domingo, abril 23, 2006

A PROPÓSITO DE RESPIRA

Anne-Sophie Brasme nació en Metz, en 1984. Aunque en la actualidad reside en París. Esta joven autora de veinticuatro años, escribió a los dieciséis su primera novela, Respira. Publicada un año después, con gran éxito en Francia. Esta novela fue recompensada en el 2002 con el Fémina, uno de los premios literarios más importantes del país. Brasme, desea cursar estudios de periodismo, especializándose en literatura.

Respira nos cuenta la historia de una adolescente de trece años llamada Charlène; que acaba matando a su mejor amiga, después de un largo proceso de autodestrucción, celos y obsesión. Desde la cárcel, nos narra en primera persona desde los primeros recuerdos de su vida hasta el desenlace fatal. Tocando temas en pequeñas pinceladas que afectan mucho a los jóvenes de esas edades hoy por hoy: La nula autoestima, la anorexia o el desarraigo familiar.

Lo primero que hacemos al nacer es respirar. Y lo último. Es el alfa y el omega de nuestra existencia, aunque el trabajo de nuestros pulmones se convierta en un acto mecánico. De forma desapercibida expresamos sin embargo, constantemente, que se nos cortó la respiración por el miedo. Que nos faltó el aire cuando nos enamoramos, que necesitamos sentir aire fresco para pensar mejor. Que es maravilloso escuchar la pausada respiración de nuestro amante en la noche. Por eso el título que Brasme da a su novela, está cargado de magnetismo. La idea de estructurar la historia en breves capítulos (bocanadas de aire), con títulos rondando acerca de ese acto, es muy sugerente. Asfixiar, Olvidar, Someter, Jugar...
Brasme (pág. 138, editorial Siruela) expresa la influencia que tuvo del relato “El Extranjero” de Camus para la realización de su obra:”Fue para mi una revelación; la peripecia del protagonista Meursault, que mata a otro, fue un catalizador que me lanzó a terminar Respira”. Después de haber leído ambas obras con detenimiento, se encuentran más coincidencias sin duda, de las que en principio la autora confiesa. Algo natural, ya que se dice que cuando uno empieza en el difícil arte de la literatura, imitamos a quien admiramos. Por esto, adquiere gran relieve lo que el personaje Meursault expresa una vez ha entrado a la cárcel:”Algunas veces, cuando la conversación era de orden general, se me hacía participar en ella. Comencé a respirar...”(pág. 75, El Extranjero, Alianza editorial/Emece).
Meursault y Charlène son dos seres solitarios; viven en el infierno. Pero mientras que en el de Meursault hay un sol abrasador, puro fuego de luz que embota sus pensamientos:”El brillo del cielo era insoportable. En un momento determinado, pasamos por delante de una carretera que había sido reparada recientemente. El sol había hecho estallar el asfalto. Los pies se hundían en él y dejaban abierta su pulpa brillante. En lo alto del coche, el sombrero del cochero, de cuero endurecido, parecía haberse formado en este fango negro”.(Primera parte,pág, 22, Alianza/Emece). Y también nos los describe “Después de comer me sentí un poco aburrido y vagué por el apartamento. Resultaba cómodo cuando estaba mamá. Es ahora demasiado grande para mi y he tenido que traer a mi habitación la mesa del comedor. No vivo más que en esa habitación, entre las sillas de paja un poco hundidas, el armario cuyo espejo amarillea, el lavabo y la cama de cobre. El resto quedó abandonado...”(pág. 26 Alianza/Emece). En el infierno de Charléne, “El cielo carmagués tiene un color único en el mundo” y “la mirada de Sarah se perdía en el cielo, cuyo color dorado era el mismo que el de sus ojos”.(pág. 78,Siruela). Camus es generoso con el lector, a pesar de que su narración sea en primera persona; durante el juicio por asesinato contra Meursault, deja que otros personajes (amigos, su novia, vecinos, el director de la residencia donde su madre residía hasta su muerte, el conserje del mismo) nos muestran quién es él, cómo se comporta. Visiones diferentes, multiplicidad. Consiguiendo que su relato tenga solidez, nos resulte verosímil. Hace que el personaje sea de carne y hueso, y lo podamos tocar. Brasme, nos escribe que Charléne tiene una relación muy distante con su madre por ejemplo, pero la madre nos es vedada. No deja que los personajes hablen también. Para el lector sólo quedan dos opciones, o creemos a la adolescente o no. Un acto de fe, siempre resulta difícil. Cargando el texto quizá de enunciación, lo que nos muestra, nos sabe a poco, algo distante. La jovencísima autora, tampoco lo ha tenido fácil, ya que relatar una emoción como la obsesión por otra persona es absorbente y harto complicado. Muchos pasajes de su historia nos recuerdan demasiado a otros del de Camus. En la página 31 de Respira, Charléne expresa que “lo había olvidado todo. La alegría, el impudor, la indolencia, los olores, los silencios y los vértigos, las imágenes, los colores y los ruidos, sus caras, el timbre de su voces, su ausencia y sus sonrisas, las risas y las lágrimas, las dichas y las impertinencias, los desdenes y la necesidad de amor, el gusto de mis primeros años de vida.” Mientras que Meursault (pág. 107, Alianza/Emece) nos cuenta “Me asaltaron los recuerdos de una vida que ya no me pertenecía, pero en la que había encontrado mis alegrías más simples y más tenaces: los olores del verano, el barrio que amaba, cierto cielo de la tarde, la risa y los vestidos de Marie.” También Charlène nos confiesa “Mi vida podría haber sido completamente normal. Si lo hubiera decidido de otra forma, habría podido ser como cualquiera de vosotros.”(pág. 31, Alianza edit.). Mientras que Meursault, desde su celda, esperando la pena capital, nos dice”Había vivido de una manera y hubiera podido vivir de otra. Había hecho esto y no había hecho aquello. No había hecho una cosa cuando había hecho otra”.(Pág, 122, A/Emece).
Cuando Meurault ya sabe su condena, firme e irrevocable, le insiste en visitar un capellán. Tras varios rechazos, el sacerdote lo consigue. A lo largo de la conversación que mantienen, desgarradora e intensa, se nos revela la naturaleza del reo. “La incertidumbre de estar vivo porque vivía como un muerto. Yo parecía tener las manos vacías. Pero yo estaba seguro de mí, seguro de todo, más seguro que él, seguro de mi vida y de esa muerte que iba a llegar. Sí, era lo único que tenía. Pero al menos, yo tenía esa verdad tanto como ella me tenía a mi”.(pág.122). El sacerdote al final, escucha horrorizado, con lágrimas, cómo Meursault no cree en Dios, en el perdón, en la culpa. En el último capítulo de Respira, Máxime, ex novio de Charlène, la visita en su casa. Sabe que ha sido ella quien ha matado a Sarah, ya han encontrado su cuerpo. Ha intentado amarla, salvarla, cuidar de ella, darle un hueco en el mundo. Intenta que ella confiese, que sepa admitir lo terrible del acto. Pero Charlène mantiene la cabeza baja. “Porque no quería que me viera la cara. No supe decírselo. ¿Cómo explicarle que no tenía ningún remordimiento, y que a pesar del dolor, del odio de y de la vergüenza, había salido victoriosa por siempre jamás de una vida detestada?.”(pág. 135).
A Charlêne, nada le cambia, ningún acto o sentimiento en su vida, ni siquiera asesinar a una persona. Permanece inmutable en su celda. Mientras que Meursault en el transcurso del juicio, “Por vez primera al cabo de muchos años, sentí un deseo estúpido de llorar, por que comprendí hasta qué punto, toda esa gente me detestaba...”(Pág. 92). También tras escuchar la declaración de Celeste, su amigo, cómo le defiende, confiesa “Yo nada dije, no hice gesto alguno, pero por primera vez en mi vida tuve deseos de besar a un hombre”.(Pág. 96). Y “En la oscuridad de mi prisión móvil, volví a encontrar uno a uno, como desde el fondo de mi cansancio, todos los ruidos familiares de una ciudad que amaba...”(pág.100). Meursault, sufre cambios, minúsculos, pero ya no es el mismo que hace meses atrás. El que no lloró por la muerte de su madre, o que le es indiferente amar o no a su novia Marie, ahora siente ganas de llorar por primera vez en muchos años. Siente que es mejor dormir y no pensar. No dejar que el corazón le lata deprisa ante la evocación de un recuerdo.
De todas formas, Brasme, es una escritora muy valiente, porque la literatura está para dar voz a quien no la tiene en la realidad. Da voz a una asesina adolescente, obsesionada por una amistad, una relación destructiva. Da voz a la soledad, a la terrible tragedia de no ser amado, de no amarse a uno mismo. Algo fuera de lo corriente, ya que es una autora muy joven. Con independencia del resultado(Camus era un genio, un reto muy complejo), la novela nos guste o no, nos haya conmovido o no, Charlène ya está por nuestro mundo. Y Brasme, a riesgo de su inexperiencia como escritora, la escuchó. Y sin dudarlo, le dio voz.
Gracias, Efímera.
Hasta el lunes compañeras.

1 Comments:

Blogger palimpsestos said...

Lo que hacemos al llegar a este mundo, incluso antes que respirar, es llorar!

2:24 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home