Servilletas de papel
Alas de grasa me traen el recuerdo de Ramales, huelen a patatas fritas tónica lápiz música. Cuatro, como los capítulos de Reflejos en un ojo dorado (Reflections in a golden eye), de Carson McCullers. El título, me recuerda a las Navidades en casa de Mamá Sara, ¿ por qué se deforma la cara en las bolas doradas del árbol, mami? Y ella, con sus pastelitos de mazapán, te crees que lo se todo y no te acerques tanto que te vas a quedar bizca. Los Reflejos fueron oscurecidos con críticas devastadoras en 1941. A la sociedad americana no le gustaba verse distorsionada. Como echo de menos a mi abuelita de mazapán. En fin. Las servilletas huelen a Pura, que aparece con folios y belleza de nocturno de primavera. A Pura le gustan los toros – de eso hablaba su original novela – y el reflejo de los rayos en los trajes de luces en ese segundo que amortaja el albero. Pero esa, es otra historia. La novela de Carson McCullers, utiliza un narrador omnisciente con una lejanía retórica, nos dice Pura, y añade: omnisciente, porque emite juicios de valor, opiniones e ideas propias y adelanta acontecimientos. Pero es un omnisciente banalizado, sin peso. Joaquín y Adla disienten, en no recuerdo qué, y Norma y Cangreja callan. Leí la novela hace muchos años y pregunto, pero en mi alma sólo sigue vivo Anacleto. Pura nos dice, que la novela tiene la estructura de una tragedia clásica: presentación, nudo y desenlace. Existe un núcleo ponzoñoso que es necesario extirpar. Cuatro capítulos: I) Un puesto militar (conflictos); II) A la mañana siguiente y III) Alice Langdon ( se desarrollan los conflictos…) ; IV) En un puesto del ejercito ( desenlace). Otra tónica y más patatas, que agonizo de hambre y que bueno estaba aquel mazapán cubierto de chocolate y niña que bizqueas de tanto mirar en la bola dorada. Interrumpo a mi amiga y hablo de la estructura de las sinfonías y que en McCullers siempre esta presente la música.
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