miércoles, enero 15, 2014

La ciudad y los perros

Vargas Llosa describe hechos terribles, observa conductas traumáticas; teje una prieta red de acontecimientos que, al cubrir toda la extensión de la novela, le otorgan su permanente dinamismo, su amenazante tensión, su perfil característico: " Los actos son fundamentales, no hay novela sin ellos, sin acción. La descripción de simples estados de ánimo no basta". Pero esa compleja acción que la sacude, está encauzada dentro de límites y ámbitos muy precisos; instalada en esos ámbitos, se define y vibra con fuerza propia, gana resonancias y matices. Los personajes pueden ocultarnos su identidad pero los hechos son contundentes  los espacios nítidos. Más aún: la novela está organizada de tal modo que las distintas áreas físicas se van impregnando de los sucesos que en ellas ocurren y viceversa: los episodios de la Ciudad se contagian de su atmósfera incolora, distante, inmóvil, mediocre; los episodios del Colegio, en cambio son explosivos, veloces, irrevocables; nerviosos. El movimiento pendular del que se habló antes se advierte también en este cruce de las coordenadas: inercia/movimiento, fuera/dentro, abierto/cerrado. La dulzura casi infantil, la ausencia de drama con que se describe, por primera vez, el barrio de Alberto e ilustrativa del soft focus narrativo que la Ciudad tiene en la novela: ...