jueves, noviembre 20, 2008

MUJERES NECIAS AL PODER





Leo con estupor, ni siquiera atemperado por la creciente resignación ante la confusión hoy reinante entre lo prudente y lo insensato, que aún hoy no le es posible a una mujer en España figurar como cotitular con su marido o pareja de una explotación agrícola o ganadera, y ello pese a que, como es de todos sabido, suele ser la regla que en este tipo de explotaciones, y especialmente en las ganaderas, la mujer apenque en pie de igualdad con los trabajos, cuidados y desvelos que el buen fin del negocio requiere. Y aunque algunas de las consecuencias más notoriamente inicuas y perjudiciales para las labradoras por mor de tal desafuero se han ido solventando por la vía de reformas parciales de la normativa sobre seguridad social, es lo cierto que, al carecer de la legitimación que otorga la titularidad, se ven necesitadas de la autorización del varón, en cuanto único titular, para la realización de cualquier trámite, entre otros agravios no menos vejatorios.

Forzoso es celebrar que esta situación parezca estar tocando a su fin, pues existe ya un borrador de decreto que santifica la titularidad compartida, aproximando así la realidad del medio rural a lo que los tiempos, y el sentido común, demandan en cuanto al reconocimiento de los derechos de la mujer en todos los órdenes de la vida.

Sin embargo, la celebración debe ser discreta y no hacernos olvidar que la plenitud de dicho reconocimiento dista mucho de ser inminente. Son muchos siglos de cultura, incultura en este caso, los que hay que desterrar y la tarea llevará su tiempo, pero precisamente por esta razón es esencial centrar bien el objetivo y tener claro a dónde se quiere llegar. Ello exigirá salir con decisión al paso de ciertos planteamientos, aparentemente ingenuos, que tratan de rebajar la dificultad del esfuerzo admitiendo una mejora importante en el estado de la cuestión sobre el argumento de que las mujeres inteligentes y bien preparadas ven reconocidos sus méritos cada vez más.

Para desmontar esta falacia recurriré a la tesis defendida por el gran Antonio de Senillosa en un artículo publicado sobre la materia en el que ponía a cada uno en su sitio con sus habituales ingenio y clarividencia. Prevenía Senillosa sobre el daño que podía causar a la causa de la igualdad entre hombres y mujeres considerar como buen indicio de los avances conseguidos en ella el que las mujeres sabias y prudentes fueran reconocidas y promovidas a puestos de relieve de forma creciente. En poco ayuda esto, pues no hay que confundir el punto de partida con la meta. Que a las mujeres bien preparadas se les confíen graves responsabilidades es justo y necesario, faltaría más, pero tan sólo podrá hablarse de auténtica igualdad cuando haya tantas mujeres necias ( Senillosa dixit ) en puestos importantes como hombres necios hay en puestos importantes. Echad la cuenta de éstos ( añado yo ) y sabréis lo que falta.





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