sábado, marzo 15, 2008

(continuación de VECINAS)

María, como te iba diciendo antes, en mi fallido cuento infantil conservé el prólogo. Fue un sueño que yo tuve porque estaba obsesionada con lo de la puntuación: Rememorando la película de Fantasía, todos los objetos se movían al compás de una música maravillosa. Había puntos y acentos bailarines; signos de interrogación curiosos cambiantes de postura, disfrazándose de detectives ávidos de respuestas; dos palotes delgados con un ojo encima o abajo, vestidos de centinela que admiraban todas las vivencias de una historieta; Puntos suspensivos esperando el comienzo inmediato de la siguiente linea. Un único e insignificante Punto que dá pié para seguir. Comas y más comas colocadas incorrectamente por un aprendiz de escritor que un buen día consigue situarlas con acierto; comillas traviesas, antes y después de la frase a recalcar. Un Punto Final decisivo, tajante, convincente o no, según sea el desenlace de la narración. Todas las letras jugaban al corro al son de un vals que me recordaba al Vals de las Flores.Me desperté y comencé a escribir con entusiasmo, como tú estás haciendo ahora. Ánimo nena, que tu lo vales.
TORNASOL.