martes, octubre 28, 2008

urbanitas (urbanitatis)

Buenos días: En un primer intento, el entrar a este blog implica, supongo, dar buena impresión a todos nuestros gentiles bloggers. Por una vez vale, sin que sirva de precedente. Soy rígida, una dama de hierro a la madrileña, pero hoy deseo ser dulce, porque empezaremos los temas hablando de la tierna niñez. Me tomé la molestia de documentarme en uno de esos buscadores tan socorridos y, al menos dos frases, para mi primera intervención, estoy obligada a transcribir: los exquisitos modales, las buenas maneras, urbanidad, del latín urbanitas (urbanitatis) son normas que se deben cumplir para lograr una relación cívica en la sociedad, pero hoy día parece que la palabra "urbanidad" ha creado un cierto "halo" negativo. Prestad atención: Un niño educado y respetuoso es un adulto tolerante y cívico en el futuro"
La psicología moderna se niega a entrar en esos sistemas demodés, y menos para nuestras criaturitas. Si teneis nietos o hijos pequeños, ¡¡ojo!! no los roceis, no demostreis severidad y, por supuesto, no oseis castigarlos, menos en plena calle. Los pobres se deprimirían un montón, y a vosotros os podrían tachar de maltratadores. Olvidaros de ese dicho tan repetitivo del arbolito que desde que lo plantan hay que guiarlo cuidadosamente para que no se tuerza, y, con asiduidad y mimo, poco a poco, ir dándole vitaminas adecuadas hasta ver su tronco robusto y sano. ¡No, basta de estupideces! Hay que dejar que la naturaleza lo vapulee para que se espabile por su cuenta y no se haga enclenque. A mí me gusta el campo y los árboles, pero mucho más los niños. A veces he dicho a algún bebé, llevada por la euforia: ¡Yo te como! ¡Cuidadito, amigos, alerta! no permitais que un día estos niños "os coman" a vosotros, ó "se os suban a la chepa" como diría algún joven descerebrado.
Nada de lo dicho. Ni caso. A estos ingenuos pequeñines, no faltaba más. Hay que zurrarles la badana, hombre. Bueno, tampoco es eso, no deis demasíado crédito a mis elucubraciones. En todo caso, a ciertos chiquillos soplagaitas y enredadores, cuando se ponen a incordiar en la sala de espera del dentista y sus educados papás no les leen la cartilla.... alguna colleja que otra...

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