PASO A PASO
Pienso primero en el ladrillo: de uno en uno: ya sabes a qué me refiero, si imagino la pared entera me entra vértigo. Me dispongo a construir. Terminar, como diría Lady Changos, con el “presente periodo de aflicción”. Y así invocando como Elizabeth a Francis Bacon me pongo a ello, tratando de “elegir las palabras para ponerlas en el lugar correcto”.
Acaso será como al subir a una torre alta, alta, alta, que es mejor no mirar arriba, alzar la vista solo lo necesario. Olvidé como se hacía esto, lo de escribir. Así que como si de un niño se tratara, doy pasitos cortos, sin levantar mucho la pierna, evitando zancadas largas que pudieran hacerme caer, y no mirar muy alto para no sentir el vértigo.
En el viaje a las tierras de Obama, percibí una ilusión flotando en el ambiente. Los que nunca compran periódico ese día lo hicieron, y lo guardaron con la certeza de que sería histórico. Tal vez ocurre esto cada cuatro años, yo no lo recordaba así. También descubrí asombrada una ciudad dónde se vive, como de espaldas a la que se visita. El otoño caía de los árboles, alfombrando las calles expectantes, de la que dicen que nunca duerme.
Tenía una cita con el MOMA. Un MOMA renovado, agrandado, más moderno y más MOMA.
Miró y Van-Gogh como huéspedes de paso. Claro que busqué el comentado “Christina’s World”, aquel de Andrew WYETH, y lo encontré. Realismo mágico.
Pasé un buen rato observándolo. Christina de espaldas en el primer plano, con el cabello brillante, algo despeinada, la postura forzada. Sola en medio del campo reseco. La casa y el granero en alto, y del granero salen volando varios pájaros negros. Christina de lejos mira la casa en torturada postura como tratando de avanzar sin conseguir dar un paso. Es entonces cuando ves su codo hinchado. No solo es el codo, las manos también deformadas, medio enterradas en el trigo seco. Y no hay más personajes, ni un árbol. Tortura, dolor, fortaleza y soledad.
Luego he averiguado que Christina Olson fue vecina del pintor, A. WYETH, padecía poliomielitis pero detestaba utilizar la silla de ruedas, y se desplazaba así, medio arrastrándose. No se cual es la verdad de la historia, el cuadro pertenece a la colección permanente, y la fuerza del Christina no cambia por ello.
El resto de la visita y de la ciudad fueron todo disfrute.
Acaso será como al subir a una torre alta, alta, alta, que es mejor no mirar arriba, alzar la vista solo lo necesario. Olvidé como se hacía esto, lo de escribir. Así que como si de un niño se tratara, doy pasitos cortos, sin levantar mucho la pierna, evitando zancadas largas que pudieran hacerme caer, y no mirar muy alto para no sentir el vértigo.
En el viaje a las tierras de Obama, percibí una ilusión flotando en el ambiente. Los que nunca compran periódico ese día lo hicieron, y lo guardaron con la certeza de que sería histórico. Tal vez ocurre esto cada cuatro años, yo no lo recordaba así. También descubrí asombrada una ciudad dónde se vive, como de espaldas a la que se visita. El otoño caía de los árboles, alfombrando las calles expectantes, de la que dicen que nunca duerme.
Tenía una cita con el MOMA. Un MOMA renovado, agrandado, más moderno y más MOMA.
Miró y Van-Gogh como huéspedes de paso. Claro que busqué el comentado “Christina’s World”, aquel de Andrew WYETH, y lo encontré. Realismo mágico.
Pasé un buen rato observándolo. Christina de espaldas en el primer plano, con el cabello brillante, algo despeinada, la postura forzada. Sola en medio del campo reseco. La casa y el granero en alto, y del granero salen volando varios pájaros negros. Christina de lejos mira la casa en torturada postura como tratando de avanzar sin conseguir dar un paso. Es entonces cuando ves su codo hinchado. No solo es el codo, las manos también deformadas, medio enterradas en el trigo seco. Y no hay más personajes, ni un árbol. Tortura, dolor, fortaleza y soledad.
Luego he averiguado que Christina Olson fue vecina del pintor, A. WYETH, padecía poliomielitis pero detestaba utilizar la silla de ruedas, y se desplazaba así, medio arrastrándose. No se cual es la verdad de la historia, el cuadro pertenece a la colección permanente, y la fuerza del Christina no cambia por ello.
El resto de la visita y de la ciudad fueron todo disfrute.
Etiquetas: CRONICAS DE MADRID
1 Comments:
Hola,Palimpsestos: Yo,que
no he viajado más allá de Lourdes,
-de ahí mi ingenio-, excepto con mi planeador, claro, he quedado
a-no-na-da-do de tanta transparencia. El Moma es grandioso
He acariciado los cabellos de Christina y casi me pican los pájaros negros. Has regresado con ideas renovadas. Enhorabuena. TORNASOL.
Publicar un comentario
<< Home