viernes, noviembre 07, 2008

Gente menuda.

Buenas tardes. Hoy voy a empezar haciendo un flashback , porque las cosas han sucedido de manera un tanto atípica. Si, me he encontrado a alguien que hacía lustros que no veía, por cierto, esta amiga, embarazadísima. Yo ahora ya sabeis que estoy concienciada con la gente menuda, desde que participo en este blog para un personal tan importante como vosotros. Ya sé que no doy la talla, pero hago lo que puedo. Mi último -llamémoslo artículo de forma pretenciosa-, iba casi de bebés. Ahora, retrocedo tajantemente y me incorporo al mundo de los "no nacidos", pero no por este pequeño detalle, menos listos. Resulta que por videos que he tenido la gran suerte de admirar, veo con sorpresa que estos fetos son la pera. Son esponjas que absorben los lloros, las risas, las exclamaciones y también los olores y los sabores. Son como espías pequeñitos y mudos que nos observan desde su sillón interior de diseño: cómo dormimos, cómo nos movemos, cómo escuchamos música y también cómo y con qué alimentos cocinamos. Todo esto, desde el vientre de mamá. De ahí, que su primera y no tardía palabra sea, acompañada de sus inseparables gorgoritos, ¡ajjjjo!.Seguro que los muy perillanes, han visto que se nos olvidaba echar al guiso la preciada y olorosa liliácea. En consecuencia, dada la vivacidad de estos angelitos, hay que tener cuidado con lo que se hace y dice. Mi embarazada amiga, confidente y encantadora, me contó una anécdota que, peligrando mi fama de dama de hierro a la madrileña, os escribo textualmente. Ella soñó, y en su sueño leyó una carta que su querido feto la escribía. Era así: "Mami, ignoro si puedes oirme porque aún soy un feto de seis meses y mi voz todavía no tiene la fuerza de mis piernas, con las que te doy esas patadas terribles. Sólo pretendo hacerme notar.Tú quizás pienses que seré futbolista, pero preferiría ser un poeta, de esos que inventan bellas poesías, y llegar al mundo no como otros niños con un pan bajo el brazo, sino con un verso debajo del brazo en el que te expresara mi amor. Te tengo que agradecer miles de detalles:la pérdida de tu bonita figura, la renuncia de los cigarros tras los cafés, el calor de agosto con esa faja apretada. Y más, más cosas. Yo no saldría nunca de esta casa de juguete, donde disfruto de climatizador y como y bebo sin esfuerzo, pero hay que deslumbrarse con la luz exterior. En cuanto a papi dile que no grite tanto. Menos palmaditas en tu barriga y menos tacos cuando se refiere a su suegra y al jefe. Un respeto al menor. Maltrata mis oídos y mis principios, y me niego a escuchar esas palabrotas feas y malsonantes.

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