará en disiparse, no me resisto a dejar constancia en el blog de la enorme admiración que desde hace muchos años he sentido por él. Como hombre y como escritor han sido ya muchos los que brillantemente le han rendido homenaje en estos días pasados y sería presunción por mi parte siquiera intentarlo, pues no dispongo ni de la proximidad de trato ni de los conocimientos necesarios para ello. Me conformaré por tanto, tratando modestamente de emular su gusto de castellano viejo por la palabra justa, con sugerir que a mi parecer el adjetivo que mejor le cuadra es el de cabal, casi en todas las acepciones que para esta voz da el diccionario de la RAE, y sin duda en estas tres: Ajustado a peso y medida// Excelente en su clase// Completo, exacto, perfecto. Un hombre cabal y un escritor cabal.

Pero no es su vertiente humana ni la literaria la que yo quiero destacar. Mucho se ha ensalzado la especial predilección de Delibes por la Naturaleza como marco de la vida humana, haciendo especial hincapié en su afición de cazador, pero muy poco se conoce de la de pescador, de pescador de trucha, que es, personalmente, la que me hizo sentirme más unido a él. Y no es que sea de extrañar que su afición a la caña sea casi desconocida, pues si bien dedicó cuatro o cinco libros y unos cuantos relatos a la caza, tan sólo uno, que no aparece nunca en las bibliografías al uso, tiene por objeto la pesca: “Mis amigas las truchas (Del block de notas de un pescador de ribera)”, que recoge las impresiones de sus salidas de pesca entre los años 1972 y 1976. Y en él muestra, como no podía ser menos, la cualidad de cabal que le adornaba en todo cuanto hacía. No es un libro en el que la calidad literaria alcance, en mi modesta opinión, las cotas de sus obras más depuradas, fundamentalmente porque, como el autor aclara en el prólogo, su intención es otra, pero es un libro de don Miguel y como muestra este botón:

“...la sorpresa de la jornada me la proporcionó la anochecida, la hora en la que todo es posible en el Rudrón, cuando los buitres se recogen en las grietas más altas de las escarpas y los últimos grillos inician en las brañas de la ribera su canción crepuscular. A tal hora, el río se puebla de sombras y las orillas se cargan de misteriosos presagios. Para mayor aliciente, el viento cesó, lo que me permitió medir y recortar mis varadas. Y, precisamente, en una de ellas, rozando un peñasco que divide el río en dos, adiviné más que vi la sombra furtiva de una trucha de gran tamaño en pos de la cuchara. Me ceñí al sauce que me ocultaba e imprimí un frenazo al artilugio, pero la cucharilla terminó su recorrido sin que la trucha se decidiera a morder. Entonces sucedió algo que inevitablemente pone temblón al más pintado: el bicho, seducido, fondeó a metro y medio de la orilla, cara a la corriente, coleando pausadamente, como diciéndose que la próxima oportunidad no la desaprovecharía. Rígido, componiendo la figura, mediante un imperceptible movimiento de muñeca, lancé la cuchara cuatro metros arriba del pez, calculando para que en el recorrido de regreso, le pasase a un palmo de los morros. En el instante supremo contuve el aliento, pero, ante mi asombro, la trucha no hizo por el engaño. Por tres veces repetí la operación sin ningún éxito y, a la cuarta, menos precisa, se produjo lo inesperado...”.
La maestría de Delibes es capaz de llevarnos, sin que lo advirtamos, de la poética descripción de la caída de la tarde en el río, con toda su magia, a un relato de suspense, que en definitiva no es más que un lance de pesca.
En fin, adiós, también, a un pescador cabal.

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domingo, marzo 07, 2010

Invictus en el Princesa y algunos recuerdos

La luz de Sudáfrica es densa y olorosa
se detiene en la retina de la escritora
emocionada trata de buscar palabras

Camino de Hermanus
La casa del cirujano Barnard
Melancolía

Entre Madrid y Londres
Acaso mudanza
¿Ciudad del Cabo?

Puede ser leyenda
Invictus
El poema que leía Mandela
Robben Island

INVICTUS

Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.

In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeoning of chance
My head is bloody, but unbowed.

Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find, me unafraid.


It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll.
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.

by Ernest Henley

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viernes, marzo 05, 2010

HAIKUS BOREALES

El mar helado,

un leve escalofrío

tras los cristales.





Entre dos nubes,

a la luz de la luna,

pinos nevados.




Un torbellino

de viento huracanado

me detenía.

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martes, marzo 02, 2010

Haikus

Haikus



Calles vacías

un perro ratonero

ladra al viento



Mueve la cola

y espera atento

su recompensa



Mira atento

la tarta recién hecha

mientras bosteza



Sobre la cama

descansa en silencio

mi perro negro