domingo, diciembre 11, 2011

La Tía Julia y El Escribidor




(...); el entusiasmo religioso que dispensa a su trabajo se contagia a sus actores y colaboradores, porque éstos, como dice una actriz, están convencdos de que Camacho"santifica la profesión de artista"(p.125); se sujeta a un "horario de galeote", pero lo aligera sabiamente tratando deno escribir"más de sesenta minutos de una misma historia y ...pasar de un tema a otro"(p.162), aparte de "que las historias estuvieran ordenadas no por afinidad sino por contraste: el cambio total de clima, lugar,asunto y personajes reforzaba la sensación renovadora"; y, por último, descubrimos que su más secreta manía es la de disfrazarse con sus propios personajes, transformándose un poco en ellos:"-¿Por qué no voy a tener derecho, para consubstanciarme con persojaes de mi propiedad, a parecerme a ellos?¿Quién me prohíbe tener,mientrs los escribo, sus narices, sus pelos y sus levitas-decía,trocando un capelo por una cachimba, la cachimba por un guardapolvo y el guardapolvo por una maleta..."(p.164).

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