La Tía Julia y El Escribidor
Mirando retrospectivamente la obra de Vargas Llosa, pueden descubrirse aisladas, pero sintomáticas, figuras individuales cuya actividad es la de escribir, aunque no podamos llamarlos "escritores".Roland Barthes(amigo de Hispaniola), en sus "Essais Critiques",ha distinguido entre el "écrivain" y el "écrivant", entre el escritor y el escribiente(palabra que Barthes prefiere a "intelectual" para designar a todo individuo que realiza con la palabra escrita funciones ajenas a la literatura).Barthes los distingue así: El "écrivain" realiza una función, El "écrivant" una actividad; "el écrivain´ participa del sacerdote, el "ecrivant" del clérigo"(p.182).El primero "es un hombre que absorbe radicalmente el porqué del mundo en un cómo escribir"(p.179); en cuanto usa la palabra no como un medio sino como un fin,"pierde todo derecho sobre la verdad, pues el lenguaje es precisamente esa estructura cuyo fin mismo...es neutralizar lo verdadero y lo falso"(p.180).En cambio, "los escribientes" son hombres "transitivos" que emplean la palabra como un instrumento: "la palabra soporta un hacer, no lo constituye"(p.182), cuya "naturaleza de mercancía se desplaza sobre el proyecto del que es instrumento".Los "escribientes" en la obra narrativa de Vargas Llosa son característicos: el Poeta de "La Ciudad y los perros", con sus novelitas pornográficas; Zavalita, "cacógrafo",en "La Crónica", resignado a la mugre periodística de sus editoriales sobre perros rabiososy crónicas policiales; Pantaleón con sus partes oficiales, que él elabora como muestras involuntarias del estilo Kitsch, en nombre del nacionalismo, el espíritu institucional y el respeto a las jerarquías; y ahora este Pedro Camacho que concibe sus estrepitosos radioteatros con una pulcritud y seriedad científicas.
Etiquetas: Desde Vargas Llosa
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