miércoles, febrero 24, 2010

Haiku a Luza

ágil textura

humana energía

¡Ay! Luza ¡Ay!, ¡Ay!

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In memoriam: Luza

"No se sabe aún con certeza qué día y por qué causa falleció en su casa madrileña la novelista y dramaturga Luz Peña Tovar, de 48 años, ya que aún no hay resultados de la autopsia realizada en el Instituto Anatómico Forense. Allí fue trasladado su cuerpo cuando fue hallado, el sábado pasado. Fue gracias al empeño personal de dos hombres de teatro: el dramaturgo Jerónimo López Mozo y el director de la Escuela de Arte Dramático de Valladolid, José Gabriel López Antuñano. Ambos, sabedores de la absoluta formalidad de Luza -como la llamaba todo el mundo- en sus asuntos laborales, pusieron denuncias en comisaría para alertar de su desaparición, ya que Peña Tovar había faltado a unos compromisos profesionales. En un principio, no les hicieron ningún caso, pero López Mozo insistió hasta la saciedad y con autorización judicial y los bomberos encontró el cuerpo de la escritora en el suelo de su casa.

Trabajó en el teatro de La Abadía, que dejó para dedicarse a su vocación
Nacida en Florencia (Colombia) en 1961, Luz Peña Tovar era licenciada en Derecho e inició su formación artística en el Taller de Investigación Teatral de la Corporación Colombiana de Teatro. En Madrid se licenció en la Real Escuela de Arte Dramático y realizó trabajos como actriz y directora de actores en teatro, asistente de dirección en televisión y profesora universitaria, antes de dedicarse a la escritura. Actualmente daba clases en la Escuela de Arte Dramático de Valladolid.
Peña Tovar escribió las novelas Frecuentar el fuego, mención en el Premio Casa de las Américas 2003 en La Habana, galardonada en el Latino Book Award 2005 (Nueva York) y publicada por Villegas Editores (Bogotá), y Cuando cierra la noche, editada en 2005 por la misma casa.
Y también obras de teatro: Un remolino en el río, premio María Teresa León para Autoras Dramáticas 2001 (Madrid), publicada por la ADE, y Yajicuení (Hijos del Tigre de Espesura), finalista del Premio Nacional de Dramaturgia 2003 de Colombia, donde la consideraban una promesa literaria.
El director y actor José Luis Gómez la incorporó al equipo del teatro de La Abadía cuando lo creó, hace 15 años. La conoció a través de la directora Rosario Ruiz Rodgers, también colombiana, y le pareció fundamental que Peña formara parte de su equipo, tanto por favorecer a una emigrada como por su compromiso con el teatro. "El proceso más emocionante que he visto en Luza fue el de su emancipación personal, cómo se hizo escritora, empezando a leer hasta el punto de devorar los libros para llegar a escribir, y todo con grandes carencias económicas", señaló ayer Gómez, quien recordó que ella dejó La Abadía para dedicarse por completo a su vocación, lo que la dejó sin recursos económicos. "En sus novelas hay una factura de escritora clarísima", concluyó Gómez. En La Abadía trabajó en sala, como secretaria de dirección y taquillera.
López Mozo la veía últimamente, porque ella estaba realizando un trabajo sobre la obra Puerta del Sol, de este autor. Se lo encargó el catedrático José Romera Castillo como preámbulo a la tesis doctoral que iba a realizar bajo su dirección. "Le facilité materiales y, cuando me mandó el trabajo y quise contestarle, no cogía el teléfono, no contestaba al correo", señala López Mozo, cuya inquietud fue en aumento al saber que en Valladolid tampoco se había presentado a sus clases y allí habían denunciado su desaparición en comisaría. "Me costó mucho que me escuchara la policía y, cuando por fin lo hizo, me hicieron responsabilizarme de todo, a lo que accedí", comenta.
López Mozo, como otros amigos de la escritora, sabía que Peña Tovar nombró albacea de sus escritos a una amiga y que no quería ser incinerada. Tanto la Escuela de Arte Dramático de Valladolid como el teatro de La Abadía y unos amigos de ella se harán cargo del entierro: "Era una autora muy valiosa, que merece mucho la pena, pero se movió en un mundo muy difícil", continuó el autor, quien dijo que ya se había localizado a la familia en Colombia.
En un análisis sobre su novela Cuando cierra la noche, Carmen Sánchez García, de la Universidad Complutense de Madrid, escribió: "El estilo es ágil, colorista, a ratos mordaz, a veces humorístico, en ocasiones intimista".

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martes, febrero 23, 2010

TALA

Tala es la historia de una cena artística en la Viena de los años 80 vista desde la perspectiva de un escritor vienés de unos cincuenta y cinco años de edad. Este escritor, cuyo nombre desconocemos, desde un sillón de orejas,-a modo de atalaya- observará, contará y valorará lo que sucede a su alrededor.
A través de una voz en primera persona, la del escritor y protagonista, aprendemos que el matrimonio Auersberg organiza cenas artísticas en Viena desde los años 50. La pareja no se lleva bien, tal vez por el alcoholismo del marido, tal vez porque disfruten mostrando sus problemas conyugales delante de la camarilla de artistas de la que les gusta rodearse. Él es un músico reconocido, que según el protagonista, perdió su oportunidad de llegar a ser un gran músico y a ella le gusta amenizar las veladas cantando arias de Pucell.
El escritor solía frecuentar estas cenas allá por los años 50. Un día decidió alejarse de aquél mundo que le parecía frívolo y superficial y se marchó a Londres. Cuando volvió a Viena procuró no frecuentar aquellos lugares en los que pudiera encontrarse al matrimonio Auersberg, excepto un día, tal vez porque en el fondo deseara volverlos a ver. Se produjo el encuentro en el Graben vienés y la señora Auersberg le comentó, tal vez porque no sabía qué decir, que su amiga común Joana se había ahorcado. El escritor, también sin saber por qué, se sorprendió, a pesar de que ya le habían comunicado la noticia a las siete de la mañana. Después la señora Auersberg lo invitó, tal vez por romper el silencio incómodo, a una de sus cinas y éste, mecánicamente y porque no se le ocurrió ninguna buena excusa, aceptó.
En la casa de los Auersberg y desde su sillón de orejas el escritor realiza una retrospectiva y analiza qué lo ha llevado de vuelta allí. De esta forma se acuerda de las personas a las que tanto quiso y las que, sin embargo, odia. Piensa en Joana, en su vida marcada por un triste destino, tal vez porque ella no podía ser feliz, no era capaz de hacerse feliz a sí misma. En su cambio de nombre cuando llegó a Viena, porque quería ser actriz, porque creía en ser actriz. Piensa en Viena, en esa Viena de los años 50 que parecía acogerles a todos, pero que sin embargó los trituró. Trituró a Joana, a su Estudio de movimiento, a sus intentos de crear. Piensa en que Joana tuvo que volver al campo, a casa, para poder matarse.
De vez en cuando se encuentra de nuevo sentado en el sillón de orejas, sin saber aún por qué está ahí. Piensa que sólo son las once, que tiene mucho sueño y que el actor al que esperan no llegará hasta las doce y media. Ridiculiza a través de su discurso ese momento, ese actor, esa farsa, las conversaciones intrascendentes que se revisten de intelectualidad y espiritualidad, el matrimonio Auersberg que discute, los escritores jóvenes que encuentran todo ridículo y no pueden parar de reír –como él tampoco podía dejar de comer, beber y reír cuando era joven y el matrimonio Auersberg le compraba con su dinero-, los artistas consagrados que se han vendido a todo aquello que tanto criticaron durante su juventud. Y todo ello le repele y no puede entender por qué ha aceptado la invitación.
Y nosotros, lectores, también queremos salir de esa atmósfera asfixiante, de esa tontería, de las necedades que suponemos que se están diciendo, aunque de ellas no se diga demasiado. El escritor sigue recordando y vuelve de nuevo sobre lo mismo, una y otra vez, de manera concéntrica, y llega de nuevo al punto de arranque, al sillón de orejas, al matrimonio Auersberg, al señor Auersberg borracho y asqueado y su mujer que le grita y le quiere alejar de allí y los jóvenes que ríen, y las escritoras consagradas que se creen alguien y con ello crece nuestra impaciencia por salir de allí.
Por fin llega el actor del Burg y entonces se levanta y se sienta a cenar. La voz se instala entonces en el presente y las digresiones disminuyen cualitativamente de número. El actor nos llega a resultar realmente insoportable debido al estilo narrativo de Bernhard, que repite lo mismo una y otra vez, de manera compulsiva, hasta que nos hace sentir el desagrado en nuestra propia piel.
Se narra a continuación la única acción presente en sentido concreto, la conversación entre la escritora Jeannie, -para el protagonista uno de estos artistas que se han vendido al Estado y han terminado claudicando con tal de ser reconocidos y afamados- y el actor del Burg, quién, ante los sucesivos intentos de la primera por dejarle en ridículo termina por explotar y decirle todo lo que piensa de ella: que es una amargada porque no se soporta a sí misma. El escritor se alegra profundamente de que el actor del Burg le diga a Jeannie lo mismo que él piensa porque él no tiene valor para hacerlo.
Parece ser que entre la escritora y el protagonista hubo una importante relación durante los años 50, que incluso llegaron a quererse, pero él lo dejó todo, junto con el matrimonio Auersberg en el momento en el que se dio cuenta de que lo absorbían de manera tal que terminarían por destruirlo. En esta sociedad artística endogámica y sectaria esta deserción no sentó bien, de manera que no se soportan entre ellos y sin embargo, no dejan de alabarse y así mantener las formas hipócritamente.
Termina la velada y el escritor protagonista deja que todos se vayan primero, para evitar encontrarse cara a cara con Jeannie. Después se despide con un beso en la frente de la señora Auersberg y le agradece la cena, le comenta lo muchísimo que le ha interesado el invitado principal, el actor del Burg, lo mucho que le ha gustado volver a verla. Incluso cree que deberían retomar la relación, una relación que quién sabe por qué se ha roto.
Esta cena artística que organiza el matrimonio Auersberg en Viena sirve como pretexto para que el escritor haga un mordaz e hiriente crítica de la sociedad artística vienesa y de la sociedad vienesa en general. Y así pone de manifiesto la hipocresía y falsedad del género humano. Un género del que él propio escritor se sabe miembro.

lunes, febrero 22, 2010

Tres haikus

Os dejo tres haikus

Motas rojizas
sepultadas por nieve
las amapolas

La lluvia moja
el jersey olvidado
sobre el césped

Lluvia de polvo
sobre la almohada
se desvanece

viernes, febrero 19, 2010

Quién en ARCO

Por sugerncia de Eugenia Niño: la pintora Daniela Phelps. No pude resistir a la tentación de "Lots of book "

Por sugerencia de Gemma: los carboncillos de Hans Mayer.

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Dónde

Los libros de Vuela Pluma en ARCO: librería La Rara

A Eugenia Niño en su galeria de la calle San Lucas de Madrid

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EUGENIA NIÑO




¡Qué bien me lo pasé en ARCO ayer!
¿Por qué? te preguntarás
pues porque tuve la suerte de acompañar a Eugenia Niño
Eugenia Niño ojos grandes y pelo oscuro bombachos y chaqueta ancha
galerista desde hace cuarenta años
no sólo nos enseñó a su hija Gemma de Súñer fundadora de Vuela Pluma y a mí
el marinero de Hockney
los collage de Rubert Gino
y los trabajos de Littlewhitehead
sino que además mientras paseábamos por los pabellones nos presentaba a galeristas
guapísimo Guillermo de Osma,
pintores
encantador Manolo Dimas
y escultores
no recuerdo el nombre, pero si que la madre se había ido a Tanzania a trabajar en un seminario cristiano y que la señora estaba aprendiendo suajili
muy atlético el escultor
con todos nos reímos de nosotras mismas y de la vida
cuánto arte contemporáneo me enseñó Eugenia

Amiga Eugenia cuánta bonhomía me enseñaste

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lunes, febrero 08, 2010

Haikus de fin de semana

Lunch de domingo

el cocido materno

las canas salva



Domingo tarde

aroma de rosquillas

lunes asoma



Escritos en Mallorca de Bravo Murillo mientras espero a Misún. Vamos al cine: La cinta blanca.

La cinta blanca: ¡ atentos al narrador!

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A un olmo seco, de Antonio Machado

Cuentan que Leonor estaba enferma y que este poema lo escribió Antonio Machado para ella en Soria.En fin, querido Hispaniola no seré yo quien cercene la inspiración machadiana.


Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

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lunes, febrero 01, 2010

HAIKUS DE INVIERNO II

Ramas desnudas,

un chopo solitario

entre la niebla.




Un escorzo cruel,

el milano se abate

sobre su presa.



Viento en las cañas,

lluvia sobre el tejado,

busco la lumbre.

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Microrrelato de Cotázar

"Un cronopio se recibe de médico y abre un consultorio en la calle Santiago del Estero. En seguida viene un enfermo y le cuenta cómo hay cosas que le duelen y cómo de noche no duerme y de día no come.-Compre un gran ramo de rosas- dice el cronopio.El enfermo se retira sorprendido, pero compra el ramo y se cura instantáneamente.
Lleno de gratitud acude al cronopio, y además de pagarle le obsequia, fino testimonio, un hermoso ramo de rosas. Apenas se ha ido el cronopio cae enfermo, le duele por todos lados, de noche no duerme y de día no come".
En fin, ¿ qué es un microrrelato?, ¿ cuátos microrrelatos he leido?
Teoría, lectura, mimesis. Y luego creación original.

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