domingo, abril 23, 2006

El Plano Oblicuo


Rosas y granizo mientras recorro librerías en busca de La cena, de Alfonso Reyes. El maestro Sergio Pitol recibe el Premio Cervantes 2005 con un discurso trémulo y seductor, emociona y enseña, el objetivo fundamental de la escritura era descubrir o intuir el “genio de la lengua”, la posibilidad de modularla a discreción , de convertir en nueva una palabra mil veces repetida con solo acomodarla en la posición adecuada en una frase. Lo releeremos varias veces. Todavía subrayo los apuntes de Pitol, duende de sutilezas y recovecos. En La Noche de los Libros bebo cava y escucho violines de Bach con mis amigas de la librería Diálogo, Serrano 108, mientras, tañen las campanas de los Jesuitas. Joaquín Pérez Minguez ha estado con Lobo Antunes y ahora atraviesa la FNAC, esto esta llenísimo, se queja. Llamo a alguien muy querido, para que me proporcione jerga carcelaria para las escritoras del Taller y me dicen que agoniza en La Paz. Abandono los libros, cruzo controles enseño credenciales del pasado movilizo a familiares y amigos hasta que por fin estoy al borde de la cama tiene que marcharse y yo besándole la frente entre catéteres y sondas tiene que marcharse todos estamos aquí lo peor se ha superado tiene que marcharse la alarma del monitor salta, ahora si me voy. San Jorge: comeremos dulces en las nubes grises que marchitan los pensamientos azules y violetas. Jorge, con voz tímida, me lee el soliloquio de Macbeth, su acento es perfecto, por favor, qué pesada te pones, it is a tale / Told by an idiot, full of sound and fury/ Signifying nothing. Mañana, en El Mono Rojo, continuaremos con El ruido y la furia, de William Faulkner. Felicidades a Jorge Gorostiza y Jorge Benavides. El martes, Joaquín Pérez Minguez, nos hablará de Pedro Paramo, de Juan Rulfo.

tiene que marcharse






1 Comments:

Blogger Miguel Ladumba said...

Me creerás que jamás he logrado saber donde vive Sergio Pitol. Vivi en Jalapa, cuando había neblina y llovizna, sabía que él estaba en algun lugar, quizás en un café del centro, impartiendo cursos en la universidad, pero yo era un empleado de tiempo completo y no me podía dar el lujo de buscarlo. Conocí un albañil que hizo reparaciones en su casa y conoció su biblioteca, se llamaba Martín, se volvió de lector de cuentos. Saludos.

5:32 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home