COSMOS Sartre-Gombrowicz
Con estas observaciones no deseo supeditar una autor a otro. Sartre no sólo era filósofo, de sobra es conocida su valía como dramaturgo. Lo cierto, casi es obvio, que se le considera máximo exponente del existencialismo. Pero leer Cosmos no es sólo descubrir una narración singular de un autor singular. Descubrir el halo de surrealismo de Gombrowicz mezclado con la crítica social y la ironía, merece que nos detengamos un momento.
Dicen que la Literatura y la Filosofía no siempre han logrado una amistad bien avenida. Tal vez porque cada filósofo ha escudriñado en la búsqueda de la realidad única. Ha analizado seres y estares, dioses y problemas. O tal vez porque para la Literatura, sencillamente hay tantas realidades como seres (no se pueden olvidar casos como Platero); todas realidades algo más que valiosas, todas verdaderas. Seis mil millones de realidades como mínimo.
Para Platón, hombre significaba el “remirado”, “el que mira lo que una vez vio”. Para campos como el de la filología esa definición hoy por hoy es inaceptable; pero a la Literatura no le preocupa demasiado, hay muchas realidades. Por eso, estos comentarios sobre la obra Cosmos y algunas de Sartre, tienen como objetivo el simple enriquecimiento con el contraste.
Hacia 1945 se publica “El existencialismo es un humanismo”. La trascripción de una conferencia dada por Sartre ese año. En ella clasifica dos clases de existencialismo. El que tiende a la cristiandad (Marcel o Jaspers) y el que se dirige al ateísmo, en el que se incluye él mismo junto a Heidegger. Para ambas corrientes la existencia precede a la esencia. El ser humano analiza su realidad a partir de la subjetividad. Pero para Sartre los valores eternos atribuidos a Dios y sus leyes ¿De dónde surgen?. El hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Surge en el mundo, empieza siendo nada. Luego se encuentra y se define: “El existencialismo al que yo pertenezco declara que si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto.”- (Pág.30)
Por lo tanto la naturaleza humana, no existe como tal. “El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente...Recae sobre él la responsabilidad total de su existencia.”-(Págs.32 y 33). Y yo me pregunto ¿ Dónde hubiera clasificado a Gombrowicz ?.
Después de haber releído “La Nausea” también, descubro que para el protagonista (Señor Antoine Ronquetin) “cuando uno vive, no sucede nada. Los decorados cambian, la gente entra y sale, eso es todo. No hay comienzos. Los días se añaden a los días sin ton ni son, en una suma interminable y monótona.”(Pág.72, Edit. Losada). Si pensamos en nuestro Witold, que nos describe el mundo (Cosmos) con frases tales como “Casas, cercas de madera, campos, bosques” (Päg.11, Seix Barral) o “Pensaba que cuando se viaja las cosas carecen de importancia, aun el paisaje no tiene importancia, lo único que cuenta es ese aparecer y desaparecer. Un árbol, un campo, otro árbol. Todo pasa.” (Pág.123, Seix Barral); vemos que hay muchas semejanzas en la impresión de la realidad para ambos.
Pero el protagonista de Cosmos llega a expresar que “Me había vuelto tan hábil para interpretar la naturaleza que a mi pesar indagaba, buscaba, escudriñaba, como si realmente hubiera algo que interpretar, me lanzaba a buscar combinaciones siempre nuevas que nuestra diminuta calesa extraía del seno de las montañas, despertadas por nuestro bullicio. Pero de todo aquello no resultaba nada. Nada y nada.”(Päg. 128, Seix Barral). Y este último párrafo no deja de mostrarnos a un ser inconformista. Quizá sea mucho decir que optimista, pero no es descabellado decir que no se conforma. Para Witold (Personaje), la realidad del hombre es que está en un mundo caótico. Puede que a pesar del constante esfuerzo por relacionar las cosas, distinguirlas del propio ser, sea inútil. Poder objetivar, separar los objetos de uno mismo, es una lucha. Sin embargo, el héroe de Gombrowicz es en cierta manera incansable. Su búsqueda no tiene sentido pero no se convierte en una angustia. Aunque están inconexas, para Witold, el mundo es una fuente constante de realidades y, de cosas “relacionadas” con otras cosas. Llevando Gombrowizc la escenificación de sus ideas al límite: Desde plantear un “yo en espiral” hasta la ruptura entre forma (Inspiración policial) y contenido.
Quizá no sea casual que “La Nausea” sea el diario de Antoine. Cosmos, nos suena a diario también ¿verdad?. Witold nos está contando sus pensamientos más íntimos. No deja de sentirse confundido por la “identidad” de las cosas y los seres. Cosas y seres se mezclan, bocas relacionándose con bocas, manos sobre los manteles. Eróticas-no eróticas. Sin esencialidad que las distinga. Para Antoine en La Nausea, “Las manos ponen manchas blancas en el tapete, parecen infladas y polvorientas. Siguen cayendo cartas, las manos van y vienen. Qué ocupación absurda: no parece un juego, ni un rito, ni una costumbre.”(Pág. 43,Losada). Sólo que Antoine después de sentir eso, siente miedo. Le aterra volver a la niebla de su habitación, no deja de repetirse que está solo. Las cosas se adhieren a Witold también, constantemente. Pero parece sonreírnos con cierta sutileza feroz y nos comunica que va a “ investigar”.
Witold en un momento de reflexión nos dice que “la nueva casa, no tenía existencia propia; existía únicamente en razón de no ser la otra casa.”(Pág.137, Seix Barral). Todo su mundo está excedido por el caos y la conciencia no pasa por ser instrumento que pueda distinguir esencialidades. Tampoco lo era para Sartre, sino más bien “la permanente infracción del principio de identidad, ahuecamiento del ser. Un ser sumamente extraño, que para saber lo que es, tiene que ser otra cosa.” (El ser y la Nada: Ensayo de Ontología Fenomenológica, Alianza Losada).
El papel que juega la conciencia para descubrir el mundo es tan inane como lo es el de la religión. De hecho, en los dos últimos capítulos de Cosmos, sólo hay un ligero miedo a la consecuencia del pecado:”El pecado. La condenación. La sotana. El paraíso y el infierno. Ite misa est. El pecado. La virtud.”(Pág. 215, Seix Baral) pero Witold le da tan poca importancia que ni siquiera nos dice el nombre del sacerdote que les está acompañando en la excursión a las montañas. Las manos del cura, nos las ha descrito antes, (sembrando campo semántico) dando al lector una sensación de repulsa. De la misma forma, en La Nausea se expresa:”-No he disputado- respondió M. de Rollebon.- Le he hecho temer el infierno.”(Pág. 35, Losada).
Ambos autores son coetáneos. Sufren el acontecimiento más desastroso del siglo veinte, la Segunda Guerra Mundial.
Mientras Sartre vira al análisis de la realidad como problema, a cierto pesimismo. Gombrowizc se acoge al surrealismo como forma de expresión. Tal vez porque la experiencia de su vida estuvo llena de hechos así; como viajar a Buenos Aires por tres semanas, y tras el estallido de la Guerra, quedarse veinticuatro años. Elige la forma de expresión donde la conciencia no se sitúa como filtro para la creatividad. En su mundo tampoco hay dioses que le protejan y le prometan vida eterna. Pero hace del caos un inmenso mar de elecciones, por absurdas que sean. No hay que olvidar que a diferencia de la vida acomodada de otros autores (no es un reproche sino una puntualización), él vivió en la indigencia todos esos años. Por eso el sentido del humor con el que nos muestra su Cosmos, hace que para mi sea valioso. Muy valioso.
Hasta el lunes, compañeras.
Dicen que la Literatura y la Filosofía no siempre han logrado una amistad bien avenida. Tal vez porque cada filósofo ha escudriñado en la búsqueda de la realidad única. Ha analizado seres y estares, dioses y problemas. O tal vez porque para la Literatura, sencillamente hay tantas realidades como seres (no se pueden olvidar casos como Platero); todas realidades algo más que valiosas, todas verdaderas. Seis mil millones de realidades como mínimo.
Para Platón, hombre significaba el “remirado”, “el que mira lo que una vez vio”. Para campos como el de la filología esa definición hoy por hoy es inaceptable; pero a la Literatura no le preocupa demasiado, hay muchas realidades. Por eso, estos comentarios sobre la obra Cosmos y algunas de Sartre, tienen como objetivo el simple enriquecimiento con el contraste.
Hacia 1945 se publica “El existencialismo es un humanismo”. La trascripción de una conferencia dada por Sartre ese año. En ella clasifica dos clases de existencialismo. El que tiende a la cristiandad (Marcel o Jaspers) y el que se dirige al ateísmo, en el que se incluye él mismo junto a Heidegger. Para ambas corrientes la existencia precede a la esencia. El ser humano analiza su realidad a partir de la subjetividad. Pero para Sartre los valores eternos atribuidos a Dios y sus leyes ¿De dónde surgen?. El hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Surge en el mundo, empieza siendo nada. Luego se encuentra y se define: “El existencialismo al que yo pertenezco declara que si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto.”- (Pág.30)
Por lo tanto la naturaleza humana, no existe como tal. “El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente...Recae sobre él la responsabilidad total de su existencia.”-(Págs.32 y 33). Y yo me pregunto ¿ Dónde hubiera clasificado a Gombrowicz ?.
Después de haber releído “La Nausea” también, descubro que para el protagonista (Señor Antoine Ronquetin) “cuando uno vive, no sucede nada. Los decorados cambian, la gente entra y sale, eso es todo. No hay comienzos. Los días se añaden a los días sin ton ni son, en una suma interminable y monótona.”(Pág.72, Edit. Losada). Si pensamos en nuestro Witold, que nos describe el mundo (Cosmos) con frases tales como “Casas, cercas de madera, campos, bosques” (Päg.11, Seix Barral) o “Pensaba que cuando se viaja las cosas carecen de importancia, aun el paisaje no tiene importancia, lo único que cuenta es ese aparecer y desaparecer. Un árbol, un campo, otro árbol. Todo pasa.” (Pág.123, Seix Barral); vemos que hay muchas semejanzas en la impresión de la realidad para ambos.
Pero el protagonista de Cosmos llega a expresar que “Me había vuelto tan hábil para interpretar la naturaleza que a mi pesar indagaba, buscaba, escudriñaba, como si realmente hubiera algo que interpretar, me lanzaba a buscar combinaciones siempre nuevas que nuestra diminuta calesa extraía del seno de las montañas, despertadas por nuestro bullicio. Pero de todo aquello no resultaba nada. Nada y nada.”(Päg. 128, Seix Barral). Y este último párrafo no deja de mostrarnos a un ser inconformista. Quizá sea mucho decir que optimista, pero no es descabellado decir que no se conforma. Para Witold (Personaje), la realidad del hombre es que está en un mundo caótico. Puede que a pesar del constante esfuerzo por relacionar las cosas, distinguirlas del propio ser, sea inútil. Poder objetivar, separar los objetos de uno mismo, es una lucha. Sin embargo, el héroe de Gombrowicz es en cierta manera incansable. Su búsqueda no tiene sentido pero no se convierte en una angustia. Aunque están inconexas, para Witold, el mundo es una fuente constante de realidades y, de cosas “relacionadas” con otras cosas. Llevando Gombrowizc la escenificación de sus ideas al límite: Desde plantear un “yo en espiral” hasta la ruptura entre forma (Inspiración policial) y contenido.
Quizá no sea casual que “La Nausea” sea el diario de Antoine. Cosmos, nos suena a diario también ¿verdad?. Witold nos está contando sus pensamientos más íntimos. No deja de sentirse confundido por la “identidad” de las cosas y los seres. Cosas y seres se mezclan, bocas relacionándose con bocas, manos sobre los manteles. Eróticas-no eróticas. Sin esencialidad que las distinga. Para Antoine en La Nausea, “Las manos ponen manchas blancas en el tapete, parecen infladas y polvorientas. Siguen cayendo cartas, las manos van y vienen. Qué ocupación absurda: no parece un juego, ni un rito, ni una costumbre.”(Pág. 43,Losada). Sólo que Antoine después de sentir eso, siente miedo. Le aterra volver a la niebla de su habitación, no deja de repetirse que está solo. Las cosas se adhieren a Witold también, constantemente. Pero parece sonreírnos con cierta sutileza feroz y nos comunica que va a “ investigar”.
Witold en un momento de reflexión nos dice que “la nueva casa, no tenía existencia propia; existía únicamente en razón de no ser la otra casa.”(Pág.137, Seix Barral). Todo su mundo está excedido por el caos y la conciencia no pasa por ser instrumento que pueda distinguir esencialidades. Tampoco lo era para Sartre, sino más bien “la permanente infracción del principio de identidad, ahuecamiento del ser. Un ser sumamente extraño, que para saber lo que es, tiene que ser otra cosa.” (El ser y la Nada: Ensayo de Ontología Fenomenológica, Alianza Losada).
El papel que juega la conciencia para descubrir el mundo es tan inane como lo es el de la religión. De hecho, en los dos últimos capítulos de Cosmos, sólo hay un ligero miedo a la consecuencia del pecado:”El pecado. La condenación. La sotana. El paraíso y el infierno. Ite misa est. El pecado. La virtud.”(Pág. 215, Seix Baral) pero Witold le da tan poca importancia que ni siquiera nos dice el nombre del sacerdote que les está acompañando en la excursión a las montañas. Las manos del cura, nos las ha descrito antes, (sembrando campo semántico) dando al lector una sensación de repulsa. De la misma forma, en La Nausea se expresa:”-No he disputado- respondió M. de Rollebon.- Le he hecho temer el infierno.”(Pág. 35, Losada).
Ambos autores son coetáneos. Sufren el acontecimiento más desastroso del siglo veinte, la Segunda Guerra Mundial.
Mientras Sartre vira al análisis de la realidad como problema, a cierto pesimismo. Gombrowizc se acoge al surrealismo como forma de expresión. Tal vez porque la experiencia de su vida estuvo llena de hechos así; como viajar a Buenos Aires por tres semanas, y tras el estallido de la Guerra, quedarse veinticuatro años. Elige la forma de expresión donde la conciencia no se sitúa como filtro para la creatividad. En su mundo tampoco hay dioses que le protejan y le prometan vida eterna. Pero hace del caos un inmenso mar de elecciones, por absurdas que sean. No hay que olvidar que a diferencia de la vida acomodada de otros autores (no es un reproche sino una puntualización), él vivió en la indigencia todos esos años. Por eso el sentido del humor con el que nos muestra su Cosmos, hace que para mi sea valioso. Muy valioso.
Hasta el lunes, compañeras.
1 Comments:
De la mano de Sábato has trazado una vereda de analogías y simetrías entre La Nausea y Cosmos. Gombrowicz se adelantó al existencialismo y como consecuencia al Noveau Roman. CL, enhorabuena por tu trabajo
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