¿Se ha olvidado de la contraseña?
Hace dos siglos habría sido una frase de novela de capa y espada. El héroe estaría a la puerta del castillo de torres acechantes dispuesto a resolver la misteriosa desaparición del collar de la reina y la bella de sus amores le esperaría cautiva en una celda.
Hace un siglo habría sido un personaje vestido de negro que trataba de huir de otro castillo en el que le había encerrado Kafka. Ninguna palabra serviría, ninguna contraseña. Qué se ha creído usted; el romanticismo se ha terminado, caballerete.
Hace una hora era yo. Escriba las letras que aparecen en el recuadro. JJKLNJ. Eso he escrito, caramba. La máquina no se inmuta. Escriba las letras que aparecen en el recuadro. JFBCV. Nanay. Pero si las he escrito bien. ¿Quiere usted crear un blog? No, ¡quiero entrar en el blog! Pues, nombre de usuario. Lo escribo. ¡Contraseña, ar! También la escribo. Escriba las letras que aparecen en el recuadro. PXZXX. ¿Ha olvidado el nombre de la contraseña? ¡AAAGH! No, este no es su nombre de usuario. El servicio contestador de telefónica le informa de que no tiene mensajes. Escriba las letras que aparecen en el recuadro. Para salir, pulse cero. Ah, no, ni hablar; se ha olvidado de la contraseña.
Qué fácil era el mundo de Kafka y el de los caballeros.
¿Cómo se llamará dentro de cien años este terrorífico género?
Hace un siglo habría sido un personaje vestido de negro que trataba de huir de otro castillo en el que le había encerrado Kafka. Ninguna palabra serviría, ninguna contraseña. Qué se ha creído usted; el romanticismo se ha terminado, caballerete.
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