jueves, noviembre 13, 2008

Cambio de sexo.

Buenas tardes: Viajaba tan contenta en el bus a la consulta de un doctor. Sí,más contenta de lo normal porque acababa de ver en mi correo un email comunicándome que había sido finalista con un relato corto para editar un libro, precisamente por el Consorcio de Infraestructuras y Transporte de la Comunidad de Madrid. Amigos, no hay más remedio que coger el metro y el autobús para desplazarnos por Madrid. Yo, por supuesto, después de esta satisfacción, lo haré siempre. Pero ese no es el caso que nos ocupa: Iba ensimismada leyendo un libro que Peter Handke muy apetecible, cuando oigo unas voces cerca de mi asiento que me dejaron intrigada. La persona, o mejor personilla porque lucía un acné untado de crema blancuzca que olía a mantequilla rancia, como digo, la personilla en cuestión, hablaba con otro habitante de la tierra bastante normalito. Iban con sus respectivas mochilas, atizando -sin darse cuenta, claro- mochilazos a cualquier viejecita que quería bajarse del autobús.
La primera persona en cuestión, con vaqueros de tiro holgado y dos camisetas con pintadas, le decía a la otra algo como: "Pues sí, chica, mi vieja me tiene hasta los mismísimos huevos y Beni y yo misma, estamos hasta los cojones de tener que anunciarse cuando viene a casa. Que no, tía, que no, que mi habitación está de puta madre, pero yo me largo, tía, tomo las de Villadiego y si te ví no me acuerdo. Yo quité la vista de las sabias palabras de Peter y miré de reojo, casi con miedo, a aquel ser que no estaba segura de si era hembra o varón. La otra, se bajó en la siguiente parada y es entonces cuando por fin salí de dudas. A pesar de la voz ronca y los pelos cortos y de punta, al despedirse la otra individua la dijo: Chiao, Susana.

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