La Tía Julia y El Escribidor
Todas estas implicaciones profundas no impiden que la historia matrimonial sea una aventura romántica con todos los buenos ingredientes del melodrama y la parafernalia del romance prohibido: escenas tiernas, peleas, reconciliaciones,llantos,celos, citas secretas, desafíos, complices y confidentes,amgos providenciales, una fuga azarosa, un rapto triunfal,un alejaminto temporal y un reencuentro feliz, tras el cual se inicia una vida en común que dura ocho años, que el narrador resume en una sola página del capítulo final; su historia no es su vida matrimonial, sino su "desafio" matrimonial, la parte excitante del episodio.El asunto está narrado con un notable equilibrio entre la objetividad más detallada y el tono íntimo entre una frialdad implacableen el registro de circunstancias precisas y la indudable emoción (y aun pasión) que la imagen de Julia evoca.Eso basta para convertirla en uno de los personajes femeninos de mayor interés en la galeria del escritor-lo que vuelve a plantear el dilema entre lo real y lo imaginario que recorre todo este libro.Intensa, consistente, real en sus transiciones de dulzura e ironia, Julia es una figura humana en la que creemos sin dificultad y con quien simpatizamos, pese a que ella tendría que darse cuenta de que su aventura no tiene salida.Esa dimensión del fracaso asuida como parte del juego riesgoso que se llama vida, es algo que le da grandeza al personaje(y auténtico interés al relato), y le otorga una cierta aureola de heroína trágica; tras ocho años de matrimonio, ella vuelve a quedarse sola, pero él ya se ha realizado"gracias a mi obstinación y a su ayuda y entusiasmo"(p.429).Esta novela es, a la vez, el testimonio de que ese escritor es un poco hechura suya, y el homenaje tardío y maduro que recibe de ese adolescente que él fue...
PS. En esta foto Julia Urquidi Illanes se parece a Fanny Ardant(The woman next door), ¿verdad?
Etiquetas: Desde Vargas
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