viernes, octubre 27, 2006

CARTAS Y DISPUTAS

Rescato de El País, del pasado 16 de julio, un titular muy interesante: Cuidado, no diga Ulysses . En él se explica cómo Carol Loeb Shloss-profesora de literatura de la Universidad de Stanford- demanda a Stephen Joyce, nieto y único heredero de James Joyce por obstaculizar sus investigaciones acerca de la hija del escritor, Lucia. El nietísimo destruyó tres tarjetas postales que Samuel Beckett envió a Lucia, además de numerosas cartas que ella envió a su tío Stephen y a su esposa. Parece que hay un duro enfrentamiento, no sólo por el acceso a la información para ahondar en la obra de uno de los escritores más peculiares de todos los tiempos, sino por el eterno dilema(ahora tan de moda) de la colisión entre derecho a la intimidad o libertad de información. Todos sabemos, el escándalo suscitado con la publicación de las cartas que el propio Joyce enviaba a su mujer, Nora. Pero ¿Fue debido a su alto contenido erótico o a que se lesionó el derecho a la intimidad?. Joyce da dinero, y mucho. Y en este círculo de intereses hay más gente ávida del ¿vil? metal de la que creemos. Como casi todo en la vida. Los académicos opinan que el control que el heredero ejerce sobre la obra de Joyce, es restrictiva, dictatorial, excesiva. Creo que tendrán que aguantarse un poco, hasta el 2012, fecha en la que se acabará el derecho de autor para el pobrecito de Stephen, que sólo quiere proteger la obra de su tío, ¿creo?. ¿Qué pensaría James Joyce de todo esto?. No lo sabremos nunca. Unos seguirán diciendo que al Joyce altanero, prepotente, culto, juerguista, le importaría un comino. Otros, que Joyce no hubiera soportado ver cómo la vida de su hija Lucia (de aspecto físico poco agraciado, descalabrada en amores no correspondidos, internamientos en psiquiátricos, de gran talento) era diseccionada hasta la última sílaba. Misterio.