viernes, septiembre 04, 2009

BEATUS ILLE

Dichoso aquel que consigue regresar de las vacaciones veraniegas sin graves quebrantos físicos o psíquicos. Vaya por delante que en mi opinión tal logro no es precisamente grano de anís, porque, pese a la crisis, que a lo que se ve sólo debe afectar a los de siempre, es decir a los que nunca han tenido vacaciones, las hordas de veraneantes lo invaden todo, haciendo prácticamente inalcanzable disfrutar del grado de sosiego y silencio que el descanso precisa.

Motos estruendosas, que petardean como una traca valenciana, coches tuneados, travestidos en discotecas ambulantes, calles atascadas que impiden utilizar el coche y convierten la posibilidad de encontrar aparcamiento en vana ilusión, supermercados arrasados de tal forma que a su lado el saco de Roma se nos antoja un juego de niños.

Y qué decir de las playas, por donde sólo puedes desplazarte sorteando cuerpos aceitosos con el riesgo más que evidente de tropezar con un volumen de Stieg Larsson y quedar cojo para toda la vida.

Pues si a eso le añaden la presión que debe soportar el aspirante a alumno del curso avanzado de El Mono Rojo, tendrán una imagen cabal de lo duras que son las vacaciones del autor novel. Ahí es nada tener que escribir tres relatos en dos meses cuando a lo largo de los doce anteriores no has sido capaz de pergeñar más que dos. Y la seño amenazando con la Biblia (literal). Le digo a usted, señor guardia…..

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1 Comments:

Blogger Efímera said...

Te aconsejo que escuches todas las noches,por lo menos cinco, a Charlie Parker y Billie Holiday, a ver si se te quita la tontería.
Bienvenido.Y gracias. Por las carcajadas que me has echo soltar mientras leía el Deuteronomio.

12:24 p. m.  

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