jueves, julio 16, 2009

UN LIBRO DE RELATOS SINGULAR

“La vista desde Castle Rock”, de Alice Munro, es un libro de relatos singular. Compuesto de once relatos, agrupados en dos partes, un prólogo y un epílogo, nos cuenta la historia de los antepasados de la escritora canadiense, pioneros escoceses llegados a Canadá en la época de las guerras napoleónicas, de los que se ocupa la primera parte, para llegar a la suya propia, la de Munro, desarrollada en la segunda.

Considerado por la crítica como un libro de relatos, al finalizar su lectura se tiene por el contrario la sensación de haber concluido una novela. Obviamente a ello contribuyen el tema común, la historia familiar y la propia, y la exposición en orden cronológico, con pequeños saltos temporales que no llegan a alterarlo. En no menor grado coadyuva a dar esa impresión de unidad e individualidad que caracteriza a una novela la presencia de un narrador en primera persona, la propia Munro, que se mantiene a lo largo del libro, aunque lógicamente cobra mayor presencia en la segunda parte, dedicada a su propia vida.

Pero además de estos factores hay algo más y ahí reside en parte el talento de Munro. A medida que la madeja familiar se va desentrañando, la autora siembra una serie de temas que dotan a la sucesión de relatos de un hilo conductor común y lo hacen confluir hacía una meta perfectamente definida. Como tales pueden citarse el trabajo, la pobreza, la austeridad, el dominio de la naturaleza por el hombre, el afán de superación, la familia y sus ataduras, las angustias y torpezas de la juventud, la identificación del espacio con el tiempo, la religión, la enfermedad y la muerte, entre otros.

Todo ello arroja un resultado que participa de los rasgos del libro de relatos, de la novela y de la narración autobiográfica, y que la propia autora califica en el prólogo como “relatos o algo por el estilo”, revelando así su consciencia de la naturaleza híbrida del libro.

Otros muchos aspectos merecerían ser comentados: la agudeza de los diálogos, las hermosas y muy detalladas descripciones de la naturaleza salvaje, la profundidad psicológica de los retratos de la protagonista y sus familiares más cercanos, sobre todo los femeninos, o la perspectiva que dan al conjunto los dos últimos relatos de la segunda parte y el epílogo, escritos en tiempo presente cuarenta años después del relato anterior.

Pero sin perjuicio de volver sobre ellos en otro momento, ha sido esta sensación de haber leído una novela y no un libro de relatos, como esperaba, la que con más fuerza me ha asaltado al terminar la lectura y me ha movido a esta pequeña reflexión sobre este hermoso libro.

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1 Comments:

Blogger Efímera said...

Hispaniola, un sólo justo hubiera salvado a Sodoma.Tu entrada podría haber sido una Lección Simiesca.La Munro te ensña lo ya hablado.Espero tus relatos, pues en octubre sólo seguiré las obras.Un abrazo.

11:47 a. m.  

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