Otra vez las ovejas.
durmiéndose, la conté esa noche que, a su vez, también soñé, una situación divertida: "Lo cierto es que en el sueño, por la mañana, yo me arreglé con gusto para ir a una celebración de mi clase de Artes y Oficios. Me apresuré a tomar el metro. Al hacerlo observé que todos caminábamos como borregos hacia el vagón y que algunos, incluso, conservaban la mirada desvaída con ojos de cordero degollao, propio de cuando se va adormilado. Yo me sentía contenta. Vestía un traje verde de punto muy confortable, recién lavado. Percibí con el traqueteo que se desprendía de mi vestido un aroma fresco. Recordé que lo había lavado con una marca de jabón antigua, cuya palabra era cortaa, terminaba en t, y se completaba con El Borreguito. Descendí cerca de Neptuno. Antes de reunirme con mis compañeros me acerqué a la iglesia de Jesús de Medinaceli, que no conocía. En esos momentos, había misa y llegó la hora del Evangelio. El cura hablaba de una oveja descarriada. Más tarde, en la consagración, imploró: Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo..... Esperé intrigada a que se terminara la misa. Todo estaba abarrotado. Al salir, un señor silbaba La Ovejita Lucera y en la puerta principal le dijo a su mujer: ¡Ay, cordera mía! , qué ganas tenía de salir. Vaya calor. Me dirigí deprisa hacia La Castellana y me metí en un bar a tomarme un pelotazo fresco,aunque primero pensé en una tila doble, y había una señora con una chaqueta de mouton. Me fui más que a paso a reunirme con los compañeros de la clase. Comeríamos en un buen restaurante, qué bien. Faltaban unos metros para llegar al bar, y delante mío iban dos hombres . Uno le decía al otro que él había sido la oveja negra de la familia. ¡El colmo! ¿qué me estaba pasando? Llegamos al fin al bar.
Había un cartel: MENÚ. 1º-Ensalada y Cordero al Chilindrón - ó Manitas de cordero. Yo pedí arroz a la cubana. La tele estaba a todo meter
y se daba la noticia de que había muerto el marido de una folclórica. Sí, esa que dice, Mis ovejitas queridas, en mi finquita. A mí cada vez me zumbaban más los oídos y los sesos, con perdón. Todos acordaron ir al cine. Estupendo. Por desgracia, echaban El Silencio de los Corderos y
yo ya la había visto dos veces, así que qué remedio, nos fuimos al Zoo porque habían traído a La Oveja Dolly con su clonada". (Como comprendereis ya no pienso en ovejas para dormir).
SOLO HE PRETENDIDO HACEROS REIR UN POCO EN ESTAS FECHAS, creo que he empleado Buenas Maneras.
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