¿Qué día es hoy?
El bochorno lo disimuló entre la algarabía natural, propia de las sorpresas y el calor de la calefacción; sobraba el yérsey, camiseta también pero no podía sacársela y el dividí que traía debajo ensopado de sudor pagó las consecuencias, menos mal que la gratitud de la dádiva y el afecto con que los obsequiaron y la vueltita a andar por ”entre libros” atenuó el sopor, pero andar por la calle con la rosa, tallo alto, eso era otra historia, ¡era imposible ocultar!, la escondería bajo su yérsey, no podía, asomaba por debajo un cuarto de tallo; la llevaría entre brazos, pero ¡qué estaba haciendo!, -¡ah! Ya sé, la meteré entre mis cuadernos- se le ocurrió, se aplastaría, se marchitaría, estaba bonita, no valía la pena estropearla, además se la habían obsequiado con mucho cariño, tomó valor, respiró profundo y subió al tren, todos le miraban, algunas chicas sonreían mientras cuchicheaban entre si, otras, solas en sus asientos entornaban un rostro dulce y embelesado, como de ensueño y pestañaban enamoradas, una se atrevió a decirle que esa rosa era para ella, él no tenía palabras, sólo le sonrió amablemente y luego de una cortés venia continuó adelante...