lunes, marzo 23, 2009

Aullidos.

Dejamos el magnífico On the road. Proseguimos con Aullidos pero, ¡menos lobos! en algunas páginas, no los oigo por ninguna parte. He aquí la página 43, Transcripción de Música de Órgano, donde en este primer libro de poemas de Allen Ginsberg, éste deja fluir la escritura de la mente, y muchas veces, se recrea en lo que en literatura se conoce como flujo de la conciencia, y que como en cualquier ser humano, el pensamiento puede manifestarse inconexo, sin puntuar ortográficamente , en ocasiones onírico y envolvente, otras, lleno de rabia y desinhibido hasta que consigue salir al exterior y dar rienda suelta a lo que siente en ese momento el individuo. Como cierta oratoria actual diría de estos poemas: "no son políticamente correctos", aunque a mí no me gusta nada esta expresión ni muchas de las que hoy son tan frecuentes y coloquiales. Se trataba de escuchar la musicalidad de esta página que antes he nombrado, en cuya hoja izquierda, ó sea la pág. 42, escrita en inglés, se ve lo siguiente: "La flor del frasco de maníes que estaba en la cocina se encorvó para tomar un sitio en la luz, la puerta del closet abierta, porque la usé antes, gentilmente se quedó abierta esperándome a mí, su dueño. Empiezo a sentir mi miseria en un jergón en el suelo, escuchando música, mi miseria, por eso quiero cantar. El cuarto se cerró sobre mí, esperaba la presencia del Creador, ví los muros y el cielo raso pintados de gris, ellos contienen mi cuarto, ellos me contienen como el cielo contiene mi jardín, abrí mi puerta.
La serpenteante viña escaló por el poste de la cabaña, las hojas en la quieta noche donde el día las dejóo, las cabezas animales de las flores donde se alzaron para pensar hacia el sol
¿Puedo hacer regresar las palabras? ¿Podrá el pensamiento de la transcripción nublar mi abierto ojo mental?
La gentil búsqueda del crecimiento, el amable deseo de existir de las flores, mi cercanía al éxtasis por existir entre ellas. El privilegio de presenciar mi existencia -tú tambien debes buscar el sol...
Mis libros apilados frente a mí para mi uso esperando donde los puse, ellos no han desaparecido, el tiempo ha dejado sus vestigios y cualidades para que los utilice... mis palabras apiladas, mis textos, mis manuscritos, mis amores. Tuve un momento de claridad,
"ví el sentimiento en el corazón de las cosas, salí al jardín llorando."
He leído varias veces estos fragmentos y siempre he sentido lo mismo. Si cabe cada vez con más intensidad: Emoción, gratitud porque la mañana despunte día a día, agradecimiento por existir, ver crecer las flores en esta época, los árboles en todo su esplendor y colorido, mis libros, como dice el autor de este volumen, esperándome para dialogar, apilados en el mismo sitio que los dejé ayer, con sus lomos y sus títulos atrayentes, cercanos, recibiendo el sol a través de los cristales. Estas palabras, una a una, y todas juntas, son todo un homenaje a la existencia humana y sólo lamento que haya seres inocentes en la tierra que no puedan disfrutar de estos privilegios.
Tornasol.

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