domingo, febrero 16, 2014

32 días o treinta y dos días o thirty-two days



Hacía treinta dos días que no escribía en el blog y Arco cumple 33 años y mal recuerdo la frase de Francisco Umbral, algo parecido a: ay que ver como envejecen los niños las tardes de domingo. Y sé que no envejezco porque todavía creo en la bondad de las personas y todavía quiero cambiar el mundo. Este año Finlandía es la invitada en Arco, y recuerdo los días de Helsinki, los días de blinis y vodka mientras la cirujana Carmen Cuesta tocaba los nocturnos de Chopin en el bar de un hotel cuyo nombre no recuerdo.  Y recuerdo los días de Helsinki, cuando trabajaba con AF y conocimos al absorto Somersalmi, quien nos invitó a almorzar en un restaurante diseñado por Alvar Aalto. Somersalmi no nos prestó la menor atención, a pesar de que nuestro cometido era hablar de negocios. Algo le pasaba al pobre Somersalmi. Y allí en Helsinki acuñamos la frase que todavía  Alfredo y yo utilzamos como contraseña: ¿ te acuerdas de Somersalmi? Somersalmi tendría cincuenta años, alto, ojos azules, fuerte. Pero algo le había pasado esa mañana o el día anterior. Acaso, lo habían despedido, o su mujer lo había abandonado, o una enfermedad mortal le había sido diagnosticada. Y recuerdo a Sillanpää, y la visita a la iglesia ortodoxa. Y a Salli Salminen y nuestro viaje a Turku. Escritores y lugares que casi todo tenían que ver con ellos. Y en Laponia vive Santa Claus y a mí plin porque yo soy de los Reyes, pero aprendí que existía un pueblo llamado Rovanieme, y  hace un frío de narices. Y no hablaba finés, pero si tartamudee algunas frases en ruso, durante aquellos días de Finlandía que hoy gracias a Arco recuerdo. Sormersalmi, qué habrá sido de ti.

Hace treinta días dos días que no escribía en el blog, porque nuevas personas y cometidos han invadido mi vida. Cualquier excusa es buena para no dedicarse a la escritura en serio. De las personas no puedo decir nada, porque me han obligado a firmar una carta de confidencialidad. Sin saber ellos que las cartas son un recurso literario que dice mucho de los autores y además siempre acaban publicándose. De las medidas cautelares a las tercerías de domino y entre medias Cézannne y Arcimboldo. El Arcimboldo de las flores y no el de las frutas y hortalizas, a Dios gracias.

Y durante estos días treinta dos, la parca ha merodeado por las inmediaciones de la casa y el stent la ha parado, y un recuerdo al suizo que lo diseñó: Andreas Grüntzig. Pobre Andreas, que murió en un accidente de aviación en Estados Unidos. Luego, con las tartas en forma de corazón de los san valentines cantamos: tengo el corazón contento, pero bajito, porque ya sabemos como se las gasta "Ella",que te lleva a la Estigía en cuanto te descuidas.

Y en uno de los treinta y dos, estuve con Hispaniola en la librería El Tranvía y nos tomamos un tecito y hablamos de lo divino y lo humano y de literatura. Y se me olvidó decirle que Dave Eggers, Un holograma para el Rey, y su mentor Barthelme, dicen o decían que se inspiraban en Beckett. Y no quiero que se me olvide: para entender a Beckett hay que buscar a Dios, esa fue la búsqueda del irlandés, quien se curó el desasosiego escribiendo. Como yo me lo he curado con estas líneas. 

Pronto abriremos las puertas, para que juntos conjuremos la eterna desventura de vivir. 

Hispaniola no dejes de escribirnos, por favor.

Y mañana ya no serán treinta y tres.  

Feliz domingo
Rompiendo el círculo vicioso, de Remedios Varo