NO ABURRAN AL RESPETABLE, POR FAVOR
Es tarea poco menos que imposible la de encender la radio o el televisor y no dar con alguno de esos programas llamados de debate político. Confieso sin ambages que huyo de ellos como de la peste. Muchos son los motivos que podrían justificar esta no disimulada aversión: desde su habitual desarrollo como auténticos diálogos de sordos, en los que, lejos de convencer, tan sólo se pretende desacreditar al oponente, hasta el deplorable nivel dialéctico de los participantes, cuya falta de finura ofende a la sensibilidad menos despierta.
Pues bien, aunque pueda parecer caprichoso no es ninguna de las expuestas la auténtica causa de mi alergia, resignado como estoy a estas alturas a la intolerancia y la zafiedad como genuinas marcas de fábrica de la vida nacional. Lo que verdaderamente me echa para atrás de este tipo de programas es la total y completa ausencia de imaginación en los protagonistas, la absoluta previsibilidad de todas y cada una de sus intervenciones. Conocido el partido político o el medio de comunicación en que cada uno milita, nunca mejor dicho (por aquello de la disciplina), puedes anticipar con casi un ciento por ciento de probabilidades de acierto lo que va a decir.
Hasta tal punto es ello así que, en aras de la obligada austeridad en tiempos de crisis, someto a la consideración de los programadores de medios audiovisuales un nuevo formato para estos espacios, el de participante único, con arreglo al cual un solo sujeto defendería las diferentes posiciones debatiendo consigo mismo. Antes de cada intervención del solitario argumentador el moderador anunciaría el partido o el medio al que correspondería aquella, aunque bien mirado no considero este anuncio estrictamente necesario, por lo que podría prescindirse también del moderador, figura absurda donde las haya para esta clase de programas incluso en su formato tradicional.
Por si alguno, de los programadores, claro, no está convencido, me ofrezco a someterme a una prueba como “monodebatiente”, prueba que estoy seguro de superar de forma brillante. Incluso por un pequeño “extra”, a todas luces bien ganado a la vista del suculento ahorro que mi propuesta conlleva, me comprometo a dar de vez en cuando algún susto al personal, saliéndome del guión para dejar caer alguna “morcilla” de mi cosecha que espabile un ratito a la audiencia. Espero ofertas.
Pues bien, aunque pueda parecer caprichoso no es ninguna de las expuestas la auténtica causa de mi alergia, resignado como estoy a estas alturas a la intolerancia y la zafiedad como genuinas marcas de fábrica de la vida nacional. Lo que verdaderamente me echa para atrás de este tipo de programas es la total y completa ausencia de imaginación en los protagonistas, la absoluta previsibilidad de todas y cada una de sus intervenciones. Conocido el partido político o el medio de comunicación en que cada uno milita, nunca mejor dicho (por aquello de la disciplina), puedes anticipar con casi un ciento por ciento de probabilidades de acierto lo que va a decir.
Hasta tal punto es ello así que, en aras de la obligada austeridad en tiempos de crisis, someto a la consideración de los programadores de medios audiovisuales un nuevo formato para estos espacios, el de participante único, con arreglo al cual un solo sujeto defendería las diferentes posiciones debatiendo consigo mismo. Antes de cada intervención del solitario argumentador el moderador anunciaría el partido o el medio al que correspondería aquella, aunque bien mirado no considero este anuncio estrictamente necesario, por lo que podría prescindirse también del moderador, figura absurda donde las haya para esta clase de programas incluso en su formato tradicional.
Por si alguno, de los programadores, claro, no está convencido, me ofrezco a someterme a una prueba como “monodebatiente”, prueba que estoy seguro de superar de forma brillante. Incluso por un pequeño “extra”, a todas luces bien ganado a la vista del suculento ahorro que mi propuesta conlleva, me comprometo a dar de vez en cuando algún susto al personal, saliéndome del guión para dejar caer alguna “morcilla” de mi cosecha que espabile un ratito a la audiencia. Espero ofertas.
Etiquetas: El pobrecito parlanchín
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home