domingo, abril 10, 2011

PENÉLOPE EN VELA

El día termina y todo descansa, pero Penélope viaja desde Eccles Street hasta asomarse al África, entre adoradores de uniforme y sotanas que huelen a incienso. Refulgen en su memoria con dorados destellos las delicias de esta tarde, que espera repetir en breve con el fauno de admirables atributos y espantosos modales. ¡Qué animal!

Ulises, inofensivo mamoncillo, besa por donde ella pisa e incluso por algún otro sitio, y reposa ahora a su lado tras un humillante desahogo. Lamenta que Telémaco no haya aceptado su invitación, frustrando así sus inconfesables planes de un “menage a trois”, que podría, quizás, haber desbancado a cierto personajillo. ¡Qué lástima!

Telémaco también desvela a Penélope. Él, cual justo Paris, podría valorarla en lo que vale y no estos dos brutos con los que ha de lidiar. Sí, piensa, sí, habrá que ponerse a ello, sí.

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