La ninfa inconstante
El nueve de noviembre leí una frase de Guillermo Cabrera Infante, pero al estar abstraída con Desoladas, no la pude editar en el blog, pero la guardé en la cómoda que me diseñó la escultora Sonia Guisado, con quien vi el otro día la exposición de Camille Claudel. Sonia salió con los ojos vidriosos, emocionada por el talento de Camille y yo le conté que la Claudel era una de nuestras sibylas, a tal punto que yo había visto la muestra ya tres veces.
Hoy he abierto el cajón y después de ver la foto de Cabrera en pijama rodeado de libros- otro loco- he trascrito el texto para vosotros; a saber:
“No me interesa la impostura literaria sino la verdad que se dice con palabras que necesariamente van una detrás de la otra aunque expresen ideas simultáneas. Sé que una frase es siempre una cuestión moral. ¿Hay una memoria ética? ¿O estética, es decir selectiva?”.
Sonia hubiera cuidado bien de la Claudel, como lo hace de Alicia, su novia. Pero Camille no era lesbiana. Las hetero siempre debemos mantener a raya a nuestros maestros, colegas, maridos, etcétera. Los hombres son como Saturno, si te descuidas te dan un mordisco en la cabeza. Con sinceridad, no sé como Camille no le pego un martillazo a Auguste y otro a Paul. Hubiera sido – en todo caso- un accidente de trabajo.
Hoy he abierto el cajón y después de ver la foto de Cabrera en pijama rodeado de libros- otro loco- he trascrito el texto para vosotros; a saber:
“No me interesa la impostura literaria sino la verdad que se dice con palabras que necesariamente van una detrás de la otra aunque expresen ideas simultáneas. Sé que una frase es siempre una cuestión moral. ¿Hay una memoria ética? ¿O estética, es decir selectiva?”.
Sonia hubiera cuidado bien de la Claudel, como lo hace de Alicia, su novia. Pero Camille no era lesbiana. Las hetero siempre debemos mantener a raya a nuestros maestros, colegas, maridos, etcétera. Los hombres son como Saturno, si te descuidas te dan un mordisco en la cabeza. Con sinceridad, no sé como Camille no le pego un martillazo a Auguste y otro a Paul. Hubiera sido – en todo caso- un accidente de trabajo.
Etiquetas: Desde el desván
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