miércoles, abril 12, 2006

A PROPÓSITO DE RESPIRA

A la novela de Brasme, Respira, le falta el soplo divino. Sí, ese que uno tiene exactamente tres segundos para ver, entre codazos de chinos, exaltados de la fotografía y forofos católicos(con perdón) en la Capilla Sixtina. Antes que el guapo carabinieri te mire con mal humor por si has sido tú la del flash. Pero he decir que esta crítica no ha surgido del todo de la maldad. En un acto de valentía más que de añoranza, he releído mis “textos” de los quince años. Bueno, los que sobrevivieron a las numerosas y nada depurativas quemas de San Juan. He encontrado muchos tachones, signo supongo de la búsqueda de la perfección. Muchos adjetivos repetidos, la realidad de la mediocridad, espero algún día vencible. Muchas palabras en “clave”, por si el hermano mayor- ogro me registraba otra vez (¡Horror!, otra coincidencia tonta con la Duras). Y algunas faltas de ortografía, que a estas alturas serían imperdonables. Así, páginas y páginas, entre apuntes de ciencias y latín. Entre nombres de enamorados que no te corresponden, quién carajo somos o pensamientos de muerte; y antídotos de algunos filósofos (otra vez Nietzsche, cómo no, cuándo escaparé) de frases rimbombantes, “pensar en el suicidio ayuda a pasar más de una mala noche”. Y de pronto en el último folio, una frase final: Comprar el libro Lolita... Y es lo que he vuelto a hacer más de quince años después. Volver a beberlo. ¿Cómo he podido sobrevivir años y años rodeada de Lolitas descafeinadas, de maquillaje perfecto?. ¿De historias de pasión, amor, odio, obsesión, inmaculadas por ese cristal que te impide estar en la escena?. ¿Dónde están los olores, los colores del inmenso París?. ¿Y el sudor de la piel y la voz meliflua de la pobre estrangulada?. ¿Y no hay un cambio en nosotros, por minúsculo que sea cuando matamos a un semejante?. Es lo que echo de menos en este libro de Respira, eso es todo. Por mi parte, no me desanimo, espero que el soplo me llegue algún día. Mientras tanto leer y leer, escribir y escribir. Y perdón por la cacofonías, son una pesadilla.