lunes, noviembre 03, 2014

MI VIAJE A TORRE MARTELLO

...Y ya en el autobús, me encontré asido a una barra vertical para mitigar las frenadas que la circulación y el conductor provocaban con tal contundencia, que pude llegar a conciliar con el duro metal una relación. Mi cuerpo, en un balanceo suave y con holguras, dejó de controlar los movimientos de la barra necesarios para no caerme, hasta el punto de ir perdiendo el tacto duro y convertirse ella en una prolongación de mí mismo. El instante cero de nuestra relación se había superado; avanzaba con el autobús y se incrementó en las sucesivas paradas, al sentir el tacto menos sutil, en principio, de los otros. El conductor ayudó a integrarnos los unos con los otros en una masa heterogénea de voces apagadas, ininteligibles por aquello que pudieran decir o su lenguaje lejano. Me asombró, sin embargo, la adaptación de las personas para controlar la inercia a los movimientos: en direcciones opuestas o en la misma, a la orden de una brusca frenada. Era un magma humano de movimiento caprichoso y sosegado adherido al acero y a sí mismo, en una moderada empatía. Tuve la sensación de pertenecer a otra relación ineludible que no impedía la del primer instante. En el silencio, las cabezas sobresalían asintiendo al movimiento. Las miradas en la misma dirección y, de existir alguna desavenencia por una grieta que se abría, la inercia encontraba el punto de equilibrio entre el «¡Ay!», y el murmullo. No había llegado nunca al final del trayecto que no reconocía cuando me pareció ser el único, al quedarme solo asido a la barra. La euforia desatada  abajo, junto al autobús.

...me dejé asombrar por el entorno natural que acompañaba a la TORRE MARTELLO, pequeña y atrevida para guardar una gran historia junto a un árbol cercano a ella.

Dentro ya, me sentí reconocido en un ambiente, relajado y cercano, que se convirtió en otra relación    fluida y fácil de entender, cuando en él sobresalía, en especial, la naturalidad y el buen gusto que define.

...y brindé tantas veces fue posible.

¡Buena tarde! Ulises1

5 Comments:

Blogger Efímera said...

Querido Ulises 1:

Me alegra que llegaras a Sandycove, sano y salvo.
Qué odisea urbana, casi acabas atado a la barra vertical, como tu tocayo al mástil.
Ayer vi una película francesa, donde la conductora del autobús se transtorna y secuestra a los pasajeros.
Espero que puedas llegar a Dalkey el día 27 y no termines en el Trocadero.
Qué mal está Francia.

4:18 p. m.  
Blogger Unknown said...

Pues eso...que los viajes se hacen para que suceda algo nuevo...y sigo sin saber si fue la barra o yo la responsable. No dejaré de viajar, que es donde me suelo encontrar aquello que busco.
Buena tarde, EFIMERA !

3:28 p. m.  
Blogger Efímera said...

a donde retumba el agua, en la espesa jungla del delta del río Orinoco...sería un viaje
Buenos días, Ulises

10:56 a. m.  
Blogger Unknown said...

..AL FINAL DEL VIAJE, NOS QUEDA ESPERAR LA CAÍDA DE LA OSA MAYOR, PORQUE HA SURGIDO DE LA PROPIA HISTORIA.

¡MÁS QUE UN CUENTO, MÁS ALLA DE LA BELLEZA!

MUY BUENA TARDE, EFIMERA.

7:14 p. m.  
Blogger Efímera said...

Para cuándo el rescate, me pregunto

9:14 p. m.  

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