Ha sido un día denso, pastoso, extraño. Ha sido uno de esos días que tienes, entre otros muchos, y que sientes que te restan. Que te restan, que retrocedes no sabes muy bien a donde llegas, pero sientes (condenado verbo en el día de hoy) que te has equivocado y has tomado una salida equivocada que te ha sacado del camino, de tu camino. En el sitio en el cual pasé parte de las vacaciones un buen santón me diría que hoy he perdido karma. Pero como no es el caso tú, es decir yo, que te conoces de cine, sabes que en el mundo occidental todo se reduce a "has metido la pata". En cualquier caso "a lo hecho pecho". (Lo de os refranes da para mucho).
Pues con este buen humor y karma perdido por exceso de genio (forma cristina de no decir "por impertinente") he llegado a casa.
Consultados los períodicos el ánimo mejora poco tirando a nada y de pronto llegas a tu correo y aparece un correo breve, conciso y lleno de fuerza. "Send" o lo que es igual "enviar". Y te quedas mirando a la pantalla con los ojos muy abiertos. Pestañeas seis veces. "Send", repites, y hueles aire fresco y sientes un cosquilleo en el estómago y ves un fichero. Con más miedo que otra cosa, con el ánimo un mucho encojido "cliqueas" y como no tienes ADSL "la tasa de transferencia es baja". Ves, porque te cuesta mirar, tienes los ojos un poco empañados sin saber muy bien de donde ha llegado el agua, quizá con el viento piensas, y cuentas las "hojas amarillas de la tasa de transferencia" de una carpeta a otra. El sistema al final de una eternidad (os recuerdo que no tengo ADSL) te dice "Transferencia terminada". Se coloca en pantalla un cuadro de dialogo "abrir-archivar-cancelar". A estas alturas tienes muy claro lo que vas a ver. Casi da miedo pinchar en "abrir". No tienes claro que estás preparado para ello y un infinito sentimiento de respeto, como el que puedas sentir ante una salida de sol, te empieza a subir del estómago, hasta el pecho, del pecho al corazón que se queda como parado, sin hacer ruido, del corazón y por la garganta te llega de nuevo a los ojos y ahora si que sabes por qué de los ojos sale agua. Ahí está. Primer susto. Sölo ves una hoja en blanco y un número "100" como referencia a las páginas que el documento tiene. Te bloqueas. Consigues rozar el ratón y llegas a la página dos. Blanco. Piensas que no ha salido bien el correo, que algo ha pasado mientras contínuas bajando el curso del lateral con temor y emoción y por fín en la tres aparece. Ahí está. Solo en medio de la inmensidad del blanco. Ahí está. Y de repente delante de la pantalla y en silencio y con los ojos muy abiertos sigues bajando. Y las hojas se van llenando de letras y más letras y el corazón late cada vez con más fuerza. Ya no cabe duda: ha nacido el libro.
Gracias Paloma por tu Custodia. Gracias Araceli por ese olor rojizo intenso. Gracias Isabel por ese estremecedor coro final que rompe el silencio. Gracias Maribel por ese quirófano con sevilletas de esparto y cadenas. Y muchas gracias Sara por el prólogo. Es sencillamente hermoso.
Siento que esta noche ha pasado algo especial. Creo que es algo que une y que queda dentro, muy dentro. Como bien se dice en el prólogo del libro no me cabe la menor duda de que "juntas seguiremos apuntando al sol".
Nos vemos mañana.
p.d. Lo se. Me ha quedado pelito cursi, lleno de faltas de ortografía y con los acentos un poco "chop". Pero va tal cual ha salido en un día complicado, de ahí lo blandito, que ha tenido un final feliz, de ahí que no corrija.
PD: este escrito se hizo llegar tal cual por correo electrónico a las componentes de mi Taller de Relatos en fecha muy señalada. Enviado tal cual salía de dentro contiene unas cuantas faltas (unas cuantas es generosa expresión) de ortografía que deberíamos rectificar. Destaca entre ellas un maravilloso “encojido”. Seguido muy de cerca por dos importantes “omisiones de letras”, unos cuantos acentos no bien situados, repeticiones y otras “cosillas”, pero creo que perdería parte de su sentido si lo rectificase todo y el texto quedase en orden. Quede de este modo colgado y para lectores de fuera vayan disculpas adelantadas, pero como se suele decir “el corazón tiene razones que la gramática no entiende”.
Pues con este buen humor y karma perdido por exceso de genio (forma cristina de no decir "por impertinente") he llegado a casa.
Consultados los períodicos el ánimo mejora poco tirando a nada y de pronto llegas a tu correo y aparece un correo breve, conciso y lleno de fuerza. "Send" o lo que es igual "enviar". Y te quedas mirando a la pantalla con los ojos muy abiertos. Pestañeas seis veces. "Send", repites, y hueles aire fresco y sientes un cosquilleo en el estómago y ves un fichero. Con más miedo que otra cosa, con el ánimo un mucho encojido "cliqueas" y como no tienes ADSL "la tasa de transferencia es baja". Ves, porque te cuesta mirar, tienes los ojos un poco empañados sin saber muy bien de donde ha llegado el agua, quizá con el viento piensas, y cuentas las "hojas amarillas de la tasa de transferencia" de una carpeta a otra. El sistema al final de una eternidad (os recuerdo que no tengo ADSL) te dice "Transferencia terminada". Se coloca en pantalla un cuadro de dialogo "abrir-archivar-cancelar". A estas alturas tienes muy claro lo que vas a ver. Casi da miedo pinchar en "abrir". No tienes claro que estás preparado para ello y un infinito sentimiento de respeto, como el que puedas sentir ante una salida de sol, te empieza a subir del estómago, hasta el pecho, del pecho al corazón que se queda como parado, sin hacer ruido, del corazón y por la garganta te llega de nuevo a los ojos y ahora si que sabes por qué de los ojos sale agua. Ahí está. Primer susto. Sölo ves una hoja en blanco y un número "100" como referencia a las páginas que el documento tiene. Te bloqueas. Consigues rozar el ratón y llegas a la página dos. Blanco. Piensas que no ha salido bien el correo, que algo ha pasado mientras contínuas bajando el curso del lateral con temor y emoción y por fín en la tres aparece. Ahí está. Solo en medio de la inmensidad del blanco. Ahí está. Y de repente delante de la pantalla y en silencio y con los ojos muy abiertos sigues bajando. Y las hojas se van llenando de letras y más letras y el corazón late cada vez con más fuerza. Ya no cabe duda: ha nacido el libro.
Gracias Paloma por tu Custodia. Gracias Araceli por ese olor rojizo intenso. Gracias Isabel por ese estremecedor coro final que rompe el silencio. Gracias Maribel por ese quirófano con sevilletas de esparto y cadenas. Y muchas gracias Sara por el prólogo. Es sencillamente hermoso.
Siento que esta noche ha pasado algo especial. Creo que es algo que une y que queda dentro, muy dentro. Como bien se dice en el prólogo del libro no me cabe la menor duda de que "juntas seguiremos apuntando al sol".
Nos vemos mañana.
p.d. Lo se. Me ha quedado pelito cursi, lleno de faltas de ortografía y con los acentos un poco "chop". Pero va tal cual ha salido en un día complicado, de ahí lo blandito, que ha tenido un final feliz, de ahí que no corrija.
PD: este escrito se hizo llegar tal cual por correo electrónico a las componentes de mi Taller de Relatos en fecha muy señalada. Enviado tal cual salía de dentro contiene unas cuantas faltas (unas cuantas es generosa expresión) de ortografía que deberíamos rectificar. Destaca entre ellas un maravilloso “encojido”. Seguido muy de cerca por dos importantes “omisiones de letras”, unos cuantos acentos no bien situados, repeticiones y otras “cosillas”, pero creo que perdería parte de su sentido si lo rectificase todo y el texto quedase en orden. Quede de este modo colgado y para lectores de fuera vayan disculpas adelantadas, pero como se suele decir “el corazón tiene razones que la gramática no entiende”.
2 Comments:
Yo así lo había entendido. Efectivamente, pasará la fecha a nuestra memoria, espero que feliz, este día señalado, como un aniversario más a añadir en nuestra agenda,. De modo que cuando estemos viejitas y achacosas, llevemos gafas que no servirán más que para saber donde tenemos la nariz, podamos decir, ¿te acuerdas? Era otoño en Madrid sí, sí, otoño, entonces se caían las hojas. Qué jóvenes éramos ¿te acuerdas?
Y la otra, pues claro que me acuerdo, como si fuera hoy.
Y sólo recordaremos la ilusión.
Yo ya llevo gafas que no sirven, lo que pido es eque la mirada no se me estropee. Gracias Peter por todo. Te echaré de menos.
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