jueves, junio 24, 2010

MASACRADO POR LAS GLICINAS

Espero que no haya nunca más un estío de glicinas, como aquél de infausto recuerdo en que don Quintín, el Amargao, su señor padre, y la srta. Rosita Campofrío estuvieron a punto de volverme tarumba. Claro que, todo hay que decirlo, yo llegaba ya muy castigado.

De entrada los tarados de los Bundren, con la mamá fiambre dando tumbos en su caja de un lado al otro del infame condado y apestando a tirios y troyanos, los hijos cada uno a su bola y el padre estrenando dentadura y novia.

Después llegaron los Compson, primera entrega, familia de lunáticos donde las haya, desde el sesudo borrachín del padre a la neurasténica de la madre, pasando por el melancólico Quintín y la soñadora Caddy. Jason, en cambio, ya anticipaba maneras de broker neoyorkino.

Pues bien, con semejante fardo a las espaldas manos inmisericordes me lanzaron a la espesura del Ciento de Sutpen. Aquello fue una masacre. Glicinas por arriba, glicinas por abajo. Una historia con más agujeros que un colador. Narradores que peroran sin saber de la misa la media; que si yo oí, que si a mí me dijeron. Ahora que cuento lo de atrás y luego que cuento lo de alante y ya contaré lo del medio pero no del todo y a quien Dios se las dé (las glicinas) San Pedro se las bendiga. Frases que no se acaban nunca, de largo aliento dicen los finolis; sin aliento es como te quedas. Y las glicinas que no falten.

Y ese coronel infernal, salido de una pesadilla, rodeado de su jauría de negros salvajes. Lástima que no hubiera durado cincuenta años más, porque de haberlo hecho podría haberlo tumbado del caballo una pelota de golf al atravesar al galope el prado de Benjy. Grandioso efecto cómico: héroe del Sur abatido por pelota de golf. Estos tíos del Sur tan cargantes, confederados de la mañana a la noche. Me recuerdan a lo que decía el malvado de Borges de García Lorca, que le parecía un andaluz profesional.

Y todo tan dramático, tan fatum. Y dale con las glicinas. Caramba con el viejo Bill. Menos mal que le dieron el Nobel.

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miércoles, junio 16, 2010

Bloomsday

El otro día tomaba un café delante de 7 Eccles Street.

Nunca pude imaginar que el Ulysses fuera a ser tan importante en mi vida y en la de El Mono.

En fin, ¡feliz Bloomsday a todos!

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